Abrir brecha

Abrir brecha: Convencer a alguien, después de mucho esfuerzo. Doblegar el ánimo o la resistencia moral de alguien. Imponer, tras varias discusiones, la propia opinión. Creo que, después de varias reuniones, hemos conseguido abrir brecha en los vecinos y convencerlos de que lo mejor es instalar una nueva antena. El dicho se origina en el lenguaje militar. Abría brecha quien hacía un hueco en las filas enemigas, en las murallas o en las posiciones defensivas. Brecha era también la abertura que se hacía en las murallas o en las torres de los castillos para disparar flechas o artillería en caso de ataque. V. Estar en la brecha.

A Zaragoza, o al charco/al pozo

A Zaragoza, o al charco/al pozo: Usamos esta curiosa expresión cuando queremos reforzar nuestras ideas, cuando estamos convencidos, hasta las últimas consecuencias, de que algo es cierto o también para indicar la terquedad o la tozudez de alguien. Yo estoy seguro de que el culpable de que rompieran fue él, digan lo que digan y por mucho que me intenten convencer de lo contrario. Ya sabes cómo soy: a Zaragoza o al charco. Famoso es el cuento del aragonés—proverbial es la testarudez aragonesa— al que, a mitad de camino hacia Zaragoza, se le cruzó un paisano que le preguntó adónde iba. «A Zaragoza», dijo el primero. «Será si Dios quiere», puntualizó el segundo. «Iré a Zaragoza lo quiera Dios o no», replicó el otro, que siguió el camino. Dios, enfadado por tal ofensa, adoptó forma humana, se le presentó en el camino y le hizo la misma pregunta que el primer hombre. La respuesta fue la misma: «Iré a Zaragoza lo quiera Dios o no», ante lo que el Señor lo convirtió en rana y lo metió en un charco que por allí había. Después de un tiempo, Dios se apiadó, lo sacó del charco y lo volvió a su forma humana anterior. El maño tomó de nuevo la dirección de Zaragoza y Dios, convencido de haberle dado un escarmiento, se le volvió a aparecer para hacerle de nuevo la pregunta: «Y ahora, ¿adónde vas?». Esta vez la respuesta fue distinta: «A Zaragoza, o al charco».

A vuelapluma

A vuelapluma: (A vuela pluma||Al correr de la pluma||A vuelamicrófono) [escribir; decir; contar] Escribir a vuelapluma y, por extensión, hablar, es hacerlo velozmente sin detenerse mucho a reflexionar. Como si la pluma, más que escribir, volará sobre los folios. Hoy, realmente, habría que decir, como si los dedos, más que tocarlas, volarán sobre las teclas del ordenador… Es un poeta genial. Este soneto lo escribió así, a vuelapluma, en dos minutos, sentado en una cafetería. Los locutores radiofónicos, en especial los deportivos, han popularizado, referida a opiniones o entrevistas recogidas rápida o precipitadamente, la expresión a vuelamicrófono, reflejo de lo que comentamos.

A voz en grito

A voz en grito/en cuello: [hablar; pedir; proclamar; reclamar…] En voz muy alta; gritando; sintiendo en el cuello, como sugiere la variante, menos usada, las vibraciones de las cuerdas vocales. Mi abuelo siempre hablaba por teléfono a voz en grito, y cuanto más lejos estuviera la otra persona, más gritaba. V. A grito pelado||Pedir algo a gritos.

A/al voleo

A/al voleo: Sin pensar. Confiando en la suerte. Como no sabía las respuestas, he contestado todas las preguntas a voleo. La expresión a voleo es una forma de sembrar lanzando la semilla al aire, a donde caiga, según se va avanzando en la tierra, de aquí el significado de la locución. Voleo, como puede deducirse, es un término relacionado con vuelo. V. En un voleo.

A/al verlas venir

A/al verlas venir: [estar; quedarse] De espectador. Al acecho, a la espera de que suceda algo. Lo que pase entre vosotros es cosa vuestra y si tenéis problemas, a mí no me afecta, porque los dos sois amigos míos, pero no me meto. Yo estoy a verlas venir y ya tomaré una actitud cuando llegue el momento. Sin recibir nada, sin obtener ningún beneficio después de haber esperado algo. Esperaba que me tocara algo en la lotería, aunque fuera poco, pero me quedé a verlas venir. La locución podría tener origen en el mundo de la caza. El cazador poco diestro ve venir las piezas pero no cobra ninguna.

A ver quién es el guapo que

A ver quién es el guapo que…: Podemos interpretar esta frase como ‘a ver quién se atreve a’. Primero decidimos hacer el examen el ocho, ahora lo queréis cambiar para el diez… Pues a ver quién es el guapo que sube a decírselo al profesor, porque yo no pienso ir. No sabemos cuál es el origen de la expresión, aunque tiene el aspecto de pertenecer a algún cuento en el que el argumento principal sea el juicio sobre la belleza de un hombre, o alguna competición entre hombres para hacerse con los favores de alguna dama. De ambas situaciones hay muchos ejemplos en la literatura popular.

A uña de caballo

A uña de caballo: Velozmente. A todo correr, como el caballo en su galope. Necesito tomarme un par de días de descanso. Estoy harto de andar todo el día de allá para acá, yendo de un lado a otro a uña de caballo.

A ultranza

A ultranza: [defender] Resuelta y decididamente. Sin dudas. Ya sé que es tu amigo, pero eso no quiere decir que siempre tengas que defenderlo a ultranza, incluso cuando no tiene razón. Ultranza es un término derivado del latino ultra, ‘más allá’. V. Ser el non plus ultra.

A tutiplén

A tutiplén: En cantidad, en abundancia. Se nos ocurrió ir al teatro el sábado y había gente a tutiplén. Todo lleno, hasta el tercer piso. Seguramente estamos ante una castellanización de la locución catalana A tot i plé, ‘totalmente’, ‘todo lleno’.

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