Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la mundial

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la mundial: Se usa este dicho para hablar de un gran escándalo, riña o jaleo. Como este árbitro siga pitando así cuando acabe el partido aquí se va a organizar la mundial. Seguramente en el origen de la frase está la alusión a la primera guerra mundial (1914-1918), conocida como «la gran guerra».

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la/una marimorena

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la/una marimorena: La expresión significa lo mismo que la gorda, la de San Quintín, o la de Dios: organizarse una escandalera de considerables proporciones. Menos mal que no fui a la reunión de vecinos, porque dicen que cuando propusieron subir la cuota se armó la marimorena y casi llegan a las manos. Dicen los libros que allá por el año 1579 se abrió en Madrid una causa contra el tabernero Alonso de Zayas y contra su mujer, la llamada María Morena, posiblemente un apelativo, por el delito de «tener en su casa cueros de vino y no quererlos vender», según se lee en los documentos del proceso. Era costumbre en la época guardar el vino bueno para servirlo a los clientes distinguidos y sacar el malo para el personal «de batalla». Por lo que parece, alguien exigió que se le sirviera vino del bueno, a lo que se negaron los taberneros. Se cuenta que la petición, apoyada por otros parroquianos, fue motivo de un escándalo de considerables proporciones, en el que la tal María Morena, Marimorena para el pueblo y mujer de armas tomar, tuvo un papel más que destacado. El lío, como se ha dicho, acabó en manos de la justicia. Así pudo haber nacido la frase.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la gorda

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la gorda: Se emplea esta expresión cuando tiene lugar un considerable revuelo o cuando se organiza un escándalo. O sea, que has suspendido cuatro pero les has contado a tus padres que has aprobado todo… Pues como se enteren se va a armar la gorda. La Gorda, al parecer, era el nombre con el que los sevillanos denominaban a la gran revolución que se estaba preparando contra la reina Isabel II durante el verano de 1868, conocida más frecuentemente como La Gloriosa o La Septembrina. Ze varmá la gorda, decían. Para los malpensados no está demostrado que se refirieran a la reina, que, por otra parte, estaba ya suficientemente cargada de apelativos entre el pueblo.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la de San Quintín

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la de San Quintín: Su significado es idéntico al de la frase precedente: armarse un gran escándalo. Los manifestantes cortaron el tráfico durante un par de horas. Luego llegó la policía y allí se armó la de San Quintín. Tuvo que intervenir el alcalde para apaciguar los ánimos. La expresión alude a la batalla que tuvo lugar el 10 de agosto de 1557 y en la que las tropas de Felipe II, comandadas por Manuel Filiberto de Saboya, ocuparon la ciudad francesa de San Quintín, derrotando a las tropas del rey francés Francisco I, que sufrieron un gran destrozo; algo así, cuenta la historia, como unas diez mil bajas. Por cierto, en conmemoración de esta batalla el rey Felipe II ordenó la construcción del Monasterio de El Escorial. Dado que el día 10 de agosto se celebra la festividad de San Lorenzo y que éste murió torturado en una parrilla, el rey ordenó que la disposición de los patios interiores del edificio imitase precisamente una parrilla. Ésta es también la razón de que el Monasterio se llame San Lorenzo de El Escorial.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la de mazagatos

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la de mazagatos: Organizarse una gran pendencia, riña o trifulca. Al parecer un ve- cino insultó a otro porque tenía la música muy alta. La cosa empezó a liarse, unos y otros empezaron a sacar trapos sucios y se acabó armando la de mazagatos. Se llamaba mazagatos a las mazas o palos que durante algunas fiestas, y especialmente por carnaval, se colocaban atados a las colas de perros y gatos, según cuenta Correas en su Vocabulario de refranes (1627). Era frecuente que se ataran un gato y un perro a la misma maza con lo que la pelea estaba asegurada.

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la de Dios es Cristo

Armar(se)/preparar(se)/organizar(se)/formar(se)/montar(se) la de Dios es Cristo: (La de Dios||Armar(se) un cristo) Se emplea también sólo en su primera parte: armarse la de Dios o incluso en su segunda: armarse un cristo. Organizarse un gran escándalo, riña o pelea. Habían vendido más entradas de las que permitía el aforo y, claro, en la puerta del teatro se armó la de Dios. La locución tiene su origen en la polémica surgida durante el primer concilio de Nicea, en el año 325, en el que se debatió la naturaleza humana de Jesucristo: ¿Cristo es sólo hombre o es también Dios? Partidarios de cada una de las teorías se enfrentaron duramente y los obispos, que se negaron a reconocer la naturaleza humana de Cristo, fueron desterrados y excomulgados, entre ellos Arrio, fundador del arrianismo, que era la religión de los visigodos que llegaron a España. Un dato curioso que ha de destacarse es que del concilio de Nicea nació el Credo.

Armar(se)/formar(se)/organizar(se)/preparar(se)/montar(se) el/un taco

Armar(se)/formar(se)/organizar(se)/preparar(se)/montar(se) el/un taco: Armarse un escándalo, pero de origen y consecuencias positivos. Se aplica mucho la frase al éxito de los toreros. No veas el taco que armó ayer Joselito en Madrid. Es imposible torear mejor. Cuatro orejas. ¡Impresionante! Es posible que el dicho sea del mismo origen que Hacerse un taco (v.), y que ambos tengan que ver con la acción de colocar o de armar el taco en las armas de fuego, el cilindro de estopa, trapo o papel que se colocaba entre la pólvora y el proyectil para conseguir mayor efectividad en el disparo, lo que a veces daría resultado (Armar el taco) y a veces no (Hacerse o armarse un taco).

Armado hasta los dientes

Armado hasta los dientes: [estar; ir] Con gran cantidad de armamento. La verdad es que fue un poco ridículo ver a aquel montón de soldados armados hasta los dientes para sacar de la casa a aquel pobre niño asustado. La expresión nos sugiere la imagen del que, como los antiguos piratas, con la espada en una mano y la pistola en la otra, lleva el cuchillo entre los dientes. V. Con el cuchillo entre los dientes.

Ares y mares

Ares y mares: [tener; hacer; contar] Gran cantidad. Abundancia. Siempre está hablando de dinero. Se ve que tiene ares y mares. A veces se usa con el significado de ‘prodigios, cosas increíbles y maravillosas’. Tengo muchas ganas de ir a Egipto, porque todo el mundo que ha ido viene contando ares y mares. La expresión está calcada de la portuguesa Ares e mares (‘aires y mares’). No cabe duda de que tanto el aire como el mar son símbolo de inmensidad, de lo que nunca se acaba, de lo incontable. De inmenso a fantástico o prodigioso hay apenas un paso.

Arder Troya

Arder Troya: (Arda Troya||Ya puede arder Troya||Aquí/ahí/allí fue Troya|| Arder Roma) Se aplica esta expresión cuando sucede un gran escándalo o confusión o tiene lugar una gran pelea. Habían mezclado a los hinchas de los dos equipos y, claro, ardió Troya. Empleamos Arda Troya cuando no nos importan las consecuencias de algo, por muy negativas que sean. Yo voy a cambiar de trabajo. Ahí os quedáis, con todos vuestros enfrentamientos. Arda Troya, que a mí me da igual. La expresión Fue troya se usa, generalmente, en las mismas situaciones que Arder Troya, aunque a veces indica que algo, hoy destruido y olvidado, fue en tiempos importante y esplendoroso: Fíjate en esas ruinas… Pues aquí antes fue Troya, porque en este lugar se levantaba una de las iglesias románicas más hermosas de Europa. En este sentido, podemos citar el título de un soneto de Quevedo (1580- 1645) en el que el autor, con magistral y cruel pluma, describe a una vieja bruja: Pinta el aquí fue Troya de la hermosura. Todas las expresiones se refieren a la guerra de Troya, ciudad del Asia Menor (actual Turquía), atacada por los griegos, según la Mitología, para liberar a Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta, que había sido raptada por el príncipe Paris (v. La manzana de la discordia), hijo del rey troyano Príamo. Al parecer, se trató, como en tantos otros casos, de una guerra desatada por motivos comerciales, pues los troyanos controlaban, imponiendo fuertes aranceles, el paso de mercancías por mar a través del estrecho de los Dardanelos, puerta oriental del Mediterráneo. Tras diez años de asedio (1193-1184 a. C.), los griegos consiguieron introducirse en la ciudad con una estratagema ideada por Agamenón: un gran caballo hueco de madera con «sorpresa » ofrecido a los troyanos en son de supuesta paz, pues dentro del caballo entraron varios soldados que consiguieron reducir a los centinelas y abrir las puertas. Los troyanos fueron pasados por las armas y la ciudad fue pasto de las llamas. Troya permaneció oculta hasta que en 1870 el arqueólogo alemán Heinrich Schliemann (1822-1890) descubrió las ruinas, misión a la que prácticamente había consagrado su vida. En esta guerra tomaron parte diversos personajes cuyas hazañas ocupan lugar preferente en la Mitología y en la Literatura: Aquiles (v. El talón de Aquiles), Héctor, Patroclo, Eneas… La guerra de Troya se narra en la Ilíada, de Homero (s. IX? a. C.) y en el libro III de la Eneida, de Virgilio (70-19 a. C.). Por lo que se refiere a la expresión Arder Roma, tiene que ver con el más conocido incendio de la capital imperial, el que tuvo lugar la noche del 18 al 19 de julio del año 64, atribuido falsamente al emperador Nerón, que no estaba contemplando cómo el fuego devoraba la ciudad más espléndida del mundo mientras tañía la lira, sino descansando en su villa natal de Antium, a muchos kilómetros de allí. El bulo fue difundido por la tradición historiográfica cristiana, pues los cristianos, hasta entonces practicantes de una religión oriental poco importante y una de las muchas que existían en el Imperio, fueron acusados por Nerón, para librarse de las sospechas de pirómano que crecían entre el pueblo, de ser los responsables del trágico siniestro.

Ir a la barra de herramientas