Aguantar (la) marea

Aguantar (la) marea: Soportar estoicamente, sin desanimarse, una dificultad o un contratiempo. La situación del negocio es casi ruinosa, pero no podemos rendirnos, tenemos que aguantar marea y mirar el futuro con optimismo. Es lo que hacen los marineros, en especial el timonel (v. Con pulso firme||Contra viento y marea), cuando la mar se pica o cuando se desata la tempestad. V. Aguantar el chaparrón||Aguantar mecha.

Aguantar el tirón

Aguantar el tirón: Mostrar resistencia ante una adversidad. Por un suspenso no puedes venirte abajo, tienes que aguantar el tirón y pensar que pronto vas a tener otra oportunidad. Es más que posible que la locución se refiera al juego del sogatira (sokatira en vasco), que consiste en que dos equipos, colocados a ambos extremos de una cuerda, tiran para atraer hacia su terreno a los contrarios, de forma que sobrepasen una línea o marca hecha en el suelo. Cuando uno de los equipos tira, al otro le toca aguantar el tirón y viceversa. V. Llevarse el gato al agua||De un tirón||Tener tirón||Tensar la cuerda.

Aguantar el chaparrón

Aguantar el chaparrón: Soportar una bronca, una regañina de otra persona o una situación incómoda que caen como un chaparrón. Delante de todos los compañeros el profesor me echó una bronca terrible por no entregar a tiempo el trabajo y no me quedó más remedio que aguantar el chaparrón. A ver si no qué iba a hacer. Para transmitir esta idea decimos también que alguien recibió una lluvia de insultos o de críticas y para referirnos al autor de la riña hablamos de que alguien le echó a otro un chorreo (v. Echarle a alguien un chorreo) o que lo puso a escurrir, a caldo o pingando. V. Poner a escurrir|| Aguantar marea||Aguantar mecha.

Aguantar carros y carretas

Aguantar carros y carretas: Soportar momentos difíciles. Salir adelante tras haberse visto envuelto en situaciones muy complicadas o tras haber recibido reproches o críticas muy duros. Para comprenderlo, imaginemos a una persona haciendo el papel de animal de carga y tirando de un carro o de una carreta, más tosca y pesada que el carro, colmados de desgracias. Después de aguantar carros y carretas y de tener con su marido una paciencia infinita, Luisa ha decidido separarse.

Agarrarse a un clavo ardiendo

Agarrarse a un clavo ardiendo: Cuando alguien está en una situación extrema cualquier cosa le sirve de ayuda, aunque la esperanza de conseguir resultados positivos sea mínima. Ésta es la idea que nos transmite el dicho. Los jugadores se agarran a un clavo ardiendo: saben que tienen que ganar todos los partidos que les quedan para no descender a segunda división. Es casi imposible, pero mientras hay vida hay esperanza. Es posible que la frase esté relacionada con los juicios de Dios de la Inquisición que eran pruebas con las que se intentaba «demostrar » la inocencia o culpabilidad del acusado: lanzarlo a un río con una piedra atada, hacer que se agarrara a un hierro al rojo vivo o que, directamente, metiera la mano en una fogata. Si el desgraciado no se ahogaba o si no se abrasaba, era inocente (calculen el índice de probabilidades…). Si se ahogaba, dada estaba la pena; si se quemaba las manos, le esperaba otro fuego más grande para completar la chamusquina. Quien se veía en esta situación se agarraba a su última esperanza, aunque supiera que tenía todas las de perder. V. Poner la mano en el fuego por algo o por alguien.

Agarrarse/pegarse a los faldones/a las faldas de alguien

Agarrarse/pegarse a los faldones/a las faldas de alguien: Buscar el amparo o protección de otra persona, igual que el niño que, aprendiendo a andar o en cualquier situación de desprotección busca agarrarse a alguien, generalmente su madre. Así no puedes ser nada en la vida, siempre agarrándote a los faldones de los demás ¿por qué no intentas valerte por ti mismo por una vez en tu vida? V. Ser un perro faldero.

Agarrarse/aferrarse a la silla/al sillón/a la poltrona

Agarrarse/aferrarse a la silla/al sillón/a la poltrona: Querer mantener a toda costa y pese a las críticas un cargo o puesto de trabajo, en especial cuando este es cómodo y bien remunerado. Negarse a dimitir. El tío se agarra a la silla como nadie; ha sobrevivido en el puesto a tres cambios de gobierno. Quien así obra da la impresión de querer sujetarse al cargo—materializado aquí por la silla—mientras otros intentan arrastrarlo hacia fuera. V. Calentar el asiento||Moverle a alguien la silla.

Agachar/bajar las orejas

Agachar/bajar las orejas: (Irse con las orejas gachas) Rendirse. Reconocer el propio fracaso y mostrar sumisión ante quien domina o tiene la razón (v. Bajar la cabeza). Después de la bronca que le eché, agachó las orejas y salió de la habitación. En situaciones en que se ven amenazados o humillados, los perros y otros animales bajan las orejas y huyen, por lo general con el rabo entre las piernas (v.).

Aflojar/soltar la mosca

Aflojar/soltar la mosca: Soltar el dinero. Pagar. Este tío es un tacaño. No afloja la mosca ni así lo mates. Cuando cazamos una mosca la mantenemos dentro de la mano, cerrando el puño. Si aflojamos y abrimos la mano, la mosca se escapa. Donde dice mosca, diga usted dinero y queda explicada la expresión.

Afilar/sacar/enseñar/mostrar las garras/las uñas

Afilar/sacar/enseñar/mostrar las garras/las uñas: Prepararse para una disputa o una discusión. Se notó que llevaba unos días afilando las garras para cuando se encontrara con él, porque no se puede soltar de golpe todo lo que le dijo, ni venir tan predispuesto a discutir como venía ella. Después de afiladas, las garras ya se pueden sacar, es decir, ya se puede uno mostrar amenazante o agresivo: Tú no dejes que te acobarden: es mejor sacar las garras desde el principio, para que los demás sepan que no pueden avasallarte. Es lo que hacen algunos animales cuando se sienten amenazados o cuando tienen la necesidad de defenderse. V. Ponerse de uñas||Enseñar los dientes.

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