Curiosidades sobre la vida en pareja, solo o acompañado

El estudio hecho por Universidad Ludwig Maximilian de Munich en Alemania, lanzó un resultado no muy alentador sobre el sexo.

Curiosidades sobre la vida en pareja, solo o acompañado

Ni los hijos, ni las riñas, ni la convivencia, nada de esto causa que la pasión se apague, lo que logra que el sexo pierda toda emoción es el correr del tiempo.

Los científicos hicieron la investigación con la participación de tres mil personas de entre veintiuno y cuarenta y cinco años de edad en diferentes etapas de su relación.

La conclusión a la que llegaron es que el sexo tiene data de caducidad y esta se va a marcar justo un año tras haber tenido relaciones íntimas por vez primera con esa persona.

Lo que ocurre, explican los científicos, es que en un año se acaba de conocer a una persona en su etapa física y acoplarse por completo a ella.

Sobre la llegada de nuevos miembros a la familia

Un dato esencial del estudio es que la llegada de bebés a un hogar no hace que el sexo se apague, es posible que la frecuencia de las relaciones reduzca, mas la calidad va a aumentar.

No se halló que tener hijos jugase un papel esencial en la satisfacción sexual de la pareja. Lo que la investigación de esta manera ha probado es que la frecuencia sexual está con fuerza influida por la existencia y la edad de los niños” mantiene Claudia Schmiedeberg, autora del estudio.

Los especialistas aconsejan que, para no permitir que la pasión solo tenga un año de vigencia, lo mejor es sostener la comunicación activa, sostener el sentido del humor todavía en las situaciones más tensas, preocuparse por la pareja y darle el valor preciso.

Que hay de compartir tu proyecto personales con tu pareja?

Giorgio Benedetti halló su sitio en el planeta en Mar del Plata. Allá mudó su vida y sus cosas, a una casa cerca de Punta Mogotes perteneciente a su familia, que transformó en su nueva base para continuar con su profesión de cronista de vinos y gastronomía. Ya instalado y embarcado en la construcción de una casa propia, conoció a Victoria, sumiller, en un acontecimiento de vinos. Idas y venidas -AEP-MDQ y a la inversa- marcaron los primeros tiempos de la relación, hasta el momento en que decidió sumarse a la resolución de Giorgio, decir adiós a Barrancas de Belgrano y probar suerte en «la Feliz».

«No había mucha vuelta; en el momento en que nos conocimos ya estaba edificando la casa y no tenía pensado recular en mi nuevo estándar de vida -asegura Giorgio, de cuarenta y dos años-. Para mí, el surf es una obsesión, hasta tal punto que hice la casa a 4 cuadras de la mejor ola de Mar del Plata; la casa está en el distrito del Faro, en el tope de la civilización, donde las calles empiezan a ser de ripio. No hizo falta discutirlo con Victoria: no había forma de que volviese a Buenos Aires.» «La resolución de acompañarlo implicó una movida en mi laburo: venir aquí y comenzar a buscar empleo -resume Victoria, que hoy día se desempeña como sumiller de la bodega Luigi Bosca y da clases de vinos-. El día de hoy surfeamos, tenemos una huerta y un proyecto de vida juntos.»

La historia de Giorgio y Victoria propón la pregunta: ¿puede el deseo de uno transformarse en el proyecto de la pareja? Sea la vida con vista al mar, emprender un proyecto laboral que solo es entendible desde la mirada de quien lo ha soñado, la casa de fin de semana en el medio de la nada, o bien aun ideas considerablemente más delimitadas en tiempo y esmero, cada vez son menos los que resignan y silencian sus anhelos en busca de la armonía conyugal. Conversar, negociar, otorgar, acordar… con sus ventajas y sus inconvenientes, tomando peligros siempre y en toda circunstancia precisos, la pareja puede marchar como catalizador de sueños para quienes se animan a compartirlos.

«Aunque tomar la resolución de estar en pareja y convivir implica en sí un proyecto compartido, tener proyectos o bien caminos consensuados no debería impedir que cada uno de ellos de los miembros de la pareja prosiguiera su desarrollo, sus gustos, hobbies, etc.. En otras palabras, ello no debe impedir el desarrollo del proyecto personal, que lejos de depauperar la relación la sostiene oxigenada y la enriquece con los diferentes aportes que cada cual comparte con el otro», mantiene la psicoterapeuta Adriana Guraieb, de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

Jarana Records, local de vinilos que marcha desde hace dos meses en el pasaje Soria, a una cuadra de la palermitana plaza Serrano, marcha como un ejemplo de un sueño personal que, compartido, encontró terreno fértil para pasar de ser un hobby/fanatismo adolescente a un proyecto de manera comercial viable y sustentable. «Hace veinticinco años que colecciono discos, primero CD y, desde hace unos diez años, vinilos», cuenta Juan Muñiz, de treinta y cuatro años, que reconoce que su afición siempre y en toda circunstancia ha tenido algo de «patológico» -a lo largo de años su salario se iba en discos-.

Desde muchacho estaba latente el sueño de la disquería propia. «Como entonces era algo imposible de cumplir, lo fui dejando a un lado», cuenta. Sin embargo, Juan jamás abandonó el hábito de adquirir discos y de, ya en pareja, ir implicando a su novia Vicky Rodríguez Daniel en su pasión.

De este modo, en todos y cada viaje de Juan de los que volvía con veinte, treinta o bien cincuenta vinilos en la valija, un porcentaje eran discos para Vicky -«para implicarla en el consumo de vinilo», reconoce-. Mas un día, hace un par de años, lo que hasta ese momento era un sueño empezó a tomar forma: «Decidí que era un buen instante, puesto que la venta de vinilos tanto a nivel local como global ya estaba establecida», cuenta Juan. «El de la disquería propia era un sueño que siempre y en todo momento tuvo de muchacho, mas que entre los 2 comenzamos a tomar de verdad», añade Vicky, de treinta y tres años, pareja de Juan, que se sumó para aportar la contraparte comunicacional y estética del proyecto.

«Alén del amor compartido por la música, lo bueno de transformar un proyecto personal en uno de pareja fue complementarnos. Hay aspectos del proyecto que, si lo hubiera encarado solo, nunca se me hubieran ocurrido», afirma Juan, que está seguro de que el hecho de que Jaraná Records exista fuera de su cabeza y de sus sueños se debe en buena medida a su novia. «Él es el ánima de la disquería. Yo aporto toda la experiencia que traigo de haber trabajado por años como productora -añade Vicky-. Lo mejor es que somos complementarios, en tanto que tenemos personalidades diferentes, y esa complementariedad es el secreto para hacer algo juntos. Aparte de tener mucha paciencia…»

Es conveniente realmente llegar a un acuerdo y renunciar a ciertas cosas?

sobre la conviviencia

Resulte aproximadamente natural, la resolución de poner encima de la mesa conyugal los deseos personales en pos de acuerdo, soporte o bien discute apunta una actitud diferente a la de dejarlos mustiar por miedo a que se transformen en un motivo de disputa matrimonial, mas que asimismo se halla a años luz de llevarlos adelante en silencio y a ocultas. Ahora, el de qué manera es una cosa que cambia de pareja en pareja, si bien existen determinados modelos.

Juntos o bien paralelamente, estos acostumbran a ser los 2 extremos entre aquéllos que toma forma el camino que cada pareja escoge para dar sitio a los proyectos de sus miembros, apunta el médico siquiatra y psicoanalista Pedro Horvat. «Ciertas parejas llevan una vida «en paralelo» en la que los dos desarrollan sus proyectos y la pareja medra en el espacio que estos dejan, al paso que en el otro extremo hay otras de funcionamiento que podríamos llamar «gemelar», en donde hacen todo juntos, con poquísimo sitio para lo individual», distingue Horvat y advierte: «En ese abanico, el límite es muy variable y depende del modelo que hayan construido, mas siempre y en toda circunstancia va a haber un límite no aceptable para el otro. No respetarlo va a tener, tarde que temprano, consecuencias negativas».

La participación del otro en el proyecto personal puede aceptar diferentes formas, coincide Cristina Meyrialle, autora del libro La pareja en crisis. Peligro y ocasión. «Los proyectos personales pueden implicar o bien no a la pareja en su aspecto específico -asevera la psicoterapeuta-. En ciertos casos, la pareja puede ser parte de la realización de un deseo personal de su pareja (se marchan juntos a hacer un viaje que era el sueño del otro) mas no necesariamente. Una forma de incluir al otro es la consulta, donde no se pide autorización, sino se comparte el tema para percibir ideas, creencias que pueden o bien no ser utilizadas. De esta forma, la pareja coopera en el logro del proyecto personal del otro».

Compartir es un valor en sí, resalta el psicoanalista y siquiatra Juan Cristóbal Tenconi. «Se puede compartir desde muchos lados. Por poner un ejemplo, por el placer de asistir al otro, verlo medrar, si bien ese no sea mi proyecto. Y asimismo compartir desde la mirada de que con el proyecto del otro me enriquezca pues asimismo es mi proyecto», precisa Tenconi, quien recuerda que, «de entrada, la pareja es en sí un proyecto personal».

Quizá más simples de ver como propios son aquellos proyectos en los que los resultados son percibidos y compartidos en el planeta de lo real. «Ciertos proyectos personales representan una ocasión para el otro y, por ende, dejan de ser personales y se convierten en compartidos -reanuda Horvat-. Un caso usual es el viaje de estudios, que moviliza uno y el otro se aúna encontrando provecho propio. Mas en otros casos esto no es posible y uno es sencillamente testigo y sostén del proyecto de la pareja. Acá, los costos y beneficios son muy diferentes y puede convertirse en una resolución de peligro para la estabilidad del vínculo».

Un aspecto esencial que advierte Meyrialle es cierto carácter de simetría deseable entre los dos miembros de la pareja en lo relativo a la posibilidad de satisfacer los propios anhelos. «Lo más esencial es conseguir un equilibrio entre los deseos de uno y del otro -asevera-. Cuando uno de los 2 ejercita alguna clase de poder exclusivo en la relación de pareja y satisface solo sus deseos personales, genera un desequilibrio sensible en los dos. Buscar la satisfacción alternada, o bien quizás conjunta mas repartida, va a ser democrático y resguardará los deseos personales de los dos».

Emprender juntos en la distancia

«Aunque mis proyectos profesionales son independientes de los de Juan, al instante de la planificación siempre y en todo momento contemplo la posibilidad de compartir la experiencia con él», cuenta por correo electrónico María Emilia Croce, desde el país nipón, donde se halla estudiando tras haber conseguido una beca como bióloga. Su beca es de 6 meses, al paso que la que consiguió su novio (asimismo biólogo) Juan Manuel Molina fue de 3 meses, y ya concluyó, lo que lo trajo de regreso a Buenos Aires.

«Deseábamos hacer estancias en el exterior donde podamos continuar estudiando en nuestros campos de acción -cuenta-. Yo solicité una beca por 6 meses para hacer una estancia de investigación. Y después Juan prosiguió buscando por otra parte y logró una beca más corta, orientada a hacer una experiencia en un instituto oceanográfico en cualquier una parte del planeta. Evidentemente escogió el país nipón después de que salió mi beca puesto que la idea era estar juntos».

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *