¡Antes morir que perder la vida!

¡Antes morir que perder la vida!: Se dice esta absurda y divertida frase cuando, en determinada situación, no hay más remedio que hacer algo, sean cuales sean las consecuencias. Vale como decir «sí o sí». Si intentamos defendernos nos van a meter un montón de goles; si atacamos, lo mismo, así que, al ataque. ¡Antes morir que perder la vida!

¡Ángela María!

¡Ángela María!: Usamos esta exclamación para mostrar asombro o sorpresa. ¿Ciento veinte euros vale ese librito? ¡Ángela María! Ni que las hojas fueran de pan de oro. En realidad deberíamos decir «¡Ángel a María!», pues seguramente el dicho tiene que ver con el asombro de la Virgen María cuando el Ángel (el Arcángel Gabriel) le anunció que iba a concebir al Hijo de Dios (Lucas, I-26 y ss.): «El Ángel del Señor anunció a María», dice el Ángelus. Ha sido un curioso fenómeno de fonética sintáctica (las palabras no se dividen igual cuando hablamos que cuando escribimos) lo que ha generado el aparentemente inexplicable nombre de mujer.

Ande yo caliente y ríase la gente

Ande yo caliente y ríase la gente: Con esta frase queremos indicar que los comentarios o críticas de otros no nos afectan. Todos se ríen de mi coche: que si tiene muchos años, que si es feísimo, que si es de viejo… A mí, mientras funcione… Ande yo caliente, y ríase la gente. Se trata de un antiguo refrán que fue popularizado por el gran poeta cordobés Luis de Góngora (1560- 1627) en una de sus más conocidas letrillas (Ándeme yo caliente y ríase la gente), en la que ejemplifica perfectamente el significado de la frase. He aquí la estrofa más conocida: «Coma en dorada vajilla el Príncipe mil cuidados, como píldoras dorados;* que yo en mi pobre mesilla quiero más una morcilla que en el asador reviente, y ríase la gente». V. Dorar la píldora.

Andarse/andar/irse por las ramas

Andarse/andar/irse por las ramas: Divagar. Perderse en explicaciones que no vienen al caso y olvidarse de lo más importante. Pero bueno, ¿Carlos Jesús tiene novia o no? Cuéntamelo todo y no te andes por las ramas. O, lo que es lo mismo, saltar de un árbol (rodeo) a otro (otro rodeo) sin decidirse a bajar a tierra (explicación clara). Esta frase se usa mucho en forma negativa.

Andar/ir pisando huevos

Andar/ir pisando huevos: Caminar lentamente, o mejor, con una lentitud desesperante. Son las ocho menos cinco, hemos quedado a las ocho y tú, como siempre, andas pisando huevos. Imagínense una calle empedrada con huevos y a alguien que camina intentando no romperlos al pisar. No hacen falta más explicaciones. V. Ir desempedrando calles. Andarse con chiquitas V. No andarse con chiquitas.

Andar más que la perra de Calahorra

Andar más que la perra de Calahorra: Usamos esta frase para indicar que alguien ha tenido que caminar mucho para conseguir algo. Anda que me he vuelto loco para encontrar tu casa. He tenido que andar más que la perra de Calahorra. La frase parece haberse originado en un curioso suceso que tuvo lugar en la villa riojana de Calahorra. Una familia calagurritana se trasladó a Logroño y dejó abandonada a una perra preñada. El animal, según dicen, parió siete cachorros y, sujetándolos con la boca, los fue trasladando uno a uno a Logroño, a casa de la familia. Si consideramos que entre Calahorra y Logroño hay aproximadamente cuarenta y cinco kilómetros resulta que la perra recorrió unos 585 kilómetros.

Andar/ir de cabeza/coronilla

Andar/ir de cabeza/coronilla: Actuar de forma desordenada o acelerada, lo que normalmente es debido al exceso de actividad, a una actividad que provoca tal descontrol que la cabeza parece intercambiar su posición con los pies. Llevo una temporada que entre el trabajo y los niños ando de cabeza y no tengo ni un segundo libre para mí. Podría ser que la expresión Andar de coronilla, de la que habría salido Andar de cabeza, tuviera que ver con las monedas llamadas coronillas, pequeñas coronas, minúsculas piezas de oro en curso durante el reinado de los primeros Borbones, y que cuando se caían eran prácticamente imposibles de encontrar por los botes que daban y lo que corrían. Algunas interpretaciones asocian la frase a la iconografía clásica, en la que los condenados al fuego eterno se suelen representar cayendo de cabeza a las profundidades infernales (v. Ir de culo||Ir de cráneo). Otros sostienen que se refiere al mundo de los acróbatas y saltimbanquis, quienes, literalmente, hacen muchos de sus ejercicios apoyando la cabeza en el suelo para mantener el equilibrio o dar giros.

Andar(se)/venir con zarandajas

Andar(se)/venir con zarandajas: (Dejarse de zarandajas) Contar nimiedades. Hablar de asuntos intrascendentes. Llevar a cabo acciones tontas o inútiles. Siempre andas con zarandajas y te olvidas de lo más importante. Yo no quiero saber cómo está hecho un ordenador por dentro. Necesito saber cómo funciona. Las zarandajas son cosas sin valor, desechos. En Argentina se denomina así a los desperdicios de las reses. La palabra se usaba en el siglo XV para referirse a los granos o semillas con los que se alimentaba al ganado. Antes, en el siglo XIII, designaba a los granos o frutos tardíos y, por tanto, inservibles para la siembra y para el consumo humano y aquí es donde podemos encontrar el rastro etimológico de zarandaja, que podría ser un derivado del adjetivo latino regional serondo, ‘tardío’, originado en la forma clásica serutinus, de idéntico significado. Es más que posible que hubiera un cruce con zaranda, ‘ruido, confusión’, vocablo antiquísimo de origen incierto.

Andar(se) con tapujos

Andar(se) con tapujos: (Dejarse de tapujos) Intentar ocultar alguna acción o suceso. No decir la verdad. No hablar con claridad. Vamos a ver si de una vez por todas me cuentas qué pasó con Luis la semana pasada. Y no te andes con tapujos, como siempre, porque el asunto sólo se puede arreglar si hablamos todos claramente. Se llamaba tapujo, palabra derivada de tapar, al embozo de la capa, con el que la gente se cubría el rostro para no ser conocida.

Andar/ir con pies de plomo

Andar/ir con pies de plomo: (Tener los pies de plomo) ¿Se imaginan caminar con zapatos de plomo? Andaríamos despacio, con movimientos lentos y pisando fuertemente. Por eso, por esa forma de caminar y de asegurar la pisada, la expresión es sinónima de tener cuidado, de actuar con precaución. La situación familiar es complicada y hay que andar con pies de plomo y darles la razón un poco a todos para no herir a nadie.

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