Cambiarles el agua a las aceitunas/ al canario

Cambiarles el agua a las aceitunas/al canario: Bonito, plástico, metafórico y divertido eufemismo que significa ‘orinar’. Me escapo un minuto que ya no aguanto más y voy a cambiarles el agua a las aceitunas.

Hay que decir desde el principio que resulta sumamente raro que una mujer emplee alguna de estas dos expresiones —se entenderá el porqué—. En el caso de las aceitunas, entra el componente «salado», compartido tanto por el orín como por la salmuera en la que se conservan las olivas. Además, las aceitunas recuerdan, por su forma, a los testículos.

El caso del canario es evidente: se recurre al pajarito, sea canario o no, sobre todo en el lenguaje infantil, o mejor, en el absurdo lenguaje con el que los adultos hablan a los niños, para evitar decir lo que debiera ser inevitable pero en fin…

Cambiar / girar los vientos

Cambiar/girar los vientos (en otra dirección): Pasar de una situación favorable a otra desfavorable o viceversa. Hace un par de años se las prometían muy felices porque el negocio funcionaba a la perfección y derrocharon un montón de dinero en tonterías, pero han cambiado los vientos y ahora han tenido que vender el local y están casi en la ruina.

La frase, de claro origen marinero, nos lleva a pensar en el velero que debe buscar los vientos favorables para mantener el rumbo. V. Ir viento en popa.

Cambiar(se) / girar(se) / invertir(se) / volverse las tornas

Cambiar(se)/girar(se)/invertir(se)/volverse las tornas: Dar un vuelco, sufrir un cambio radical una situación. El año pasado íbamos los últimos en la clasificación, pero este año han cambiado las tornas y ya somos los terceros. La explicación de la expresión hay que buscarla en las labores agrícolas.

Las tornas son, en muchos lugares del antiguo Reino de León (León, Zamora y Salamanca), los surcos que se hacen en la tierra para regarla. Cambiar las tornas no era otra cosa que cambiar de dirección cuando, a la hora de hacer el surco, se llegaba al límite de la tierra.

En algunos lugares del centro-oeste peninsular torna es también sinónimo de parva, mies extendida en la era para trillarla. Cambiar las tornas era, pues, ‘girar, remover esas parvas o tornas’. Cualquiera de las dos explicaciones nos sirve.

Cambiar el / de rumbo

Cambiar el/de rumbo (Dar un cambio de rumbo||Dar/ser un golpe de timón): Cambiar de forma de actuar, de comportamiento o de actitud. Empezó la carrera bastante mal, pero a partir del tercer año cambió el rumbo, las notas empezaron a ser estupendas y terminó sin ningún problema.

Evidentemente, estamos ante una de las muchas expresiones de origen marinero que aparecen en la lengua coloquial.

Cambiar / volverse / torcerse el naipe / los naipes

Cambiar/volverse/torcerse el naipe/los naipes: Cambiar la suerte, igual que, en un instante y por una sola carta, puede cambiar el signo de la fortuna del jugador. ¿Hay algo que represente más a la suerte que los naipes? Llevo una racha de mala suerte increíble.

A ver si, de una vez por todas, cambia el naipe y me empiezan a ir medianamente bien las cosas.

Cambiar el chip

Cambiar el chip: Adaptarse a una nueva situación o a un nuevo tema de conversación. Bueno, después de unas maravillosas vacaciones de verano nos toca cambiar el chip y empezar este curso, que va a ser duro de verdad.

El chip es un microprocesador, generalmente de silicio, sobre el que se imprimen circuitos integrados que se usan en informática y en electrónica.

Esta minúscula maravilla de la técnica debe su nombre a un antiguo término inglés, chip, ‘astilla; pedazo pequeño de un objeto’. Por la misma razón las patatas cortadas en láminas muy finas y fritas se llaman chips en esa lengua.

Cambiar de tercio

Cambiar de tercio: Desviar la conversación. Pasar a otro asunto. Bueno, vale ya, que no es momento para tratar esos temas tan tristes, vamos a cambiar de tercio y a hablar de la fiesta de fin de curso, ¿os parece? Estamos ante una de las muchas expresiones que proceden del mundo taurino.

La lidia de un toro se divide en tres tercios, anunciados con toque de clarines y timbales tras haber mostrado el presidente de la corrida un pañuelo blanco: el de varas, en el que el matador recibe al toro con el capote y lo lleva al caballo del picador, el de banderillas y el de muleta, el más importante, que concluye con la suerte suprema, con la muerte del toro.

Cambiar de / el registro

Cambiar de/el registro: Cambiar de conversación o de forma de comportarse, por lo general para adaptarse a otra persona.

A ver si cuando se case cambia de registro, se hace un poco menos machista y echa una mano en casa, porque si no, pobre de su mujer. La locución tiene un claro origen musical.

En instrumentos como el órgano, el armonio o el clavicémbalo, los registros, unas piezas móviles accionadas mediante botones o palancas, permiten cambiar el timbre y el tipo de sonido: oboe, violín, flauta…

Cambiar de / el disco / rollo

Cambiar de/el disco/rollo: Abandonar un tema de conversación que aburre o del que no es agradable hablar. Lo mismo que hace el pinchadiscos en la discoteca o, en el caso del rollo, hacía el encargado de la proyección de una película.

Ya estoy harto de que me cuentes las aventuritas de cuando fuiste a la mili. ¡Hala!, cambia de disco y háblame de otra cosa. V. Cortarle a alguien el rollo||Ser un rollo.

Cambiar(se) de / la chaqueta / camisa

Cambiar(se) de/la chaqueta/camisa (Volver la chaqueta||Ser un chaquetero): Actuar de manera completamente diferente a la habitual.

Se usa fundamentalmente —y en los tiempos que corren de manera especialmente relevante— para referirse a un cambio radical de posición política.

La persona que obra así es llamada, cómo no, chaquetero. Luismi ha cambiado de chaqueta de una manera vergonzosa: hace un par de años tenía carné del partido comunista, pero a las próximas elecciones se presenta como candidato por el partido de la derecha.

Antiguamente la expresión era cambiar o volver la casaca, que, como puede suponerse, tiene un origen militar. Cada facción o ejército combatiente se distinguía por la casaca que llevaban sus soldados sobre la cota de mallas o la armadura.

Cuenta la historia que en las numerosas guerras de religión que tuvieron lugar en Francia durante el siglo XVI, los católicos llevaban estas casacas con cruces rojas, mientras que los calvinistas las llevaban completamente blancas.

Para engañar al enemigo, los unos y los otros se daban la vuelta a la casaca, pues por el revés la llevaban blanca o con cruz, según fueran calvinistas o católicos.

Es posible que la frase se adaptara en los años inmediatamente posteriores a la guerra civil española (1936-1939) y que apareciera entonces la variante Cambiar de camisa. Tras la contienda fueron muchos los que, con el único fin de medrar y de buscar buenos puestos en la administración, se inscribieron en la Falange, grupo político cuyos miembros se distinguían por llevar una camisa azul, al estilo de las camisas negras de los fascistas italianos y de las camisas pardas de los nazis alemanes.

Los falangistas se dividieron entonces entre los «camisas viejas», quienes habían luchado en la guerra, y los «camisas nuevas», los recién llegados, que, cambiando la camisa incluso literalmente, intentaban hacerse pasar por veteranos.

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