Varios futbolistas argentinos han debido forjar sus carreras bajo la sombra de ser el sucesor de Diego Maradona. Sin embargo, pocos, por no decir ninguno, han tenido tantas cualidades para lidiar con esa herencia como Lionel Messi.
Zurdo, dueño de una notable visión de juego, desequilibrante pique corto y técnica sublime, Messi recorre el mediocampo y la zona caliente como si fuese su hábitat natural, encontrando huecos donde parece no haberlos. Sus explosivos cambios de ritmo, regates desfachatados y gran olfato goleador afinado particularmente a lo largo de 2010 lo hacen una amenaza constante para las defensas rivales.
Messi nació en Rosario y dio sus primeras pinceladas con el balón en las divisiones menores de Newell’s Old Boys. Tenía apenas 13 años cuando su familia emigró a España, en plena crisis económica de Argentina. Ya en Barcelona, Messi fue invitado a una prueba en el Camp Nou. Allí fue avistado por Carles Rexach, responsable de la cantera blaugrana. «Me fijé en él enseguida. De hecho, como gesto simbólico, le hice fichar por el club en el reverso de una servilleta», recordaría luego.
Tan menudo era para su edad que dicha condición dio origen a su apodo, Pulga. Por este motivo, el Barça también se ocupó del tratamiento médico necesario para estimular sus hormonas de crecimiento, un procedimiento demasiado costoso para los clubes argentinos que se negaban a ficharlo. Messi debutó oficialmente en la liga española a fines de 2004, pero sería 2005 el año de su despegue al estrellato. Su primer tanto, anotado el 1º de mayo al Albacete, le valió transformarse en el goleador más joven en la historia del club hasta que el español Bojan lo superara en el año 2008.
Entre 2009 y 2010, Messi tuvo su consagración definitiva en el club culé, con el que acumula ya tres ligas de España, la Copa del Rey, una Supercopa de Europa, tres Supercopas de España, dos Ligas de Campeones de la UEFA y la Copa Mundial de Clubes de la FIFA. Ante semejante panorama, que incluyó goles en los encuentros decisivos, el argentino se hizo además con el Premio al Jugador Mundial de la FIFA. Pues bien: este año asoma igual de promisorio en lo individual, como lo demuestra el haber superado ampliamente su marca de 38 goles convertidos en el anterior.
Con la selección, su historia también es conocida: al igual que Maradona, fue figura del equipo Sub-20 campeón en Holanda 2005. Un año más tarde disputó la Copa Mundial de la FIFA Alemania 2006, aunque vivió la eliminación con Alemania desde el banco de suplentes. Ganó el oro olímpico en Pekín 2008, pero tuvo que contentarse con el segundo puesto en la Copa América de 2007. Mientras aguarda encontrar el mismo nivel que exhibe en su club, ha afirmado: “Para ser leyenda tengo que ganar un Mundial”. Sudáfrica 2010, con Diego Maradona en el banco, podría poner fin a tantas expectativas.