Ajustarle a alguien las cuentas

Ajustarle a alguien las cuentas: (Ajustar/saldar cuentas con alguien|| Ya ajustaremos cuentas) Decirle a alguien algo que es justo y necesario decirle. Esta expresión, que funciona como una especie de amenaza, sería más o menos sinónimo de poner las cosas en su sitio. No me gusta el comportamiento que estás teniendo últimamente; voy a tener que ajustarte las cuentas. Dos y dos son cuatro aquí y en cualquier parte del mundo y las cuentas tienen que cuadrar por fuerza, porque la matemática es exacta. Y a quien se sale de lo establecido, es decir, a quien no hace bien las cuentas, hay que corregírselas y ajustárselas, aunque sea a martillazos. V. Apretarle a alguien las clavijas.

Ajo y agua

Ajo y agua: Usamos esta expresión para dar a entender que hay que conformarse con lo que tenemos o con lo que nos toca, a pesar de que sea perjudicial. Pues nos hemos quedado sin leche, así que ajo y agua, o no tomamos café o lo tomamos solo. Se trata, claro está, de una reducción eufemística de la frase A joderse y a aguantarse.

Ahuecar el ala

Ahuecar el ala: Marcharse. Abandonar un lugar. En sentido literal sería algo así como hacer un hueco al ala, o sea, desplegarla, como hacen las aves antes de iniciar el vuelo. Aquí molestas, o sea que ahueca el ala y no vuelvas.

Ahorcar/colgar los libros

Ahorcar/colgar los libros Sugerente forma de referirse a que alguien abandona los estudios y que atribuye a los libros cualidades humanas que, en efecto, tienen. Mis padres necesitaban que trabajara con ellos en la panadería, así que a los catorce años ahorqué los libros y me fui al pueblo. La alusión a quien literalmente cuelga el hato con los libros parece estar en el origen de la frase. V. Colgar las botas||Colgar los hábitos.

Ahogarse en un vaso de agua

Ahogarse en un vaso de agua: (Tropezar con un garbanzo) Tener problemas o no saber cómo reaccionar en una situación que no es complicada. Lo hiperbólico de la frase explica claramente su uso. Pues si no tienes leche, échale un poco de nata. Es que te ahogas en un vaso de agua. V. Ser una tormenta en un vaso de agua.

¡Ahí/así me las den todas!

¡Ahí/así me las den todas!: Otro cuento popular, recogido en diversas versiones en nuestra literatura, cuenta lo que le sucedió a un alguacil que, por encargo de un alcalde, fue a cobrar una multa. Quien debía pagarla no sólo no lo hizo, sino que, además, le arreó al pobre alguacil un par de bofetadas diciéndole: «Toma, para quien te envía». El pobre alguacil se presentó ante el alcalde, le contó lo sucedido y le dijo: «Estas dos bofetadas que me han dado realmente se las han dado a usted, porque mi cara representa la suya», a lo que el alcalde, con evidente sorna, respondió: «Ahí me las den todas». Usamos, por tanto, esta expresión cuando queremos dar a entender que son bien recibidos todos los inconvenientes o desgracias que, destinados a nosotros, recaigan sobre otro. Por mí, estupendo. Si quieres ir tú a hablar con mis vecinos para que arreglen de una vez la gotera y te monten el numerito, como suelen hacer, yo no te lo voy a impedir… ¡Ahí me las den todas!

¡Ahí le aprieta/duele el zapato!

¡Ahí le aprieta/duele el zapato!: (¡Ahí le duele!||Saber dónde le aprieta a alguien el zapato) Se emplea esta frase cuando se descubre el punto por el que alguien es más débil, por el que demuestra menos seguridad, o cuando se da con aquello que más le molesta. Tú no quieres que nadie te lleve la contraria, porque siempre crees tener razón, pero cuando alguien te dice la verdad a la cara —ahí le aprieta el zapato, ¿verdad?—te quedas mudo. Un cuento popular castellano nos narra la historia de un humilde zapatero que va a contarle al cura que no puede soportar más a su mujer y que desea separarse de ella. El cura, para tratar de desengañarlo, comienza a alabar a la mujer: buena cristiana, excelente cocinera, de belleza insuperable… El zapatero muestra al cura sus zapatos y le pide una opinión sobre ellos. El cura dice que son preciosos, hechos con la mejor piel, de cuidada confección. «Muy bien, padre —dice el zapatero—; y ahora, ¿puede usted decirme dónde me aprietan?» Evidentemente, el pobre zapatero no había encontrado en su mujer la horma de su zapato… A veces se utiliza sólo la primera parte de la expresión: ahí le duele. De todas formas, este cuentecillo es seguramente una versión de otro que cuenta el historiador griego Plutarco (50?-120) en sus Vidas paralelas. Un patricio romano repudió a su mujer, pese a ser ésta hermosísima, fiel y virtuosa. Los parientes y amigos no entendían esta decisión, y él les dijo: «¿Veis mi calzado? ¿Habéis visto alguna vez otro más elegante y lujoso?… Pues sólo yo sé dónde me aprieta».

Aguarle a alguien la fiesta

Aguarle a alguien la fiesta: (Ser un aguafiestas) Estropear la alegría de algún acontecimiento con comentarios o comportamientos negativos. Siempre tenéis que estar discutiendo en todas partes y aguándoles la fiesta a los demás, ¿verdad? La lluvia, en otros casos tan necesaria, no suele ser bien recibida como acompañante de acontecimientos festivos, en especial si tienen lugar al aire libre.

Aguantarle/sujetarle/sostenerle a alguien la vela

Aguantarle/sujetarle/sostenerle a alguien la vela: Mostrar con una persona una excesiva actitud de servilismo. Adular a alguien. Es un pelota. A todo lo que dice el jefe dice que amén. Se pasa el día entero aguantándole la vela. Nos viene a la mente la imagen del criado que, con una vela o un candil, acompañaba al señor o a la señora por la calle cuando era de noche.

Aguantar mecha

Aguantar mecha: También usamos esta expresión para referirnos a quien soporta con resignación una situación complicada o un problema grave. Los médicos le han dicho que tendrá que estar un par de semanas más en el hospital, y ahí anda, el hombre, aguantando mecha y llevándolo lo mejor posible. Seguramente se alude aquí a la posición del artillero, del encargado de encender la mecha del cañón y de controlarla hasta que prácticamente llegaba al final. Este soldado estaba, sin duda, en una situación de máximo riesgo. Podría también pensarse en la mecha de la vela, que se resiste a consumirse, que lucha por no «morir». V. Estar al pie del cañón||Aguantar el chaparrón||Aguantar marea.

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