7 DICTADORES LATINOAMERICAMOS QUE ESTABAN LOCOS, MUY LOCOS, RE-LOCOS.

#7. Nicolás de Piérola se enfrenta a la Royal Navy (Perú).

Nicolás de Piérola gobernó el Perú en dos periodos, 1879-1881 y luego 1895-1899. Sin embargo primero participó en varios intentos de tomar el poder por la fuerza, una de las cuales ocurrió en 1877, cuando sus partidarios a bordo del monitor Huáscar se sublevaron y lo hicieron subir a bordo del único barco peruano en estado operativo en ese momento, aparentemente para dirigirse a la Isla Tortuga y vivir como piratas. Una vez al mando del buque los sublevados trataron de interceptar la correspondencia oficial del gobierno, la cual era llevada por naves inglesas. Ante esto la Royal Navy,conocida por ser la armada más poderosa de su tiempo y ser uno de los baluartes del poder británico; puso a su escuadra del Pacífico a perseguir al Huáscar.

Piérola importandole un comino.

Este escuadrón estaba formado por la fragata HMS Shah y la corbeta HMS Amethyst; al encontrar al Huáscar el 29 de mayo de 1877 se dio el Combate de Pacocha, en el cual pese a las múltiples maniobras de los buques británicos, estos no lograron hacer daño significativo al buque peruano, que en ese momento contaba con muchos novatos a bordo. Ante esta situación los ingleses decidieron usar su arma secreta: un torpedo Withehead, siendo esta la primera vez que se usaba un torpedo autopropulsado en combate. A pesar del tamaño de los huevos de Piérola, que hacían del Huáscar un blanco fácil, el torpedo fue esquivado y el combate terminó en una especie de empate. Esto le ganó mucha popularidad a Piérola y ha sido la única vez en que un buque de la marina peruana ha logrado salir airoso de un encuentro con la armada británica.

El Huascar tratando de espolonear al enemigo… los cañones son para los cobardes.

#6. Andrés de Santa Cruz unifica Perú y Bolivia (Bolivia-Perú).

Andrés de Santa Cruz nació en Bolivia, lo cual no le impidió que fuera Presidente del Consejo de Gobierno del Perú (otro nombre para dictador de turno) entre 1826-1827 y Presidente (otra vez, dictador) de Bolivia de 1829-1839. Pero el gran sueño de este prohombre era el de unificar Sudamérica bajo la égida de Bolivia. La primera oportunidad se le presentó en 1835 al encontrarse Perú en un estado de anarquía, situación que Santa Cruz aprovechó invadiéndolo con sus ejércitos y proclamando en 1836 la creación de la Confederación Perú-Boliviana, en la cual ostentó el cargo de Protector.

De lo que debió protegerlos es de la bandera poco original.

 El problema vino con que toda esta idea de la unificación no le gusto mucho a Chile y Argentina, que no encontraron mejor idea que invadir a su vez a la recién creada Confederación. Pese a que Santa Cruz logró ganar las primeras batallas, eventualmente se vio obligado en 1839 a huir a Ecuador, con lo cual se puso fin a la existencia del estado binacional. Pero no fue el fin de Santa Cruz, quien siguió postulando a la presidencia de Bolivia y desempeñó múltiples cargos públicos hasta que falleció en 1865 a la edad de 73 años, no sin antes ofrecer sus servicios al presidente peruano Pezet durante la guerra que sostenía con España.

Si lo hubieran dejado también «unificaba» España.

 #5. Antonio López de Santa Anna (México).

Si hay una relación directa entre la longitud del nombre del sujeto y el grado de locura que este posee, entonces Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón debe haber sido un orate completo. El mismo hecho de que este militar, quien fue presidente cuando México perdió la mitad de su territorio ante Estados Unidos, haya decidido usar el apodo “Napoleón del Oeste” es bastante indicador de su ligeramente desviada percepción de la realidad.

Antonio López de Santa Anna estuvo involucrado en los avatares políticos y militares de México desde antes de su Independencia. En el México independiente participó de innumerables guerras civiles y golpes de estado, además de alcanzar la presidencia en numerosas ocasiones durante las cuales reprimió cruentamente a sus oponentes. Pero los constantes cambios de bando político (fue realista, insurgente, liberal, conservador, monárquico y republicano en diferentes momentos), la adicción a los juegos de azar, el ejercicio liberal de la violencia, y encima hacer que se dirijan a él como “Su Alteza Serenísima” después de proclamarse dictador de por vida son extravagancias relativamente pequeñas en la América Latina del siglo XIX. Santa Anna hacía todo a lo grande: tanto sus derrotas con Estados Unidos/Texas como su acto mayor de locura fueron de proporciones épicas.

En 1838 los franceses invadieron el puerto de Veracruz, y Santa Anna se puso al mando de las fuerzas mexicanas. En uno de los enfrentamientos sucesivos el “Napoleón del Oeste” fue herido en la pierna, la cual tuvo que ser amputada. Hasta ahí no hay nada que no ocurriera todos los días en los campos de batalla del siglo XIX. Y ahí entra la locura.

Santa Anna le organizó un funeral de Estado a su pierna. A su pierna. Con velatorio, misa, llanto, entierro y todo.

En una de las varias ocasiones en que cayó en desgracia, el pueblo fue a la tumba de su querida pierna y la desenterró, cometiendo todo tipo de fechorías con ella. Para su mayor desgracia, la pierna prostética que usó por varios años fue capturada por los estadounidenses en la guerra de 1846, y la han guardado como trofeo desde entonces. Una verdadera desgracia.

#4. Francisco Solano López (Paraguay)

Si alguien merece el apelativo de loco furioso, es Francisco Solano López, dictador de Paraguay entre 1862 y 1870. Quizá el hecho de ser el hijo de otro dictador que lo ascendió al rango de general de brigada a la tierna edad de 18 años hizo que se desequilibrara un tanto, al punto que se mandó hacer una réplica de la corona de Napoleón (para usar por la casa y en bautizos, asumimos).

Pero hasta ese punto no es más que un dictador extravagante como tantos que hemos tenido en América Latina. Los acontecimientos que llevaron a la guerra del Paraguay, o guerra de la triple alianza, entre 1864 y 1870 son los que nos hacen pensar que López fue quien inventó la mezcla explosiva entre la “furia” y la “locura”.

Resulta que López era aliado del gobierno de Atanasio Aguirre en Uruguay, el cual se vio amenazado por Brasil. Ante ello, López, (dictador de uno de los países más pequeños de Sudamérica), le advirtió a Brasil (el país más grande de Sudamérica), que no se metiera con Uruguay. Brasil no hizo caso y procedió a invadir Uruguay de todas maneras, lo cual provocó que López declarara la guerra. Oye, eso no es ser loco, es ser buen amigo. Pero no, eso no era suficientemente loco para López. No solo declaró la guerra, sino que invadió buena parte de lo que hoy es el estado de Matto Grosso do Sul. Un área que probablemente haya sido del tamaño de Paraguay en ese momento.

Pero Brando, eso no es estar loco, eso es tener huevos. Sí, definitivamente, de eso no hay duda. Acá es donde la cosa se pone loca y furiosa. A López no le bastaba con haber invadido Brasil, sino que también quería mandar tropas a pelear con los brasileños en el mismo Uruguay. El único problema que tenía era que Argentina estaba en el camino, así que tuvo que primero pedir permiso para pasar, permiso que Argentina negó. Pero como a López no le bastaba estar en guerra con el país más grande de Sudamérica, decidió que sería una buena idea meterse también con el segundo país más grande, e invadió a Argentina también. La resultante alianza entre Brasil y Argentina se redondeó con el nuevo gobierno de Uruguay.

Un método comprobado de hacer las cosas

Un método comprobado de hacer las cosas

Siguieron varios años de muerte y destrucción, durante los cuales López llegó a sufrir de una paranoia enfermiza. Esta le llevó a creer que todos querían atentar contra su vida, y mandó matar a medio mundo, incluyendo a sus hermanos, cuñados y nueve de cada diez empleados públicos. Pero como madre solo hay una, a ella solo la mandó azotar por haberlo parido fuera de matrimonio.

Después de varios años de guerra, López finalmente murió en la batalla de Cerro Corá, junto a su hijo de 17 años (que había sido ascendido a coronel, lógicamente) y rodeado por una banda famélica de niños y ancianos a los cuales él se refería de forma hitleresca como “ejército”. ¿El costo de tanta locura? La friolera de entre 60% y 70% de la población de Paraguay, y casi todos sus hombres adultos.

Agarren al loco

 #3. Mariano Melgarejo (Bolivia)

Si especificamos que Melgarejo (1864-1871) era probablemente el más bárbaro de la época de conocida como la de los “caudillos bárbaros” en la historia boliviana, sabemos que debe ser un locazo. Y lo era. Conspirador perpetuo, llegó al poder por medio de un sangriento golpe de estado, y cuando otro caudillo tomó el Palacio de Gobierno para hacerle lo mismo, Melgarejo entró, lo mató a balazos y sacó su cadáver al balcón. Al verlo, una multitud que gritaba “¡Viva Belzú!” tuvo que empezar a gritar “¡Viva Melgarejo!”. En medio de todo, los bolivianos, conscientes de la psicosis de su dictador, optaron por lo seguro.

 Esos ojos… esos ojos… ¡está loco!

Pero su sed de sangre no era el límite de su locura. Estipuló ciertas condiciones para que las comunidades indígenas pudieran preservar sus tierras (pero no le hizo difusión alguna al decreto). En consecuencia expropió todas sus tierras  y se las repartió a sus amigotes. Los indígenas fueron masacrados sin piedad. Asimismo, toda oposición por parte de los sectores ilustrados de la sociedad boliviana era suprimida a sangre y fuego.

Hasta este punto quizá uno pueda decir que Melgarejo no era más que el típico militarote latinoamericano. Pero donde mejor demostró su demencia fue en su alcoholizada política exterior y conocimientos geográficos. Según cuentan sus contemporáneos, durante una de sus muchas borracheras concluyó que el Reino Unido había ofendido mortalmente a Bolivia, y que él y su ejército tomarían represalias con un medio radical, pero efectivo: una invasión. Sacó a su ejército de La Paz y se pusieron a marchar. Cuando le señalaron que Bolivia no tenía salida al mar (que en realidad sí tenía en ese momento, pero ya llegaremos a ese punto), Melgarejo dictaminó que podrían salir por Perú. Acto seguido, le indicaron que Inglaterra era una isla y que Bolivia no tenía barcos a su disposición, Melgarejo dio con una solución muy sencilla: sus soldados nadarían hasta dar con Inglaterra. Cuando tu locura supera la de Napoleón y Hitler definitivamente estás jugando en las grandes ligas.

En otra borrachera, decidió que él debía defender París de las huestes alemanas durante la Guerra franco-prusiana. En este caso concluyó que no era necesario nadar para llegar a Francia, ya que tomarían un atajo por la selva (¿?). Y en otra ocasión, se sintió tan agradecido por un caballo que le regaló un diplomático brasileño, que procedió a cederle a Brasil un enorme trecho de selva boliviana. Un territorio en forma de herradura. Loco.

Fue durante el gobierno de Melgarejo que Bolivia firmó el confuso tratado de límites de 1866 con Chile, tras el cual los chilenos lo declararon general de división honorario del ejército chileno. Este fue el tratado cuyas ambigüedades hicieron que se tuviera que firmar otro, en 1874, el cual a su vez terminó desencadenando la Guerra del Pacífico, en la cual Bolivia se quedó sin salida al mar. Gracias Melgarejo.

Así debió quedar la armada boliviana después de Melgarejo.

Quizá una última medida de la frágil relación que Melgarejo tenía con la realidad sea el que después de derrocado, habiendo quedado reducido a la miseria, exigió que Chile le pagara su sueldo de general.

 #2. Rafael Trujillo (República Dominicana)

 

Rafael Leonidas Trujillo Molina gobernó –para todo propósito práctico– la República Dominicana entre 1930 y 1961, dándole a su país tres décadas de locura pura y sin adulterar. ¿Por dónde empezar?

El ego de este demente era de proporciones ciclópeas. Mandó cambiarle el nombre a la capital, que de Santo Domingo, pasó a llamarse “Ciudad Trujillo”. El pico más elevado del país fue rebautizado como “Pico Trujillo” (dado que, incluso cuando estaba avanzado de años, tenía una gran afición por las mujeres, especialmente las niñas, sospechamos que esto tiene rasgos incluso freudianos). Quizá la muestra más clara de su megalomanía ilimitada fue uno de los lemas oficiales de su época: “Trujillo en tierra, Dios en el cielo”.

 Acá  estamos casi seguros de que así estaban pintadas las iglesias en la República Dominicana.

Como buen padre de familia latinoamericano, tenía mucho aprecio por sus hijos. Tanto, que nombró a su hijo coronel del ejército. Cuando tenía tres años. Y poco después lo ascendió a general. Otra hija suya no podía quedar atrás, así que fue coronada Angelita I, en una ceremonia en la que se gastó un tercio del presupuesto del estado. Quizá lo único cuerdo y lógico (en términos latinoamericanos) que hizo respecto de su familia fue involucrarla en una vasta red de favoritismo, corrupción y enriquecimiento ilícito.

Su paranoia y violencia conocían pocos límites. Los invitados que recibía tenían la agradable experiencia de tener cuatro hombres con subametralladoras apuntándoles todo el tiempo. Además, en un ataque de ira atacó a los haitianos que vivían en la frontera, masacrando a unos 20,000 a 30,000 personas, por las que después tuvo que pagar una indemnización de unos $30 por cabeza (el dictador haitiano era, en realidad, otro loco). Y eso sin contar las decenas de miles de dominicanos que también perecieron bajo su tiránico gobierno.

Quizá podríamos cerrar con su extravagancia en lo que a moda y su presentación personal respecta. Tanto gustaba de los uniformes militares estrambóticos que llegó a coleccionar dos mil diferentes conjuntos. Asimismo, coleccionó diez mil diferentes corbatas y mandó elaborar un perfume exclusivamente suyo.

Si a eso añadimos que tenía algo de sangre afrocaribeña, aunque quiso borrar todo registro de ello. Nos hace recordar a alguien, pero en este momento no se nos viene el nombre a la cabeza…

No, él no… tiene que haber otro aficionado a los uniformes, menores de edad y no ser negro…

 

#1. José Gaspar Rodríguez de Francia (Paraguay)

Cerramos nuestra lista muy bien, con un digno predecesor de Kim Jong-Il y creador de una ideología Juche al estilo guaraní. Conocido por sus compatriotas como el Doctor Francia, cursó estudios encaminados al sacerdocio en los años anteriores a la Independencia, aunque nunca llegó a usar la sotana, pero sí fue una de las únicas dos personas en Paraguay con estudios de doctorado. Fue un destacado partícipe del proceso de independencia, pero como era un tipo tan espectacular no se limitó a declarar la separación de España, sino de Argentina también, ya que, al parecer, independizarse de un solo país es para perdedores.

Pero hasta ese punto no hay nada que resulte absolutamente estremecedor. Era una época convulsionada, y se necesitaban líderes fuertes. Hacia 1814 fue nombrado Cónsul de Paraguay y después “Supremo y perpetuo dictador del Paraguay”, y ahí fue cuando empezaron los años locos de alguien que gustaba que se refieran a él como El Supremo.

El poder omnímodo y las capas llevan necesariamente a nombres rimbombantes. Kim Jong Il, por lo menos, se hace llamar “El querido líder”, por más que parezca “Darth Vader gordo”.

 En una época en que en Estados Unidos estaba prohibido el matrimonio interracial, «El Supremo» decretó que todos los blancos debían casarse con personas de otra raza y punto. Una forma sumamente original de “solucionar” los problemas raciales del país. Monopolizó todas las funciones del Estado en sí mismo, llegando al punto en que él mismo medía y trazaba las calles de Asunción y además era la única persona que podía oficiar matrimonios (probablemente para asegurarse que ningún blanco se esté casando con una blanca maquillada). Cuando descubrió que una de sus hijas se prostituía, declaró oficialmente que la prostitución era el más digno de los oficios, y que todas las prostitutas usaran peinetas de oro. Su paranoia era legendaria, y para evitar ser envenenado desenrrollaba los cigarros que su hermana misma hacía, y preparaba su propia yerba mate. Finalmente, todos debían quitarse el sombrero cuando él pasara, y como algunos paraguayos no tenían dinero para comprar sombreros, debían siempre portar cuando menos un simulacro de ala (de sombrero) para quitárselo.

Por otra parte, no queremos aseverar ni que los ateos ni los creyentes están locos. Pero de lo que sí estamos seguros es que solo un loco como Francia podía ser ateo y al mismo tiempo proclamarse jefe de la nacionalizada iglesia católica de Paraguay. Rompió con Roma, se hizo excomulgar y declaró que si el Papa venía a reclamarle lo haría su capellán de cabecera. Y si bien se deshizo de la inquisición, creó su propia policía secreta.

Y como todo buen déspota demente con una policía secreta a la mano, se dedicó a reprimir a la oposición de manera cruenta, pero “civilizada” (era, después de todo, un tipo educado). Prohibió que sus enemigos fueran torturados, y que más bien fueran ser ejecutados en una banca ubicada bajo su ventana. Y a bayonetazo limpio, para ahorrar balas.

 Aparentemente, esa cosa de cobrarles la bala a los parientes del ejecutado era demasiado “sensato” para el Dr. Francia…

Si hay algo que definitivamente hace que Francia sea antecesor de Kim Jong-Il es su política de aislacionismo. Durante décadas, Paraguay cerró sus fronteras, y no se permitía ni la entrada de extranjeros ni la salida de paraguayos. Solo podían entrar algunos refugiados bajo condiciones muy estrictas. Además, la información del exterior estaba muy controlada, y el único que podía ver las publicaciones que venían del extranjero era el mismo Francia.

Traducción: ¡Ni El Supremo ni Paraguay necesitan nada del extranjero, tenemos a Chilavert y a Larissa Riquelme y sus hijos conquistarán el mundo! ¡Juche!

Finalmente, quizá aquello que destaque a El Supremo como un demente entre dementes sea lo siguiente, especialmente tomando en cuenta que era un dictador latinoamericano: aparentemente no se robó un solo centavo del dinero del Estado. Y eso, entre gobernantes latinoamericanos es una locura de otro nivel, sin duda, ya que a veces parece que los locos normales se meten de presidentes precisamente para levantarse el Estado en peso.

Es por eso que cuando se trate de dementes legendarios de nuestra querida, dividida pero única Latino-América no cabe duda de que José Gaspar Rodriguez de Francia es el más extremo.

Cuando no está escribiendo huevadas Brando Ferrín es estudiante de ingeniería de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (ESPOL-Guayaquil-Ecuador).

Mamarrachos