Caer en las garras de alguien o de algo: Dar con alguien de quien se espera grave daño o perjuicio, el mismo que espera el animal que es atrapado por un depredador, o del pez que entra en la red del pescador. Este año nos va a ir mal en matemáticas, porque hemos caído en las garras del profesor Vázquez, el más hueso de todos los huesos.
Caer en la trampa/en el lazo/en el garlito
Caer en la trampa/en el lazo/en el garlito: Resultar burlado o engañado por otra persona. A mí me dijo que necesitaba el dinero para pagar el último plazo de la matrícula, que si no pagaba lo echaban de la Universidad, y yo, ingenuo de mí, caí en la trampa. Se nos ofrece aquí la imagen del animal que cae en la trampa o que mete la pata en el lazo, o la del pez que cae en el garlito, una especie de cesto que tiene en uno de sus extremos una red, dispuesta de tal forma que la presa puede entrar, pero no salir.
Caer en la cuenta
Caer en la cuenta: Darse cuenta de algo una persona por sí misma. No sabía que su marido tenía una amante; cayó en la cuenta cuando le encontró una carta de ella en un bolsillo de la chaqueta. Literalmente, la locución significa ‘entender la cuenta’, o sea, la operación matemática, seguramente en alusión al hecho de descubrir la causa del posible error.
Caer en gracia/en desgracia
Caer en gracia/en desgracia: Resultar simpático; complacer, caer bien a alguien. Este tío no ha hecho nada, simplemente ha caído en gracia a los jefes y ahí lo tienes, vicepresidente. Todo lo contrario, resultarle antipático, molesto o incómodo a alguien es caer en desgracia. Al parecer, el ministro había caído en desgracia y ha sido el presidente el que prácticamente le ha obligado a presentar la dimisión.
Caer en el/al vacío
Caer en el/al vacío: Resultar indiferente o ignorado algo que se propone. Yo ya dije hace unos cuantos meses que este plan iba a ser un fracaso, pero mi opinión, como casi siempre, cayó en el vacío. La imagen de la palabra cayendo como piedra al pozo profundo de la ignorancia, aparte de lo cursi de la frase, nos sirve perfectamente.
Caer(se)/bajar(se)/apearse del burro/del macho/del machito/de la burra
Caer(se)/bajar(se)/apearse del burro/del macho/del machito/de la burra: Convencerse alguien de algo. Existen también las expresiones ir bien en el burro o no apearse del burro, para indicar la terquedad o la persistencia en una opinión equivocada. Cuando se dio cuenta de que todos estaban en su contra cayó del burro y rectificó. Todas las expresiones anteriores parecen tener su semilla en algún cuento popular cuyo protagonista afirmaba que jamás se caería de su burro, hasta que se cayó, claro. En la segunda parte de El Quijote (cap. XIX), el Licenciado Corchuelo se atreve a intentar luchar con Don Quijote desde su burra, fingiéndose diestro en el manejo de la espada. Por supuesto, cae, y comenta a Sancho Panza tras la caída: «Yo me contento de haber caído de mi burra y que me haya mostrado la experiencia, la verdad.» La propia Celestina, segura de que Pármeno se autoconvencerá de la inutilidad de su fidelidad a Calisto y caerá en las redes que ella le tiende, afirma «déjale, que él caerá de su asno». V. Ir a gusto en el machito||No apearse del burro.
Caer(se) de culo y romperse las narices/la cabeza
Caer(se) de culo y romperse las narices/la cabeza Tener muy mala suerte. Llevo dos semanas que no me toca el gordo de la lotería por un número. Me caigo de culo y me rompo las narices. La humorística crueldad de la frase habla por sí sola. Si al menos se hubiera roto el culo…
Caer como una bomba
Caer como una bomba: (Ser algo una/la bomba) Causar un asunto asombro, sorpresa o confusión. La frase se aplica sobre todo a una noticia inesperada o sorprendente. El anuncio de la boda del príncipe ha caído como una bomba, porque nadie, absolutamente nadie, se lo esperaba. Una bomba es tan inesperada como destructiva, aunque en muchos casos en la lengua coloquial lo destructivo se convierte en sorprendente e, incluso, en muy bueno o extraordinario, como cuando decimos que esa canción es la bomba del verano, que lo hemos pasado bomba o que aquella chica es la bomba.
Caer/morir como moscas/chinches
Caer/morir como moscas/chinches: Morir mucha gente en un breve periodo de tiempo. Con cada epidemia de peste negra que asolaba a la Europa medieval la gente, en especial los más humildes, caía como moscas, hasta el punto de que la población del continente se redujo de forma considerable. La frase, tan cruel como significativa, nos lleva a pensar en un montón de moscas atrapadas en esas cintas pegajosas que se usaban antes de que existieran los insecticidas o en un montón de molestas chinches abatidas por el insecticida. Por cierto, las chinches, unos insectos homeópteros, se cuentan entre los bichejos más odiados por los humanos—de hecho hemos creado el verbo chinchar ‘molestar sobremanera’—, porque se alimentan de nuestra sangre, por su nocturnidad, por la fetidez que desprenden y por lo molesto de sus picaduras. V. Ser un chinche||Ser un matasiete.
Caer chuzos de punta
Caer chuzos de punta: Con el auge de los llamados porteros automáticos y de los guardias de seguridad, han desaparecido por completo de nuestras calles los entrañables serenos, siempre prontos y dispuestos para acudir a la llamada del trasnochador. Llevaban los serenos gorrilla de plato y botones dorados, el manojo de llaves en una mano y una especie de bastón con la punta metálica que sacaba chispas de los adoquines cuando los golpeaba ruidosamente: el chuzo. Por cierto, esta curiosa palabra parece una deformación del gentilicio suizo, pues, al parecer, antiguamente los soldados suizos usaban como arma un palo con un pincho o con una cuchilla. Decimos que caen chuzos de punta cuando llueve mucho, muchísimo, cuando cae esa lluvia ruidosa y dura, casi sólida, dura y puntiaguda como chuzos. No salgas a la calle ahora que están cayendo chuzos de punta.