A otra cosa, mariposa

A otra cosa, mariposa Se usa esta frase, que parece tener más explicación que la rima, para indicar que queremos pasar a otro asunto o a otro tema de conversación. Bueno. Con esto terminamos el tema de las preposiciones y ahora, a otra cosa, mariposa.

A ojos vistas Claramente

A ojos vistas Claramente. De forma que algo pueda ser visto. Me gusta que en los restaurantes los pescados estén a ojos vistas para que el cliente pueda elegir. La aparente falta de concordancia gramatical se explica si, como parece, la expresión tiene que ver con los juegos de naipes en que las cartas pueden ser vistas por todos los jugadores durante la partida.

A ojos cerrados

A ojos cerrados: (A cierraojos) Usamos la expresión cuando queremos dar a entender que hacemos algo sin mirar o sin pensar, normalmente porque tenemos confianza en los resultados de dicha acción, porque conocemos el asunto del que se habla o tenemos confianza en una persona o en la calidad de un producto. Mi padre nació en este pueblo y se mueve por estas montañas a ojos cerrados.

A ojo (de buen cubero)

A ojo (de buen cubero): Se suele emplear sólo la primera parte de la expresión: a ojo. Se usa para indicar que algo se hace sin un plan preestablecido, calculando aproximadamente o sin medir. Antiguamente la cuba, aparte de un recipiente para contener líquidos, era también una medida de capacidad, que lógicamente variaba dependiendo del ojo de su fabricante, del cubero. De ahí proviene la expresión completa. El pabellón estaba casi lleno. A ojo de buen cubero habría unas cuatro mil quinientas personas. V. Tener ojo.

A nadie le amarga un dulce

A nadie le amarga un dulce: Damos a entender con esta frase que todo lo agradable o beneficioso, aunque no sea abundante ni necesario o aunque llegue a destiempo, es bien recibido. Bueno, me han tocado sólo sesenta euros, pero, claro, a nadie le amarga un dulce.

A muerte

A muerte: [ir; estar; defender] Por completo. Hasta las últimas consecuencias. La empresa quiere despedir al director de la fábrica, pero los obreros están a muerte con él y ya han declarado que tomarán medidas en caso de que se cumpla lo anunciado. La locución, una de las muchas expresiones hiperbólicas que caminan por la lengua coloquial, nos lleva a pensar en que alguien puede defender sus ideas hasta prácticamente el martirio.

A mucha honra

A mucha honra: Con orgullo. Se trata de una locución que se usa sobre todo cuando alguien quiere mostrar su orgullo por sus orígenes humildes. Sí señor, yo soy de pueblo e hijo de campesinos, a mucha honra. El clásico tema hispano del honor y de la honra está presente en muchas de nuestras obras dramáticas del Siglo de Oro; baste citar dos ejemplos: Fuenteovejuna y El alcalde de Zalamea.

A moro muerto

A moro muerto: (Tirar lanzadas a moro muerto||A moro muerto, gran lanzada) Cuando ya no hay peligro o compromiso. Es muy fácil hablar a moro muerto después de que otros te han solucionado los problemas. Tendrías que haber opinado antes, cuando la situación era realmente desesperada. Se trata de una reducción de las frases tirar lanzadas a moro muerto y a moro muerto, gran lanzada, posiblemente originadas durante la reconquista, referidas a aquellos que alardeaban de haber matado a más moros que Rodrigo Díaz de Vivar, cuando en realidad se escondían en la batalla. Siempre han existido los soldados fanfarrones, los llamados miles gloriosus en latín, título de una divertida y mordaz comedia del dramaturgo latino Plauto (251-184 a. C.). V. A más moros, más ganancia.

¡A morir por Dios (y por los caballeros)!

¡A morir por Dios (y por los caballeros)!: Expresión con la que alguien se anima o se jalea a sí mismo antes de hacer algo o de tomar una decisión. Venga ¡a morir por Dios!; vámonos a comer al restaurante de más lujo que haya en la ciudad, que un día es un día. Fácilmente puede pensarse en el grito que, antes de entrar en combate, daban los caballeros medievales para infundirse coraje.

A mogollón

A mogollón: (Ser/haber un mogollón) Mucho. En abundancia. No vuelvo a salir en coche durante un puente. En la carretera había coches a mogollón y hemos tardado seis horas en recorrer doscientos kilómetros. Varias son las explicaciones que se han dado para el origen de la palabra mogollón. Podría tener que ver con mogollo o mogolla, ‘masa gruesa de pan’, o con mogote, ‘montón de piedras o de haces de mieses’. También la locución que nos ocupa podría estar relacionada con la antigua Comer de mogollón (v.), ‘gratis’, y que se aplicaba al cordero o al ternero que, muerta su madre, mama de todas las demás hembras o bebe la leche, ya ordeñada, que éstas producen. Mogollón sería, en este caso, una deformación del verbo latino mulgeo, ‘ordeñar’. De este hecho se deducen tanto la abundancia como la gratuidad de la comida. V. De mogollón||La mar de (… Mogollón de).

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