La nueva economía

La nueva economía descansa fundamentalmente en el rápido desarrollo y aplicación de las pujantes «tecnologías de la información y la comunicación» (en
adelante, TIC); es decir, hentai haven ordenadores,
software, telecomunicaciones, microprocesadores e Internet. El valor de las nuevas tecnologías reside en su capacidad
para clasificar, almacenar, analizar e intercambiar información de una forma instantánea, en cualquier parte del mundo y
a un coste mínimo.
Desde esta perspectiva, debe hentai anime subrayarse
que a lo largo de los últimos años ha
irrumpido un nuevo factor productivo en
el ámbito microeconómico: la información, es decir, cualquier elemento que
pueda ser digitalizado o codificado como furry hentai
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un conjunto de bits. Cuando la información, gracias al soporte físico de las TIC,
es utilizada con una finalidad económica
por el conjunto de los agentes, permite
su propia conversión en nuevas ideas y
conocimientos. De esta manera, la información se suma a los factores tradicionales, trabajo y capital, modificando, en
gran medida, la importancia relativa de
las fuentes tradicionales de la riqueza en
la economía.
Es evidente que la información siempre
ha sido importante en la actividad económica, pero sólo en estos momentos se
han consolidado unos verdaderos cambios de envergadura en la dimensión de
la información disponible, los canales por
los que se transmite, la gestión y la acumulación de los datos, y la posibilidad yuri hentai
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su reproducción y  comercialización, gracias, principalmente, a las innovaciones
de las TIC y a la masiva implantación de
las mismas. Esta realidad aumenta las posibilidades económicas de la utilización
de la información, tanto en términos absolutos como relativos, planteando nuevas oportunidades e interrogantes en el
entorno general de la vida económica.
Los sectores de la información, aquellos
que desarrollan y producen tanto el
hardware (infraestructura y soporte tecnológico) como el software (información), están irrevocablemente ligados,
formando un claro ejemplo de complementariedad. En este sentido, ni el software ni el hardware tienen valor el uno
sin el otro; son útiles justamente porque
funcionan juntos, como un sistema. Ambos sectores comparten unas características específicas inherentes a su propia naturaleza y que las distinguen de las pautas que imperan en la lógica de otros sectores tradicionales.
En primer lugar, los sectores de la información presentan una estructura de costes muy particular que implica que se deba incurrir, durante el proceso de
desarrollo y puesta en marcha de un determinado producto o servicio, en un
coste fijo inicial muy elevado, normalmente no recuperable. Por el contrario,
los costes marginales posteriores son, en
comparación, muy reducidos y constantes (o incluso decrecientes).
De este modo, la economía clásica concluye que al llegarse a un determinado nivel free hentai
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de output, la mayor parte de las industrias
comienzan a experimentar productividades adicionales decrecientes —costes marginales crecientes— a medida que siguen
aumentando su producción y, por tanto,
se enfrentan a rendimientos menguantes.
Sin embargo, un volumen creciente de
output de hardware y software de información (infraestructuras de telecomunicaciones, ordenadores, libros, videos, CD,
websites, servicios financieros, programas
informáticos, etc.) presenta rendimientos
crecientes. Se trata de bienes difíciles y
costosos de producir, pero fáciles y baratos de reproducir. Los altos costes fijos iniciales de las industrias de la información
permiten que éstas se beneficien de enormes economías de escala.
Siguiendo con el ejemplo anterior, el desarrollo de un nuevo programa de software
puede costar millones de dólares, pero una
vez producido, cada unidad adicional no
supone prácticamente ningún coste (marR. PAMPILLÓN
ECONOMÍA INDUSTRIAL N.o 340 • 2001 / IV
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GRÁFICO 1
ECONOMÍA INDUSTRIAL Y ECONOMÍA DIGITAL EN EE.UU.
60 68 70 84 92 00 01 AÑO
Economía
industrial
% EE.UU.
PNB
Economía digital
100
75
50
25
0
03 ECON. INDUST. 340 20/11/02 21:40 Página 44
ginal) para la empresa, tanto más si puede
distribuirlo por Internet, prescindiendo de
los gastos de transporte hasta el mercado.
Lo mismo ocurre con el desarrollo de una
tecnología de fibra óptica y el posterior
tendido de su red en una ciudad; una vez
que está instalada toda la infraestructura, el
coste de proporcionar el servicio prácticamente no varía, siendo independiente del
número de usuarios de la red.
Desde el punto de vista de las consecuencias sobre la estructura del mercado,
estas enormes economías de escala, desde el lado de la oferta, permiten que, en
el sector de la información, las grandes
empresas pueden producir más eficientemente y con precios más reducidos que
las pequeñas, por lo que existirá una tendencia natural hacia la consolidación monopolística de los sectores en torno a
grandes multinacionales dominantes.
Desde la perspectiva de su demanda, la
utilización de la información y su plasmación en nuevos conocimientos e
ideas, como nuevo input fundamental
en la función de producción del conjunto de las empresas del sistema, actúan
de forma muy diferente a lo que ocurre
con la mayor parte de los demás bienes
o recursos productivos. El uso de un automóvil, el servicio de un abogado, o la
actividad de un trabajador en una fábrica son ejemplos de bienes rivales, es decir, el uso que hace un agente de ellos
impide que otro pueda hacerlo en el
mismo momento. Ésta es una propiedad
fundamental de la mayor parte de los
bienes económicos.
Por el contrario, los bienes relacionados
con la información presentan características de no-rivalidad y, hasta cierto punto,
de no-exclusividad: una vez producidos,
su utilidad no se altera, cualquiera que
sea el número de usuarios o consumidores (la información no se gasta), por lo
que resulta difícil impedir que otros se
aprovechen del conocimiento agregado
que se va generando. Además, si la información puede ser reproducida a bajo
coste, es evidente que puede ser copiada,
igualmente, a bajo coste, acelerando su
difusión. Es, en muchos sentidos, un proceso similar al que tiene lugar con la música, desde un enfoque estrictamente económico.
Estas características de los sectores de la
información determinan la presencia de
externalidades positivas, también conocidas como efectos de red. Ciertamente, las
TIC producen una serie de beneficios que
no capturan únicamente sus proveedores
iniciales y que se extienden por el conjunto de la economía. Además, el valor y
la utilización de un determinado bien o
servicio de información, de hecho aumenta cuantos más usuarios haya del
mismo, por lo que, cuanto mayor sea la
demanda, mayor será la oferta, y el coste
unitario de producción disminuirá, reforzando el declive de los precios, la rápida
difusión y la magnitud de los rendimi

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