Bajar/subir el pistón/el diapasón: Disminuir la intensidad de una acción o de un trabajo. Voy a tener que bajar el pistón, porque este ritmo de trabajo no se puede soportar mucho tiempo más. El pistón es un cilindro móvil que tienen algunas máquinas, en especial los motores llamados «de explosión» —el de los coches, por ejemplo— y que funciona como un émbolo: sube y baja alternativamente para dejar que entre o salga un fluido —el combustible—: cuando sube el pistón, entra la mezcla de combustible y aire y se genera mayor potencia; si baja, sucede todo lo contrario. También se llama pistón a cada una de las llaves de algunos instrumentos de viento. Cuando estos pistones se pisan con los dedos se regulan los tonos que produce el instrumento. Si hablamos de bajar el diapasón nos referimos también a lo dicho anteriormente, pero la frase se usa además para hablar de la necesidad de bajar el tono de voz o la intensidad de un debate o de una discusión. Oye, baja el diapasón y habla con un tono normal, que el tema tampoco merece tanto acaloramiento. A ver si hablando de fútbol vamos a acabar a voces. El diapasón es un aparato que se usa para regular el tono de las voces y de los instrumentos musicales. Es una lámina de acero doblada en forma de horquilla que cuando se hace sonar da un la, sexta nota de la escala musical, establecido en 435 vibraciones por segundo. Ambas expresiones se usan sobre todo con el verbo subir. V. Perder el compás.
Bajar (a alguien) de la nube
Bajar (a alguien) de la nube: Volver a la realidad. Abandonar los ideales y centrarse en lo real. Ahora, después del éxito de este libro, de tantos homenajes y reconocimientos tengo que bajar de la nube y ponerme a escribir la novela que tengo en la cabeza desde hace tiempo. Las nubes materializan aquí lo etéreo, lo vano (v. Estar en las nubes||Estar en una nube), pero también lo elevado y lo sublime (v. Poner por las nubes).
Bailarle a alguien el agua
Bailarle a alguien el agua: Adular a alguien. Estar siempre de acuerdo con las acciones u opiniones de otro, normalmente para conseguir algo a cambio. Ese pintor es un auténtico estafador, lo que sucede es que se ha hecho famoso porque siempre ha tenido un montón de críticos que le han bailado el agua. Es algo así como Hacerle a alguien la pelota (v.). La explicación del dicho resulta bastante oscura. Es posible que se hayan cruzado dos orígenes diferentes. Se sabe que una de las formas de agradar a una persona es moverse con ella, ponerse delante, hacerle reverencias, como si el adulador bailase ante el adulado. Otra de las formas de mostrar respeto, y lo sigue siendo en algunos lugares del mundo, es ofrecer a quien llega agua para beber y para lavarse (v. Dar jabón a alguien). Este rito, reflejado en el lavatorio de los pies, símbolo de modestia y de sumisión, que recuerda lo que hizo Jesucristo con sus discípulos, se mantiene actualmente en la liturgia del Jueves Santo. V. Adorar al santo por la peana||Dar coba.
Bailar con la más fea
Bailar con la más fea: Hacer la tarea más ingrata, la misión que nadie quiere. Tocarle a alguien la peor parte. ¿Es que todos los días voy a tener yo que lavar los platos? Ya veo que siempre me toca bailar con la más fea. Interpretada en sentido literal, la frase trae recuerdos de bailes de pueblo y de guateques: chico guapo y chico menos guapo van a las fiestas del pueblo de al lado en busca de ligues. Llegan a la plaza. Chica guapa y chica menos guapa esperan. O bailan las dos o no baila ninguna, claro. Chico guapo se pone a bailar con chica guapa y, ya se sabe, al otro le corresponde el, por llamarlo de alguna forma, «trabajo sucio»: bailar con la más fea.
Bailar alguien al son que le tocan
Bailar alguien al son que le tocan: Se aplica esta frase a quienes son incapaces de tener opiniones propias o de seguir líneas de actuación no marcadas por nadie. O, dicho de otra forma, quién baila al son que le tocan no es independiente ni en sus actuaciones ni en sus juicios. Si tocan valses, baila valses; si tocan tangos, baila tangos; si pasodobles, pasodobles y si no hay música, pues se queda quieto. Jaime no tiene ninguna personalidad, nunca toma ninguna decisión; se deja influir por todo el mundo y siempre baila al son que le tocan.
Ayer fue la víspera
Ayer fue la víspera: Esta frase, que parece más un juego de palabras, se emplea cuando una persona presenta como novedad algo conocido o que ya ha sucedido. ¿Que Lucía se ha casado? ¿De verdad? ¿Y te crees que eres el único que lo sabe? Pues ayer fue la víspera. La víspera es el día anterior a que algo suceda. Si nos referimos al día anterior a la víspera, estamos hablando de hoy, de lo que todo el mundo puede ver, de lo que no hace falta contar.
Aviso a/para navegantes
Aviso a/para navegantes: Con esta expresión se previene de la posibilidad de encontrar dificultades en algún trabajo o se anuncia la llegada inminente de algún problema. Pese a la bonanza económica de los últimos tiempos no debemos confiarnos, porque—aviso a navegantes—dentro de no mucho va a llegarnos un periodo de crisis y tenemos que estar preparados para afrontarlo. El dicho proviene del lenguaje marinero, en el que los avisos a navegantes son, mejor dicho, eran las correcciones, anotaciones y apuntes que se hacían en las cartas de navegación y en los mapas para señalar escollos, accidentes y otros peligros que no constaban en tales documentos. Con los avisos de los navegantes se iban, poco a poco, elaborando mapas mucho más fiables.
¡Averígüelo Vargas!
¡Averígüelo Vargas!: Se utiliza la expresión para dar a entender la suprema dificultad de averiguar, de conocer la explicación o los motivos de algo. ¿Y a mí me preguntas por qué Carlos está siempre de mal humor? ¡Averígüelo Vargas! Ése es uno de los grandes enigmas de la humanidad. El licenciado Don Francisco de Vargas fue un personaje muy famoso en la corte de los Reyes Católicos. El tal Vargas, que comenzó siendo secretario y ayuda de cámara del rey Fernando pasó a ser el encargado de enterarse e informar a los reyes de todo lo que sucedía en la corte y de las quejas o pretensiones de los cortesanos. La frase que nos ocupa incluso llegó a figurar como fórmula hecha en los decretos reales; cuando en ellos se ordenaba el cumplimento de alguna misión, junto a aquellas cuestiones complicadas o que requerían de informaciones específicas, se colocaba la frase «Averígüelo Vargas».
Atarse/ajustarse/apretarse los machos
Atarse/ajustarse/apretarse los machos: Prepararse atentamente para llevar a cabo una empresa complicada. Mentalizarse para hacer algo que se supone problemático. Te espera un curso complicado, el más difícil de toda la carrera. Tendrás que ajustarte los machos y empezar a estudiar desde el principio. Si consigues superarlo, luego todo es mucho más sencillo. Los machos son los cordones, terminados en una borla, que cuelgan de la parte inferior de la taleguilla—el «pantalón »— de los toreros. Lo último que hace el torero, ya vestido, antes de salir hacia la plaza es atarse los machos para ajustar el calzón a la pantorrilla, de aquí el origen y el significado de la frase.
Atar moscas por el rabo
Atar moscas por el rabo: (¡Átame esa mosca por el rabo!) Usamos esta frase cuando alguien dice algo inapropiado, falso o disparatado, sobre todo cuando, a partir de las palabras de otro, se han establecido deducciones claramente falsas. Yo sólo he dicho que ella tiene mucho dinero. Eso de que él se ha casado por interés es atar moscas por el rabo, y lo piensas tú, no yo. ¿Se imaginan que las moscas tuvieran rabo? ¿Se imaginan que, si lo tuvieran, atáramos una a otra por el rabo?