A las penas, puñaladas: Significativa forma de decir que se deben superar, matar, las desgracias o los malos momentos. He tenido un año horroroso, pero he decidido que a las penas, puñaladas, que nada me va a impedir ser feliz.
A las mil maravillas
A las mil maravillas: Muy bien. Estupendamente. A pesar de la diferencia de edad los niños se entienden a las mil maravillas. Mil se utiliza con frecuencia como intensificador en la lengua hablada: V. De mil amores||Dar cien (mil) vueltas a algo o a alguien||Te lo he dicho mil veces||A las tantas (A las mil y quinientas …).
A/por las claras
A/por las claras: [decir] Abiertamente. Con total claridad. Si tienes algún problema conmigo, prefiero que me lo digas a las claras y que no me ocultes nada.
A la vuelta lo venden tinto
A la vuelta lo venden tinto: Usamos esta expresión para rechazar las palabras o la actitud de una persona o como señal de desacuerdo o de desprecio ante alguien. Anda, que a la vuelta lo venden tinto. Sal de aquí, que no quiero discutir más contigo. La locución parece haberse originado en una anécdota protagonizada en Écija (Sevilla) por el famoso torero José Ortega, Joselito (1895- 1920), y por un personaje muy popular en la localidad sevillana, al que se conocía por el mote de el Bizco Pardal. Al parecer, el torero mandó a éste a hacer unas compras, para lo que le dio una cantidad de dinero. El Bizco Pardal realizó el encargo, pero se hizo el tonto para no devolver el dinero. Joselito le pidió la vuelta, a lo que el otro contestó: «¿La vuelta?… A la vuelta lo venden tinto». La anécdota corrió pareja a la popularidad del diestro y llegó hasta nuestros días.
A la vuelta de la esquina
A la vuelta de la esquina: [estar] Muy cerca. Con salir cinco minutos antes basta, porque el cine está ahí mismo, a la vuelta de la esquina.
A la virulé
A la virulé: Desordenadamente. Todo lo haces a la virulé, sin pensar, y, claro, así te salen las cosas. Con daño. En mal estado. En este sentido se usa mucho cuando alguien sufre un golpe en un ojo: decimos que tiene o que le han puesto un ojo a la virulé (v. Tener un ojo a la funerala). La locución parece haberse originado en una deformación de la francesa bas roulé, ‘baja y enrollada’ que se usaba para referirse a una forma, surgida en el siglo XVII, de llevar las medias, sobre todo los hombres, muy elegante para los franceses y muy estrafalaria para los españoles: un poco por encima de las rodillas y enrolladas. Seguramente la expresión llegó a nuestra lengua, convertida en barulé, en el mismo siglo XVII, época en la que la nobleza y las clases altas adoptan formas de vestir y de comportarse propias de la corte francesa.
A la vejez, viruelas
A la vejez, viruelas: Se quiere decir con esta locución que alguien que no ha hecho algo en su tiempo, cuando era joven, lo hace a destiempo, cuando no es época ni momento para ello. Ya ves. Felipe toda la vida soltero y ahora que tiene setenta y cuatro años va y se nos casa… A la vejez, viruelas. La viruela es hoy una enfermedad que se desarrolla sobre todo durante la infancia. Allá por los siglos XV y XVI se llamaba viruelas a las afecciones de la piel en las que aparecían manchas o granos, sea cual fuera su origen. También estaba, por tanto, picado de viruelas quien mostraba en su rostro lo que hoy llamamos acné juvenil, o espinillas, que son propios de la adolescencia y de la primera juventud. La frase es también el título de una obra teatral de Manuel Bretón de los Herreros (1793-1876), estrenada en 1824, y que, con evidentes influencias moratinianas, cuenta las aventuras y desventuras de dos viejos enamorados. Es posible que, dado el éxito de este autor, la frase, que ya se cita en el Vocabulario de refranes de Gonzalo Correas (1627), tomase nuevos bríos y volviera a usarse en esta época. Por cierto, el dramaturgo riojano es también autor de otras obras cuyo título son, curiosamente, frases hechas: El pelo de la dehesa||Dios los cría y ellos se juntan…
A la tercera va la vencida
A la tercera va la vencida: Con esta expresión se indica que al tercer intento las cosas suelen salir bien. Sus dos matrimonios anteriores fracasaron; vamos a ver si a la tercera va la vencida. Lo más probable es que la frase proceda de la lucha grecorromana o de otros juegos y deportes similares centrados en el cuerpo a cuerpo, en los que se vence cuando se consigue que el contrario caiga tres veces al suelo, o de la esgrima, pues algunos combates se celebraban a tres «tocados». Según cuenta Correas en su Vocabulario de refranes (1627), también podría venir de las justas medievales, del juego que consistía en, con el caballo lanzado a la carrera, ensartar en la lanza tres anillos, a cada cual más pequeño: quien conseguía el tercero tenía muchas más posibilidades de vencer. Hay otra explicación, referida a la disposición de las líneas de los ejércitos romanos: una primera en la que iban los pilati o veliti, soldados más inexpertos y menos disciplinados, con armas ligeras; la segunda, formada por combatientes más expertos denominados bastati, armados con picas; y una tercera, en la que iban los triarios, veteranos curtidos en mil batallas cuerpo a cuerpo; existe, incluso, la expresión latina ad triarios ventum est, que podemos libremente traducir como ‘la fuerza está en la tercera línea’, o ‘en la tercera línea se decide todo’, y que podría estar relacionada con la que nos ocupa. No hay que olvidar tampoco que en algunos fueros medievales el tercer robo (ter furtum) se castigaba con la muerte, pena que se mantuvo en el derecho penal de los siglos XVI y XVII, hecho que podría también tener que ver con la frase. V. Ni a la de tres.
A la sombra
A la sombra: [poner; estar] En la cárcel. La policía lo detuvo in fraganti mientras robaba una joyería y parece que va a estar a la sombra durante una larga temporada. La locución parece proceder de la lengua de germanías, la forma de hablar de los germanos o hermanos, los delincuentes de los siglos XVI y XVII. De perogrullo es decir que en la cárcel se ve poco el sol… No se debe confundir con (v) en la sombra, ‘oculto’.
A la sazón
A la sazón: En ese tiempo. En esa ocasión. A la inauguración de la nueva fábrica asistieron los patrocinadores, el alcalde y don Pedro Velázquez, a la sazón ministro de Industria. Sazón es el punto de madurez o de perfección de las cosas. Sazón procede de sationem, en latín ‘siembra, sementera’, el momento en que la tierra estaba preparada para recibir el grano. V. En sazón.