A la desesperada

A la desesperada: Intentando los últimos recursos. Recurriendo a soluciones drásticas cuando la situación parece insalvable, cuando se está prácticamente al borde de la desesperación. Los médicos intentaron a la desesperada salvarle la vida en el mismo lugar del accidente y, de forma casi milagrosa, consiguieron restablecer sus constantes vitales.

A la chita callando

A la chita callando: En silencio. Disimuladamente. Sin llamar la atención. No sé por qué me empeño en hablar contigo, en darte consejos, si luego tú, a la chita callando, haces siempre lo que te da la gana. La chita o taba es el astrágalo, un huesecillo de la extremidad inferior de las reses con el que los niños jugaban al juego de las chitas o de las tabas: tirarlas al aire y obtener más o menos puntos según la cara por la que queda. Parece ser que el juego tenía una variante para adultos, en la que se apostaba dinero (v. Armarse una tángana). Es posible que, en épocas en que estos juegos de azar estuvieron prohibidos, se jugara a la chita callando, es decir, en secreto (v. Irse cagando leches/chitas). Algunos autores, no obstante, remontan el origen del dicho a la época musulmana, cuando se introdujo en la Península un felino denominado siita, o chita, una especie de guepardo, para usarlo en la caza. El animal era rápido y astuto y se acercaba sigilosamente a sus presas, sin levantar ninguna sospecha. El rey Alfonso X, el Sabio, que reinó entre 1254 y 1282, prohibió esta caza por considerarla demasiado cruenta, aunque se siguió practicando de forma clandestina. Algunas teorías sostienen que chita es una forma onomatopéyica del chistar, esa especie de silbido con el que se pide a alguien que se calle (¡Chissst!), emparentada con la exclamación ¡chitón!, con la que se solicita silencio.

A la buena de Dios

A la buena de Dios Sin pensar. De forma inconsciente. Sin considerar los pros y los contras. No sé cómo me habrá quedado la tarta, porque se me ha estropeado el peso y he echado la harina a la buena de Dios. Literalmente, dejando la resolución y el destino en las manos de Dios y de su bondad. V. Como Dios me da a entender.

A hurtadillas

A hurtadillas: A escondidas. Disimuladamente. Cuando su padre se iba a la cama, Luis salía a hurtadillas por la ventana y se marchaba de fiesta. Hurtar, ya se sabe, es sinónimo de robar. Procede del latín furtare, que tenía el significado de ‘hacer algo ocultamente’; de ahí, por ejemplo, la palabra furtivo y la expresión que nos ocupa.

A humo de pajas

A humo de pajas: [hablar; decir; opinar] Todos sabemos que el fuego y, por consiguiente, el humo que desprenden las pajas es efímero, se esfuma —nunca mejor dicho—rápidamente, como efímera es la combustión. Cuando decimos a alguien que habla a humo de pajas le damos a entender que lo hace sin ningún fundamento, sin ninguna base científica o sin ninguna justificación. ¿Sabes con seguridad que Antonio y Maribel se han separado o hablas, como siempre, a humo de pajas?

A huevo

A huevo [estar; tener; ponerse; venir] Cuando algo es fácil de conseguir decimos que tenemos algo a huevo. El delantero tenía el gol a huevo y lo falló; también empleamos la locución para señalar que algo es muy propicio para nuestros intereses. Si apruebo esta asignatura se me pone la carrera a huevo. Es posible que la locución fuera más amplia en tiempos pasados, algo así como *Costar o valer a precio de huevo, para indicar lo barato del precio de algo cuando se efectuaba un trueque. No sería descabellado pensar que la expresión Importar algo a alguien un huevo (v.), ‘no importar nada’, tenga que ver con este hecho (v. A precio de oro||Valer su peso en oro). Si se refiriera a lo barato de un producto pasaría a designar lo conveniente, y de ahí se deriva al matiz de lo fácil. Puestos a hacer conjeturas tal vez pudiera buscarse el origen en una antigua expresión utilizada en el lenguaje jurídico: uebos (así, sin h y con b), derivada del opus latino, y que tiene el significado aproximado de ‘necesidad, interés o conveniencia’. A veces a huevo se utiliza con el significado de a ojo. No sé qué tal me habrá salido la tarta, porque, como no tenía balanza, he pesado los ingredientes a huevo. V. ¡Manda huevos!||No es por el huevo, sino por el fuero||Por huevos.

A hierro y fuego

A hierro y fuego: Se emplea esta expresión para hablar de la fortaleza y valentía de alguien, y suele ir acompañada por adjetivos como templado, forjado o moldeado. Decir que alguien está templado a hierro y fuego es como decir que ha salido de una fragua, que es de metal, que ha sido moldeado calentándolo al rojo vivo y a golpes de yunque y martillo, o sea, que es duro, rocoso, resistente y que soporta el dolor sin descomponerse. No me preocupo por ella; siempre ha salido adelante en situaciones difíciles, está hecha a hierro y fuego.

A grito pelado

A grito pelado: [hablar; decir; llamar] En voz muy alta. Dando tantas voces que la garganta se irrita, se pela. No me gusta esa manía que tienes de llamarme a grito pelado de una habitación a otra. V. A voz en grito||Pedir algo a gritos.

A granel

A granel: Sin envasar o empaquetar, sobre todo en referencia a productos que pueden comprarse en algunos almacenes y generalmente Al por mayor (v.). En esa bodega venden vino y licores a granel. También puede significar en abundancia. Este año en la Feria del Libro había libros de cocina a granel, por todas partes. El término granel entra en nuestra lengua a partir del término catalán granell, ‘grano menudo’. Los cereales, especialmente el trigo, se solían y se suelen vender en cantidades, de ahí el significado de la locución. V. Al detalle.

A grandes rasgos

A grandes rasgos: En general. En resumen. Sin entrar en detalles. El libro es, a grandes rasgos, una novela negra con grandes dosis de humor. La locución parece asentarse en los esbozos que los pintores realizan antes de empezar la obra o en los trazos gruesos, muchas veces hechos con golpes de carboncillo, con los que empiezan a dar forma al cuadro.

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