Batalla campal: Se llama así a una pelea o enfrentamiento, generalmente violentos y de consecuencias graves. La supuesta manifestación pacífica acabó cuando un grupo de alborotadores empezó a romper cabinas y escaparates. La policía tuvo que cargar y aquello derivó en una batalla campal. Una batalla campal era la que se desarrollaba a campo abierto, sin escaramuzas ni estratagemas, en la que, por tanto, había una lucha cruenta, enfrentamientos cuerpo a cuerpo y gran número de pérdidas humanas. Nada que ver con la actual—aunque a veces más cruel— guerra tecnológica.
Barrer para casa
Barrer para casa: (Barrer hacia/para adentro) Buscar el beneficio propio o favorecer deliberadamente a alguien conocido o en algún sentido afín. Claro, el árbitro era de Valladolid, como el equipo que ganó. No se puede negar que barrió para casa. Barrer, en este caso, está utilizado en su acepción de acaparar o de llevarse muchas cosas. Nadie mete en su propia casa la suciedad que arrastra al barrer, más bien la suele meter en casa ajena, ¿o no? En muchos juegos de cartas se llama barrer al hecho de hacerse con la baza, con las cartas puestas sobre la mesa. Quién barre el mayor número de bazas suele acabar ganando la partida. La frase bien podría haberse generado aquí.
Baño de sangre
Baño de sangre: [ser un; haber un] Se llama así a una gran y cruenta tragedia, tanto que, con cruda hipérbole, las víctimas se bañan en sangre. Si alguien no pone remedio a estas tensiones entre los dos bandos aquí va a haber un baño de sangre. De eso estoy seguro.
Bajo mínimos
Bajo mínimos: [estar] En una situación precaria o comprometida. A ver si de una vez cumplen lo prometido y nos arreglan la conducción del agua y de la electricidad y nos asfaltan las calles, porque en este pueblo no es que estemos mal, es que estamos bajo mínimos. La expresión parece propia del lenguaje de la economía, en referencia al mínimo de ganancias indispensable para no llegar a la ruina. Quien está por debajo de estos mínimos está, evidentemente, rozando el peligro.
Bajo cuerda
Bajo cuerda: [dar; entregar] De forma oculta e ilegal. Encubiertamente. Este tío gana mucho dinero y no me explico cómo. A mí me parece que le pagan bajo cuerda. Existía antiguamente —Gonzalo Correas y Quevedo, entre otros, hablan de él ya en el siglo XVII— un juego parecido al actual tenis, que consistía en que dos jugadores pasaban alternativamente una pelota por encima de una cuerda. Cuando uno de ellos se despistaba, el otro aprovechaba la ocasión para hacer trampa y pasar la pelota por debajo de la cuerda.
Bajarse/quitarse los pantalones
Bajarse/quitarse los pantalones: (Ser algo una bajada de pantalones) Humillarse, ceder de forma vergonzante ante las pretensiones injustas de alguien, pese a tener razón o haber actuado correctamente. Mucho decir que iban a hablar en nombre de todos y que le iban a exigir al jefe un aumento de sueldo para todos y reducción de horarios y resulta que cuando están delante de él se bajan los pantalones y ni aumento, ni reducción de horarios, ni nada. Si estamos peor que antes. La referencia a los pantalones como símbolo de masculinidad o de virilidad, en suma, de poder, parece clara (v. Llevar los pantalones). Quien tiene los pantalones bajados se dispone a dejar que abusen de él, en el más cruel sentido de la palabra. A veces se llega más allá en el figurado strip-tease y se dice Enseñar el culo/las vergüenzas o Quedarse con el culo al aire (v.) para hacer referencia a una humillación.
Bajarle/bajársele a alguien los humos
Bajarle/bajársele a alguien los humos: Lograr que alguien desista de su actitud altiva y presuntuosa. Derrotar a alguien. Ahí lo tienes, el más listo, el más guapo, el más estudioso, el que presumía tanto de ser perfecto. Espero que este suspenso le haya bajado los humos. El término humo es sinónimo de altivez y de enfado (v. Estar alguien que echa humo). Es curiosa la interpretación de Joaquín Bastús, que habla de la costumbre romana de colocar a la entrada de las casas las imágenes de los antepasados más ilustres, que acababan tiznadas por el humo de las lámparas. Los más cargados de humo serían, pues, los más importantes, aquellos que merecían más respeto: V. Subírsele a alguien los humos.
Bajar/descuidar la guardia
Bajar/descuidar la guardia: Disminuir la atención o la precaución necesarias para llevar a cabo algún asunto. En esta carretera nunca puedes bajar la guardia, porque es muy traicionera y a la menor ocasión puedes tener algún problema. La frase está tomada de la lucha con espadas, del lance en el que uno de los contendientes se desprotege, involuntariamente o adrede, para tenderle una trampa al rival. De aquí pasa a algunos deportes, como la esgrima o el boxeo, en los que, aparte de intentar atacar al contrario, el deportista no puede descuidar su protección, no puede descubrirse, dejar de «guardarse». V. Estar en guardia.
Bajar/agachar/doblar/inclinar la cabeza/la cerviz
Bajar/agachar/doblar/inclinar la cabeza/la cerviz: Mostrar sumisión y obediencia. Si tu padre te echa una bronca y, además, con razón, ¿qué puedes hacer?… Pues nada, bajar la cabeza y aguantar el chaparrón. Reconocer una derrota o una situación de inferioridad. Jugamos de forma valiente y de tú a tú, pero al final tuvimos que bajar la cabeza, porque ellos son mucho mejores que nosotros. El gesto de inclinar la cabeza es señal de respeto y de sumisión ante alguien superior. Ya en latín cervix significaba ‘nuca’ y también ‘valor; osadía, atrevimiento’. V. Agachar las orejas||Levantar la cabeza||No levantar cabeza||Pasar por las horcas caudinas||Tener la frente alta.
Bajar/bajarse/caer/cerrar/echar el telón
Bajar/bajarse/caer/cerrar/echar el telón: Terminar algo, en especial, un ciclo o una temporada. Con la sesión de hoy ha bajado el telón en el Parlamento. Los diputados volverán a reunirse después de las vacaciones veraniegas. Evidentemente, se alude a la bajada del telón una vez terminada la representación teatral. V. Subir el telón.