En los últimos años, se está hablando mucho de la dermocosmética como la solución definitiva para el cuidado de la piel. ¿Por qué?
No es para menos. La dermocosmética enfoca sus esfuerzos en fabricar productos especialmente formulados para prevenir o “combatir” afecciones de la piel (acné, dermatitis, manchas…) que puedan afectar su apariencia.
De esta forma, promete potenciar la belleza natural de la piel al restaurar la salud de la misma, a través de productos dermocosméticos con un gran poder de penetración.
Pero, ¿Qué es realmente? ¿Cómo funciona? ¿Cuáles son todos sus beneficios? ¿Qué es la dermocosmética? En este artículo, encontrarás las respuestas a todas estas preguntas.
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Para la Real Academia Nacional de Medicina, la dermocosmética es una “disciplina científica, rama de la farmacia, que se ocupa del estudio y fabricación de productos para aplicación tópica, tanto terapéuticos como cosméticos”.
Se trata entonces de un campo dedicado a desarrollar productos que tratan afecciones concretas, como el acné, las arrugas, las manchas, la psoriasis o la dermatitis. Los ahora populares dermocosméticos.
Pero, ¿qué tienen de especial estos productos? Un dermocosmético no actúa de forma superficial, al contrario: penetra profundamente en la piel pues está compuesto de moléculas que pueden pasar la epidermis fácilmente.
Esto le proporciona el poder de “modificar” la estructura de la piel para combatir los trastornos o alteraciones de forma efectiva.
¿Y realmente funcionan los dermocosméticos?
Respuesta corta: por supuesto.
Un dermocosmético es desarrollado por dermatólogos, quienes a través de años de investigación dan con la fórmula más eficaz para el tratamiento de un trastorno de la piel sea cual fuere.
Aunque en estos productos también se emplean ingredientes que desde siempre se han usado para tratar una afección particular, estos están presentes en concentraciones mucho más altas.
Lo realmente innovador aquí es que los activos se combinan además con tecnologías que aseguran que penetren profundamente en la piel.
Para dar tranquilidad, cada dermocosmético es testeado en los laboratorios para certificar que efectivamente es eficaz para tratar el problema. Y obviamente para comprobar si es seguro para la dermis, tal como pasa con los cosméticos tradicionales.
Así pues, si un dermocosmético no demuestra ni la eficacia ni la seguridad requeridas, no llegará al mercado. Algo que no pasa con los cosméticos…
¿Qué diferencias hay entre dermocosmética y cosmética?
La diferencia más obvia es la relativa a la eficacia.
¿En qué sentido? Al adquirir un cosmético, por ejemplo, nunca sabremos si es efectivo hasta que lo probemos. No porque a otras personas les funcione de maravillas a nosotros nos pasará igual, porque los cosméticos reaccionan distinto en cada tipo de piel.
Evidentemente, esto no ocurre con los dermocosméticos: cada uno de ellos tiene a sus espaldas un estudio científico que garantiza su eficacia.
La segunda diferencia radica en los resultados.
Mientras los productos cosméticos proporcionan mejoras estéticas de forma inmediata, estos desaparecen al tiempo —en el caso del maquillaje es hasta que nos los quitemos—.
En cambio, los dermocosméticos se enfocan en regenerar la salud de la piel. Así, los resultados obtenidos son más naturales, e incluso mejoran con el uso.