andislas on julio 10th, 2010

andislas on julio 9th, 2010
andislas on julio 9th, 2010

hola, me llamo Andrea Lascano, estudio en Diseño Grafico en la ESPOL, y me encanta el anime, lo habia dejado pero no puedo evirtalo es encantador, tengo 20 años.Este Blob trata de Picasso porque es mi pintor favorito que pintaba lo que el queria sin preocuparse por tendencias y eso es lo q lo hizo famoso. espero les guste este blog proximamente escribire sobre otros pintores de la epoca.

andislas on junio 24th, 2010

Pablo Picasso nació el 25 de octubre de 1881 en Málaga, en aquel momento una ciudad decadente, nostálgica de la prosperidad de la que había disfrutado a mediados de siglo. Entonces había podido contarse entre las capitales más emprendedoras y modernas de España, pero la plaga de la filoxera cambió el panorama: entre 1878 y 1884, acabó con los viñedos de la provincia, y la crisis del sector agrícola, que era la base primordial de la economía malagueña, afectó a propietarios, comerciantes y trabajadores. El empobrecimiento general fue causa de graves tensiones sociales y políticas. Por si fuera poco, Málaga también fue víctima en esos años de terremotos, inundaciones y epidemias.

Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897). Retrato de Ricardo Madrazo

La España de la Restauración
Tras unos años especialmente convulsos en la política española, un pronunciamiento militar, en diciembre de 1874, restableció la monarquía en la persona de Alfonso XII. La Constitución de 1876, inusitadamente, sería la más duradera de nuestra Historia, siendo la estabilidad la mayor conquista del régimen de la Restauración (1874-1931). El malagueño Antonio Cánovas del Castillo, jefe del Partido Conservador, fue su verdadero artífice, con el patrocinio del rey y la complicidad de Sagasta, cabeza del Partido Liberal, con quien pactó la alternancia pacífica en el gobierno. Este pacto condujo, sin embargo, a una mecánica perversa, sobre todo a partir de la aprobación del sufragio universal masculino en 1890: la manipulación electoral, el clientelismo, la corrupción y el caciquismo.
La Restauración afianzó el viejo orden social: la alta burguesía y la nobleza se aliaron, la Iglesia legitimó al nuevo Estado liberal y al capitalismo –frente a la amenaza revolucionaria del proletariado- a cambio de influencia doctrinal y otros privilegios, el ejército se ocuparía del mantenimiento del orden público y la defensa del centralismo y la corona. La pequeña burguesía provinciana, conservadora y mediocre, también quedó satisfecha, mientras que la mayoría del pueblo asistía con indiferencia a los nuevos acontecimientos políticos, cansada del agitado Sexenio revolucionario. Tiempo después, en las ciudades que más habían crecido y en las regiones más afectadas por la industrialización, resurgiría la conflictividad social; la UGT, fundada en 1888, alcanzó cierta implantación en Madrid, Vizcaya y Asturias, mientras que el anarquismo se desarrolló en Andalucía, Cataluña, Zaragoza y Valencia.
La pérdida, en 1898, de Cuba, Filipinas y Puerto Rico, últimos restos del Imperio colonial español, puso en crisis al sistema, desmintiendo dramáticamente su imagen oficial. Muchos intelectuales se entregarían a reflexionar sobre la decadencia de España, al tiempo que la pequeña burguesía y el proletariado irrumpirían en la escena política.
Cortina del Muelle

Málaga: su evolución económica durante el siglo XIX

Málaga fue una de las ciudades litorales que, en la segunda mitad del siglo XVIII, gracias a las ventajas del transporte marítimo y a la liberalización del comercio con América, vio surgir una burguesía que preparó el despegue económico de la siguiente centuria. La capital recibió una avalancha de comerciantes extranjeros que acabaron por asentarse en ella, y cuyos descendientes aún pueden reconocerse en los apellidos Mandly, Temboury, Bolín, Gross, Pries, Loring, Huelin, Grund, Raggio... También llegaron inmigrantes del interior de la península (destacando los riojanos, como los Heredia y los Larios), que fomentaron una variada actividad económica allí donde se instalaron. La base de esta prosperidad radicaba en la exportación de los productos agrícolas de la provincia, fundamentalmente vinos y pasas. Tal fue el volumen de su tráfico comercial, que en los años finales del siglo se convirtió en el segundo puerto en importancia después de Barcelona. De esta época, datan asimismo las primeras reformas urbanísticas encaminadas a la modernización y saneamiento de la ciudad.

El siglo XIX, sin embargo, se inauguró en desastrosas circunstancias que provocaron un caos económico y humano: virulentas epidemias, granizadas y terremotos, la invasión francesa y la Guerra de la Independencia. Pero fue en este escenario en el que un emprendedor como Manuel Agustín Heredia (oriundo de Logroño) inició su fortuna, gracias al contrabando con Gibraltar, comerciando con barcos neutrales y abasteciendo a las guerrillas.

En el segundo tercio del siglo, la actividad económica se recupera. Parte de la nueva burguesía pudo gozar de una extraordinaria acumulación de capital gracias, sobre todo, a una abusiva relación comercial con los cosecheros minifundistas de la vid, a quienes se les imponían precios y préstamos usureros. Ello les permitió el desarrollo de proyectos industriales que dieron un carácter distintivo a Málaga: siderurgias y manufacturas textiles y artesanales. Fue precisamente Heredia el pionero de tales empresas, con la fabricación de azúcar, primero, y sobre todo con la creación de las ferrerías “La Concepción” (Marbella, 1826) y “La Constancia” (Málaga, 1833), que podía ser considerada una de las más modernas del mundo. Explotaban las minas de hierro de Ojén y Marbella, pero la hulla que consumían los hornos se traía desde Inglaterra al puerto de Málaga (desde donde el barco volvía con productos de exportación). El éxito de esta industria se vio favorecido por la guerra carlista, que paralizó los altos hornos vizcaínos. En 1841, Juan Giró abrió la ferrería “El Ángel”.
Fabricas en Malaga

A pesar del costo que suponía la importación del combustible, la siderurgia malagueña mantuvo su primacía en España hasta 1861-1865. Otras iniciativas industriales nacieron en Málaga y su provincia: textiles, de jabones, químicas, de abanicos, de litografías… Especialmente importante fue la “Industria Malagueña”, empresa textil fundada por los hijos de Heredia y por Pablo y Martín Larios. Aunque toda la materia prima procedía de Inglaterra, la eficiencia de sus instalaciones le hizo alcanzar un volumen de ventas que, en los años 60, convirtió a Málaga en la segunda ciudad algodonera de España, detrás de Barcelona. Otro de los hermanos Larios, Carlos, levantaría en 1856 otra fábrica de tejidos, “La Aurora”.

Otros hitos en este panorama fueron la creación a mediados de siglo del Banco de Málaga y la construcción, por Jorge Loring, de la línea de ferrocarril Córdoba-Málaga en 1859-1865. Desgraciadamente, este proyecto, financiado principalmente por malagueños, fue un mecanismo de descapitalización de los mismos, pues su explotación resultó ser poco rentable; en 1879, se traspasó a la Sociedad de los Ferrocarriles Andaluces, controlada por capitales extranjeros.

La economía malagueña entró en crisis en los últimos decenios del siglo. Desde 1867, la siderurgia fue perdiendo competitividad frente a la del Norte de España, hasta el punto de verse abocadas al cierre las ferrerías "La Concepción" (en 1884) y "La Constancia" (en 1890). Sin embargo, lo peor estribaba en la situación agrícola: la base del comercio en Málaga era la vid, culitvada por labradores minifundistas de la provincia (fundamentalmente en la Axarquía), que producían pasas y vinos famosos. Pero a una serie de deficiencias estructurales (ausencia de capital, altos impuestos, falta de canales de riego, malas vías de comunicación, precios elevados en el transporte...) se unieron unas malas cosechas y la competencia de la pasa californiana, que se disputaba el mercado americano y acabó derrumbando las exportaciones. La ruina definitiva vino de la mano de la plaga de la filoxera: iniciada en Francia, su llegada a Málaga se declaró oficialmente en 1878, y hacia 1885 casi todos los viñedos de la provincia habían sucumbido. Los pequeños agricultores, incapaces de superar la tragedia, vieron embargadas sus fincas, despoblaron los campos y emigraron a la ciudad, a otras provincias o al extranjero.

El 25 de diciembre de 1884, un terrible terremoto afectó a numerosas localidades de Málaga y Granada, arruinando casas y cultivos y provocando alrededor de unas 800 víctimas mortales. En 1885, la última epidemia de cólera del siglo produjo 1.700 muertos en la provincia de Málaga. En este mismo año de 1885, también se derrumbó la industria de la caña de azúcar, la más importante de España, debido a las heladas, a la introducción del cultivo de la remolacha y a una reforma arancelaria que permitió la importación de azúcar desde Puerto Rico y Cuba. Así pues, la economía local se hundió en todos los sectores, alcanzando finalmente a la industria textil (una buena parte de su mercado era el rural, deprimido por la crisis de la filoxera), logrando sobrevivir sus factorías hasta principios del siglo XX.
Plaza de la Constitucion

La ciudad

Para los visitantes que llegaban desde el mar, Málaga ofrecía una hermosa vista, pero ciertamente había que reconocer la escasa belleza monumental de la ciudad, aunque en compensación se ponderaba la benignidad del clima.
El primitivo núcleo urbano era de características árabes; a finales del siglo XVIII se derribaron las murallas, se empezaron a ganar terrenos al mar y se abrió el Paseo de la Alameda. Durante la siguiente centuria, el centro se transformó radicalmente, pues desapareció su carácter conventual, como consecuencia de la Desamortización, y se construyeron nuevas viviendas para la clase media. Sin embargo, mantuvo en líneas generales su raíz hispanomusulmana, con un trazado irregular, de calles estrechas, tortuosas y mal empedradas. Los ejes principales de la ciudad eran la Alameda, la calle Granada -que unía la Plaza Mayor o de la Constitución con la de la Merced- y las Atarazanas del puerto, núcleo de intensa actividad comercial. A finales de siglo, la nueva vía vertebradora del centro fue la calle Larios, que comunicó la Plaza de la Constitución con la Alameda. Promovida por el Ayuntamiento a partir de 1880, y construida por la familia Larios entre 1887 y 1891, aportó un saneamiento imprescindible en una zona antes envejecida y mísera, foco de recurrentes epidemias.
Por el oeste, fue traspasado el límite del río Guadalmedina, al instalarse centros fabriles y una extensa población obrera en los barrios del Perchel y la Trinidad. Al este, se abría el Paseo de Reding, zona a la cual se había trasladado la antigua aristocracia, y más allá la Caleta y el Limonar, donde se asentaron las mansiones de recreo de las familias adineradas.
Cenachero

La sociedad malagueña

A lo largo del siglo XIX, Málaga registró, con altibajos, un aumento de población, gracias a la inmigración atraída por su auge económico, pasando de 57.500 habitantes a finales del XVIII a 130.119 en 1900. El puerto, con su tráfico constante, confería una especial animación a la capital, que con la presencia de comerciantes y viajeros foráneos hacia gala de un cosmopolitismo que la distinguía del resto de Andalucía. La burguesía dirigente vivía en la Alameda y zonas cercanas al puerto, en magníficas mansiones que asombraban a los visitantes extranjeros. Su paseo público, adornado con árboles, estatuas, fuentes y bancos, e iluminado desde mediados de siglo, era el escenario social y de ocio por excelencia. Otros lugares para el paseo eran la Cortina del Muelle, la Plaza de la Constitución y la Plaza de la Merced.

La citada “oligarquía de la Alameda”, constituida por el reducido pero poderoso grupo de comerciantes e industriales que controlaba todos los sectores de la ciudad, marcó sus pautas de vida, un pensamiento político y un sistema de valores inmovilistas. En la escala social, le seguía una amplia clase media, formada por profesionales liberales, funcionarios, empleados públicos y pequeños propietarios industriales. En ella, podía distinguirse tanto un sector políticamente progresista, que militó en el reformismo y el republicanismo, como una burguesía intermedia de carácter conservador, que si por arriba podía aproximarse a las formas de vida de la clase alta, en sus estratos más bajos (maestros, periodistas, funcionarios) solía llevar una vida de estrecheces económicas, abocada a la simulación externa y constante para diferenciarse del proletariado. De ideología conservadora, reaccionaria y moralizante, con escasa renta y status social, aspiraba a las formas de vida de las capas superiores: era la clase del “quiero y no puedo”.

La familia de Picasso podría encuadrarse en esta categoría. Las viviendas de esta clase social se situaban, precisamente, en inmuebles de alquiler del centro, siendo su localización más típica el “barrio del chupa y tira” (entre la calle de la Victoria y el Camino Nuevo), así llamado coloquial y satíricamente en referencia a la forma en que se comen las almejas, producto barato que sus habitantes podían permitirse consumir casi a diario. Generalmente, en sus casas contrastaba el salón, que era la mejor habitación, reservada para recibir a las visitas, con la pobreza del resto de las dependencias familiares, en un ejemplo más de la diferencia entre la parte pública y privada en que vivía esta clase.

La mayoría de la población malagueña estaba constituida por trabajadores, cuyas filas se nutrían de emigrantes entre los que abundaba el campesinado pobre, mayoritariamente jornalero. Sus viviendas más típicas eran los “corrales de vecinos”, aunque también era común habitar pequeñas casas de alquiler en torno a los centros fabriles. Sus condiciones de vida eran miserables: percibían muy bajos salarios, eran sometidos a jornadas de trabajo agotadoras, incluso las mujeres y los niños, y sufrían el hacinamiento, la falta de higiene y el analfabetismo. La mendicidad y un alto grado de delincuencia eran los aspectos más extremos de su situación. Se dio lugar así a un doloroso contraste entre la riqueza ostentosa y una terrible pobreza.

Por estas circunstancias, que eran generalizables al resto del mundo industrializado, el siglo XIX fue una época de revueltas y revoluciones, reprimidas contundentemente desde el poder. En Málaga, de forma similar a otros lugares de España, el levantamiento más violento coincidió con la Revolución de septiembre de 1868: los colonos se repartieron fincas, los obreros asaltaron edificios públicos y privados (entre ellos la casa de Martín Larios), muchos potentados tuvieron que huir. 64 muertos y 115 heridos fueron el coste de la restauración del orden, lo que no fue obstáculo para que prosiguieran su actividad las organizaciones proletarias. Tanto en la ciudad como en la provincia, alcanzó gran importancia el anarquismo, que es arrinconado a partir de 1890 por el movimiento socialista; asimismo, existieron otras asociaciones destacables como la Coalición Republicana, los Círculos Católicos o los masones.

Con la crisis de final de siglo, el desempleo hizo presa en el proletariado, se acentuaron enormemente los problemas sociales, se conoció el hambre y muchos campesinos arruinados se vieron abocados a la emigración. Las organizaciones obreras protagonizaron una fuerte conflictividad social, manteniendo con éxito frecuentes huelgas y manifestaciones.

Pero un panorama de la sociedad malagueña quedaría incompleto si no habláramos de su ocio y su cultura. En clave de costumbres, en la clase media las mujeres estaban férreamente constreñidas al ámbito doméstico, mientras que los hombres pasaban la mayor parte del tiempo fuera del hogar, en el trabajo, el café, el círculo de amigos o las casas de tratos. Eran muy típicas de este grupo social las “tertulias de confianza”, reuniones que en los atardeceres invernales se celebraban en una casa con muchachas en espera de un pretendiente. El entretenimiento podía consistir en la interpretación de una pieza musical por una de estas niñas, en el recitado de algún poeta invitado, en juegos diversos o en la simple conversación y chismorreo.

Otra de sus diversiones cotidianas eran los paseos por la Cortina del Muelle, la Farola, la Alameda o la Plaza de la Merced. Eran espacios urbanos compartidos por todos los estratos sociales, testigos de fiestas y acontecimientos multitudinarios. También se hacían esporádicas excursiones campestres a las fincas cercanas. Los baños de mar fueron propios de la pequeña y mediana burguesía: ni los más ricos frecuentaban las playas malagueñas ni los obreros habían adquirido esa costumbre.

Cafés y tabernas eran los establecimientos públicos más concurridos. En cuanto a espectáculos, los más exitoso eran las corridas de toros; el teatro carecía de edificios adecuados y de afición, hasta el último tercio del siglo: en 1872 se construyó el Teatro Cervantes, cuyo arquitecto fue Jerónimo Cuervo, y cuyo techo fue decorado por Bernardo Ferrándiz y Antonio Muñoz Degrain.

La burguesía elitista se reunía en el Círculo Malagueño y en el Liceo, creado en 1842 en el antiguo convento de San Francisco. Hasta su clausura en los primeros años del siglo XX, todos los malagueños de abolengo pertenecieron a él. Allí se celebraban tertulias, se mantenían escuelas y cátedras y se llevaban a cabo labores de beneficiencia, concursos literarios, efemérides, representaciones teatrales, ópera y conciertos, exposiciones de pintura y manufacturas. Su tono cultural decayó a partir de 1890, haciéndose más recreativo y social. El vestíbulo y algunos de sus salones fueron decorados con cuadros de pintores malagueños.

La prensa vivió un gran auge, sobre todo si consideramos los niveles de analfabetismo de la población: durante todo el siglo, se publicaron 322 títulos (de ellos, 73 diarios). Las cabeceras más duraderas fueron las apoyadas económicamente por la clase dominante, “El Avisador Malagueño” (1843-1886) y “La Unión Mecantil” (1885-1911).

En cuanto a la instrucción pública, la capital contó con un número apreciable de escuelas, una gratuita para huérfanos, algunas privadas y otras sostenidas por la Junta de Comercio. En los niveles superiores de enseñanza, deben citarse el Seminario, la Escuela Profesional de Náutica, el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza, las Escuelas Normales Superiores de Maestros y Maestras, la Escuela Superior de Comercio, el Real Conservatorio de Musica de María Cristina y la Sociedad Filarmónica. La Escuela Provincial de Bellas Artes se fundó en 1851, ocupando una parte del Colegio de San Telmo. Dependía de la Academia de BBAA y de la Universidad de Granada. No sólo se impartían las “ artes mayores”, sino también oficios artísticos. Contó con un número considerable de alumnos; en ella enseñaron o aprendieron todos los pintores del XIX malagueños.

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andislas on junio 24th, 2010

Pintor español. Su padre, profesor de dibujo de la Escuela de Bellas Artes, es trasladado cuando Pablo cuenta diez años de edad a La Coruña. A pesar de su corta edad, Málaga quedará para siempre en su recuerdo: las palomas y los toros son algo nacido en Málaga y algo que nunca dejará de pintar.

En 1895, José Ruiz llega a Barcelona, esta vez para tomar posesión definitiva de su cargo. Barcelona agrada a Picasso adolescente, que ingresa en 1896 brillantemente en la Lonja. Al año siguiente lo hace en la Escuela de San Fernando en Madrid con una entrada casi triunfal. Una escarlatina le hace regresar a Barcelona, y para reponerse va a pasar una temporada a Horta de Ebro con su amigo Pallarés. Expone en la taberna modernista Els Quatre Gats, para la que realiza un cartel - reclamo, que conocerá gran fortuna.

Como todos los artistas de su tiempo, su gran ilusión es París. En 1900 llega a la capital francesa y conoce directamente el mundo del que tanto había oído hablar en los círculos artísticos españoles. Tras unos primeros momentos de pintura <<parisina>>, Picasso vuelve a su personal estilo y comienzan a aparecer las tonalidades azules que definirán una época que va de 1901 a 1904, de la que es fiel exponente su famoso Viejo guitarrista.

Tras dos regresos a España, en 1904 se instala definitivamente en París y al año siguiente conoce a su primera mujer, Fernanda Olivier. Una profunda transformación se realiza en el artista, los tonos fríos van dejando paso a los rosados. Se interesa por el trabajo de acróbatas y equilibristas, y así lo refleja en sus cuadros. Pero su infatigable animosidad no descansa y sus creaciones van evolucionando; las figuras se deforman, se rompen y se vuelven a juntar. En 1907 pinta Las señoritas de Avigñón, fruto maduro que marcará un hito en la Historia de la Pintura universal: es el nacimiento del cubismo. Picasso descompone, <<rompe>> las figuras en formas geométricas que luego se vuelven a juntar; es la búsqueda de la cuarta dimensión. Desde el Renacimiento no se había conseguido una innovación plástica tan importante.
Pero la evolución y el continuo cambio prosiguen, nada significa la plenitud total para el artista, el esfuerzo creador se renueva en cada momento buscando nuevas formas que expresen los sentimientos de cada instante.

Tras una época que se podría definir como precubista, y que cronológicamente se enmarcaria entre 1910 y 1912, vendría la plenamente cubista, que abarcaría desde 1913 a 1915. Pero Marcela Humbert, la nueva compañera que había encontrado tras separarse de Fernanda, muere en 1916. El pincel de Picasso comienza a moverse con trazos perfectos.

Viaja a Roma para realizar los escenarios y vestuarios de los Ballets Rusos y el viaje tiene mayor aliciente del esperado: la bella bailarina Olga Khoklova. Recorren juntos España, y en 1918 Picasso y Olga se casan. Comienza lo que se ha dado por llamar etapa neoclásica, aunque no abandona totalmente el cubismo. Con el nacimiento de su hijo Paulo dirige sus dibujos hacia él. Pero a partir de aquí, poco a poco, su obra se va apartando de todo tipo de canon que haga posible su clasificación y etiquetado; el Arte será la definición de sí mismo y no es posible encontrar otro similar.

A principios de los treinta trabaja la escultura, pero otros acontecimientos siguen cruzándose en su vida y manifestándose en su obra: la adorable Olga había resultado ser hipócrita e insoportable, más interesada por la alta sociedad parisiense que por otra cosa. En 1932 conoce a Marie - Therèse, joven suiza rubia y tranquila, apasionada del deporte, que le proporcionara el equilibrio de ánimo que tanto necesitaba. Este año también profesionalmente tiene un gran significado: expone en la Galería Paul Petit, con clamoroso éxito.
Recorre España y de este viaje son fruto los grabados y los temas taurinos. Intenta divorciarse de Olga y al año siguiente nace su hija Teresa, continuando con los grabados de la serie Minitauromaquia.

Con la Guerra Civil española toma postura abierta por la República y es nombrado director del Museo del Prado. La tragedia de España se hunde profundamente en sus sentimientos y en 1937 pinta el Guernica, de enormes proporciones (3,5 x 7,8), en memoria de los muertos por el tristemente famoso bombardeo. La metáfora, el color, expresan lo que las palabras no llegan a reflejar: el horror, la angustia, la desesperación y la impotencia ante la irracionalidad. Prosigue con las composiciones donde el punto central es la crueldad. París ocupado por los nazis completa el dolor y la desesperación de Picasso, que, sumergido en su estudio, esculpe y pinta obras siniestras. Es su forma de luchar contra lo que considera injusto e inhumano, pero no la única: en 1944 se afilia al Partido Comunista.

Cuando al fin Francia es liberada, se traslada a la Costa Azul, su lugar preferido, donde la luz lo invade todo. Y como algo infalible y constante en su vida, una nueva compañera, Françoise Guillot, y una nueva forma de pintar; los temas se vuelven amables, incluso bucó1icos, son églogas y pastorales. Nace primero Claudio y luego Paloma, coincidiendo con su dibujo La paloma de la paz. Padre tierno y apasionado, sigue los progresos de su hija pintándola en cada momento.

Tras asistir a los Congresos de la Paz de Londres (1950) y Roma (1951), pinta en una capilla dos composiciones: La guerra y La paz, en las que deja patentes su sentimientos de humanidad y esperanza.
Pero la vida continúa, y de nuevo un momento difícil en la suya: Françoise se va, achacándole que es imposible vivir con un monumento histórico; y una nueva mujer entra en su vida ya definitivamente. Es Jacqueline.

Nunca Picasso había pintado tanto a la mujer que amaba. Y una nueva forma de pintar: en 1957 se dedica a hacer una serie de variaciones sobre un gran tema: Las meninas, de Velázquez; fórmula que había practicado anteriormente con un tema de Delacroix. Y a pesar de su avanzada edad, su actividad no cesa. Vuelve a pintar toros, personajes del Siglo de Oro, y sigue esculpiendo, modelando, pintando, hasta su muerte.

El anuncio del cubismo

La historia de la pintura universal tiene un antes y un después de Les demoiselles d´Avignon (Las señoritas de Aviñon, Museo de Arte Moderno, Nueva York). Precedida por un largo periodo de gestación, con la confección de 809 estudios preparatorios, Picasso pinto entre junio y julio de 1907 esta gran tela de casi seis metros cuadrados.

Acababa de descubrir  en el Museo del Hombre, en el Trocadero  de Paris; la fuerza simbólica de las mascaras rituales africanas y polinesias demostraban, según Picasso, que el artista no reproduce lo que ve sino lo que piensa.  Las dos figuras femeninas del extremo derecho del cuadro confirman esa opinión.  Sin perspectiva, con los rostros y cuerpos deformados, y posiciones anatómicas inusitadas, se anunciaba el estilo pictórico más revolucionario del siglo XX: el cubismo.

Su firma personal

Picasso firmó sus primeros trabajos, siendo casi un niño, con la fórmula tradicional, P. Ruiz.  Después agregó el apellido materno –P. Ruiz Picasso-, para terminar firmando sólo Picasso a partir de los 20 años.  El cambio respondía a la voluntad de diferenciarse de su padre, un pintor mediocre que tuvo que resignarse, muy a su pesar, a impartir enseñanza.

Fue escenógrafo

Una de las facetas menos conocidas de Picasso es su actividad como escenográfo.  Entre 1917 y  1921, colaboro con Serguéi Diáguilev. El empresario de los Ballets rusos. Picasso pinto los escenarios de Parade (1919), el sombrero de tres picos (1920) y  Pulcinella (1921) entre otros espectáculos.  En un viaje por Italia conocio a su primera esposa e inicio su periodo clásico.

La vida bohemia

La vocación de Picasso por la bohemia empezó en  Barcelona, donde los pintores modernistas imitaban el estilo de vida de los impresionistas franceses.  El lugar de reunión de los artistas era el café Els quatre chats (Los cuatro gatos).  Allí, Picasso conoció a algunos de sus más fieles amigos, como a Jaune Sabartés y al malogrado Carles Casagemas.

Un estilo irritante

Un año después de crear Les demoiselles d´Avignon, Picasso inicio una fructífera unión artística con el pintor francés Georges Braque (1882-1963).  Ambos impulsaron el cubismo, término empleado despectivamente por un crítico al decir que Braque lo reducía todo a “pequeños cubos”.  La pintura cubista escandalizó los ámbitos artísticos de Paris.

CRONOLOGÍA:

25-10-1881: Pablo Ruiz Picasso nace en la provincia de Málaga (España).

1884: José Ruiz y Maria Picasso tienen otra hija: Dolores.

1887: Nace la tercera hija de los Ruiz Picasso: Concepción.

1891: José Ruiz acepta ser profesor en La Coruña y se trasladan.

1894: Con sólo siete años, Concepción muere por difteria.

1895: La familia reside en Barcelona.  Pablo va a la escuela.

1897-1898: Pablo entra en la Academia de San Fernando (Madrid).  Allí se inicia en el dibujo y viaja por la España rural.

1899: Regresa a Barcelona y trata a los pintores modernistas.

1900: Viaja a Paris con un amigo.  Es influido por el arte francés.

1901: Su amigo muere.  Su pintura entra en la etapa azul.  Inaugura su primera exposición en la galería Vollard.

1904-1906: Desarrollo de su etapa Rosa.  Conoce a Fernande Olivier.

1906: Veranea en los Pirineos.  Se apasiona por  la escultura ibérica.

1907: Impulsa el cubismo con Les demoiselles d´Avignon.  Daniel H. Kahnweiler se convierte en su galerista.

1910-1911: En el auge del cubismo, deja a Fernande por Eva Guel.

1912 - 1915: Crea sus collages y ensambles.  Eva muere en 1915.

1917 - 1921: Inicia su etapa clásica.  Se casa en 1918 con Olga Koklova.

1921: Nace el primer hijo del pintor, al que llamo Paulo.

1937: La Guerra Civil Española inspira el Guernica.

1946-1953: Tiene dos hijos con Francoise Gilot: Claude y Paloma.

1955-1973: Unido a Jacqueline Roque y lejos de Paris, pinta sin cesar.

9-9-1973: Picasso muere en Mougins (Francia) a los 91 años.

SIGLO XXI: EL LIBRE ALBEDRÍO DE PICASSO

A LA HORA DE HABLAR DE LAS  vanguardias artísticas, el nombre de Picasso nunca dejo de figurar en la primera línea.  Entre el laberinto de las llamadas épocas Rosa, Azul y Cubista supo andar solo con el fruto de su pensamiento, sin emplear recursos convencionales ni intentar explicarlos.  Cualquier cosa que pasaba por su cabeza se convertía de inmediato en realización artística, ya fuera pintura, dibujo, escultura, litografía, cerámica o diseño.  Lejos de su ánimo estaba impartir doctrina y teorizar sobre arte.  Cuando el cubismo revolucionario pareció llenarse de aires académicos y experimentalismo vació, no dudo en retomar el lenguaje de la pureza lineal para traducirlo a su modo.  Un retorno al orden que hizo temblar a la gente de orden.  El individualismo picasiano fue todo un modelo ciertamente imprevisible.

Con su camiseta de marinero a flor de piel, Picasso navego por las aguas turbulentas de la primera mitad del siglo XX deslizándose por la esencia de la realidad.  Uno de sus cuadros más famosos, el Guernica (1937), represento una cornada alegórica a la oscuridad y brutalidad. Guernica, la pequeña localidad vasca que fue arrasada por la aviación nazi durante la Guerra Civil Española, se convertiría por obra de Picasso en el símbolo por excelencia del arte puesto al servicio de la denuncia social.

Aunque su dibujo de un paloma (1952) también voló por el mundo publicitario, reproduciéndose en carteles para congresos sobre la paz, en realidad, Picasso anduvo profundizando en un laberinto mítico, alimentando el enigma de su propia leyenda amparada por la pluralidad de estilos.  Incluso se acerco al África y a las cavernas prehistóricas de Altamira y Dordogne para beber de  las fuentes del arte.  Y aunque su arte tan personal y la gestión de su patrimonio artístico impidieron el surgimiento de seguidores declarados, Joan Miró, Henry Moore, Andy Warhol e incluso, Modigliani siguieron, hasta cierto punto, su inconfundible huella.

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andislas on junio 10th, 2010

Bienvenido a Blog de ESPOL. Esta es su primera entrada. Editela o borrela, ahora empiece a blogear.

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