Según el informe Datos y cifras del sistema universitario español, confeccionado por el Ministerio de Educación y Ciencia, más de la mitad de los estudiantes matriculados en un grado universitario en España durante el curso 2012-2013 eran mujeres (el 54,3% concretamente). Pero su presencia no es igual en todas las ramas de estudios. Mientras que son abrumadora mayoría en ciencias de la salud (70,1%) y aproximadamente la mitad en ciencias (52,6%), los números en las ingenierías se invierten y las chicas quedan en minoría (26,1%).

La cifra es aún menor en los estudios de informática, igual que ocurre en los trabajos que se refieren al mismo área. Las mujeres son en muchas ocasiones una minoría tan reducida que adquieren la categoría de excepción. Pero lo cierto es que la informática también es cosa de chicas. Durante el desarrollo de esta ciencia, han sido muchas las que han jugado un papel crucial, marcando el camino que otros seguirían durante décadas. Estas son ocho de ellas, a las que rendimo homenaje con ocasión de Día de la Mujer Trabajadora.

1. Ada Lovelace, la primera programadora (1815-1852)

Ada Lovelace fue la primera programadora de la historia. Amante de las matemáticas y de las ciencias, trabajó con Charles Babbage, padre de los ordenadores. Como consta en sus notas, describió un lenguaje de programación cuyos aportes marcaron precedentes dentro de la informática. Estados Unidos creó un lenguaje en la misma materia que bautizó como Ada en su honor.

 

2. Hedy Lamarr, precursora del wifi y el bluetooth

La que fuera una de las chicas más seductoras de la gran pantalla en Hollywood, hasta el punto de ser considerada como «la mujer más hermosa de Europa» por el director Max Reinhardt, ayudó a inventar la tecnología en la que se basa el wifi moderno. Mientras trabajaba con el compositor vanguardista George Antheil, Lamarr patentó una versión temprana de comunicación de espectro ensanchado, que es parte de la base de tecnologías inalámbricas como Bluetooth y wifi. A ella y a Antheil se les ocurrió la idea de ayudar a crear un código irrompible para submarinos durante el tiempo de Segunda Guerra Mundial, pero la amplia aplicación de su invención no fue reconocida hasta más tarde.

 

3. Jude Milhon, creadora del ciberpunk

Jude Milhon, más conocida en la red por su pseudónimo St. Jude, era una famosa hacker y defensora de los derechos personales en internet. Fue la autora del término ciberpunk, y miembro fundador del grupo con el mismo nombre. Era una acérrima defensora del placer de trastear con la tecnología a su antojo, y animaba a las mujeres a acceder a internet no por necesidad sino por elección personal. En una época en la que la red estaba sobre todo ocupada por hombres, pronunció la famosa frase «¡las chicas necesitan módems!». En un mensaje que envió en 1999 escribió: «Tal vez las mujeres no seamos buenas para la lucha física, pero sin duda sobresalimos en el manejo del teclado. Deberíamos entender la red como la escuela de la vida a la que muchas de nosotras no fuimos nunca, exponernos y sacarnos el miedo a no ser lo bastante simpáticas, lo bastante educadas, lo bastante fuertes, lo bastante lindas, lo bastante inteligentes o lo bastante lo que sea.»

 

4. Evelyn Berezin, madre de los procesadores de texto

En 1953, mientras trabajaba en la Underwood Company, creó el que se considera el primer ordenador de oficina. Más adelante cambió de compañía y en Teleregister desarrolló el primer sistema computerizado de reservas de vuelos en tiempo real. Pero su mayor contibución quizá sea una idea que tuvo en 1968, cuando se le ocurrió crear un programa para crear y gestionar textos que pudiese ayudar a las secretarias en el desempeño de su trabajo.

 

5. Lynn Conway, pionera de los chips microelectrónicos

El trabajo que Lynn Conway desarrolló en el Centro de Investigación de Palo Alto de Xerox en los años 70 ha tenido un gran impacto en el diseño y desarrollo de chips durante décadas en todo el mundo. Muchas compañías basan sus desarrollos en sus ideas y muchos diseñadores han estudiado con el libro Introducción a sistemas VLSI del que es coautora. Pero su historia es agridulce porque Conway sufrió en los inicios de su carrera un fuerte rechazó, que causó su despido de IBM a finales de los 60. El motivo fue su proceso de cambio de sexo. Conway nació en un cuerpo de hombre con el que nunca se sintió identificada, y en 1967 comenzó un tratamiento para remediarlo. El rechazo fue fulminante y perdió su empleo. Una vez terminada la transición, se reinventó como programadora, con su nombre definitivo, y volvió a empezar de cero.

 

6. Frances E. Allen, pionera en la automatización de tareas paralelas

Ganadora del premio Turing, que lleva el nombre del padre de la ciencia computacional, Frances Allen sentó las bases teóricas y prácticas de las técnicas de optimización automática en compiladroes, la parte de un ordenador que traduce las instrucciones de un programa a un código entendible por la máquina. Definió unas técnicas que se siguen utilizando a día de hoy y que han ayudado a aumentar la eficiencia de las máquinas. En su opinión, «las mujeres volverá a interesarse por la computación cuando esta sea esencialmente relevante para la sociedad».

 

7. Grace Murray Hopper, desarrolladora del primer compilador

Conocida como Amazing Grace, está considerada como la precursora del lenguaje COBOL, un lenguaje de programación universal e inédito en la época capaz de ser utilizado por cualquier ordenador. Científica matemática y militar con grado de almirante en el ejército estadounidense, fue muy influyente en las Fuerzas Armadas y en muchas empresas, dominadas abrumadoramente por hombres.

 

 

8. Top Secret Rosies, programadoras del primer computador ENIAC

Tras el ataque a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, el ejército estadounidense se lanzó a una búsqueda de mujeres jóvenes con habilidades para las matemáticas. Mientras los hombres combatían, ellas trabajarían en los laboratorios de balística, realizando cálculos y confeccionando tablas de datos que los militares utilizaban en el frente para calcular el alcance de los proyectiles. Así nació la idea de crear una computadora, bautizada como ENIAC, que siriviese para realizar estos cálculos a gran escala: 5.000 sumas y 300 miltiplicaciones en 1 segundo. Un equipo de seis mujeres, especialmente brillantes en su trabajo, fueron seleccionadas para participar en el desarrollo y la programación de la máquina. Mientras que los ingenieros que la construyeron, John Presper Eckert y John William Mauchly, vieron su trabajo reconocido, el nombre de las seis programadoras cayó en olvido. Se llamaban Betty Snyder Holberton, Jean Jennings Bartik, Kathleen McNulty Mauchly Antonelli, Marlyn Wescoff Meltzer, Ruth Lichterman Teitelbaum y Frances Bilas Spence.

Después de leer las breves reseñas sobre mujeres precursoras y exitosas en mundo de la informática y que gracias a su esfuerzo y dedicación, puedes disfrutar de muchas de las cosas tecnológicas que usas actualmente y que merecen su reconocimiento en vida.

DIOS bendiga por siempre a las mujeres.

Puedes ver un documental en video en este link: https://www.youtube.com/watch?v=94wUWB9k0Ho

eguerrer on agosto 18th, 2009

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QUERIDÍSIMA AMIGA:

Te escribo esta carta, porque hay cosas de la que es mejor que hable una mujer. Espero no equivocarme al tener la esperanza de que me escuches a mí. Sí, a mí que también soy mujer y que veo con preocupación la dinámica en la que estamos cayendo las mujeres de hoy. Ésta dinámica nos llevará a un final que ninguna queremos y, al parecer, no todas prevemos.

Hemos perdido de vista al modelo de mujer que llena nuestros corazones, y en su lugar hemos puesto al modelo de mujer que nos han vendido. Ése, del que hablan los medios, la televisión, las revistas… y aún, las mismas mujeres. ¿Te has dado cuenta de que nuestro modelo de mujer es la misma Virgen María?, ¿Te gusta? Si no te gusta, es que realmente no has comprendido.

Hablemos de María

Ciertamente y precisamente Dios escogió a María para ser la Madre de Dios, por no tener pecado alguno. Más, sin duda, también por ser una mujer preparada, inteligente, valiente, emprendedora, digna y firme.

María supo seguir a José, apoyarlo y darle su lugar. Como cuando éste, tomó la decisión de huir a Egipto. María no le dijo: – Aquí yo soy la Madre de Dios, y por lo tanto tengo derecho de decidir a dóde vamos mi hijo y yo -. ¿Verdad que eso no suena a María? Tampoco creo que al regresar a tierra de Israel renegara de tener que dejar amistades y una casa establecida.

Y cuando María fue advertida por Simeón de que Jesús sería la causa de caída y ruina para muchos, y que una espada atravesaría su corazón. María no vaciló, fue valiente, no renunció, ni abandonó a su bebé.

Y cuando los reyes magos y los pastores llegaron a adorar al niño, imaginémonos la escena… No creo que María se haya envanecido, ni creído. No imagino que se la pasara hablando de ella, y menos presumiendo de que ella era la Madre de Dios; y de como se la había aparecido un ángel; y de que le dijera que había hallado gracia por parte de Dios… Antes bien guardaba y meditaba todas esas cosas en su corazón y era discreta.

No imagino a María, desesperada, gritona, descontrolada ante las contrariedades de la vida. Era controlada. Más aún, era sabia y reflexiva: cuando Jesús de 12 años, se perdió y después fue encontrado en el templo, María no se puso furibunda ni histérica. No. Sí estaba muy angustiada, pero tuvo la serenidad para preguntarle porqué había hecho eso.

Y siendo María la primer Cristiana no reclamó derecho alguno de tener más presencia entre los apóstoles, predicando al lado de su hijo, o hasta «lidereándolo»; sin embargo ella es Corredentora. No reclamó para sí, honores ni privilegios; en cambio dio gracias y reconoció las maravillas que Dios hizo en su favor (en el Magníficat). Pasó toda su vida en la tierra (como ahora en el cielo) acercando almas hacia su hijo y no hacia ella; decía siempre: -hagan todo lo que él les diga-

La mujer católca tiene dos misiones

* La primera: ser mujer.

Ésta, no la hemos podido escoger. Existimos para esa misión, fuimos creadas explícitamente para ello, y nuestra alma sólo podrá sentirse realizada hasta no haberse desarrollado en plenitud como tal: como mujer.

Sí, mientras reneguemos de serlo o lo despreciemos, lo consideremos inferior, desventajoso, «limitante»… etc. etc. No seremos felices. Así como se oye, y esto no tiene nada que ver con los hombres. Se trata de ti misma y de cómo decidas vivir. Sobre qué modelo sigas.

Hemos de entender de una vez por todas que: somos mujeres, no hombres. Y que quererlo hacer todo igual que los hombres, por pura obsesión o complejo, sólo nos va a frustrar más. Somos diferentes, ¡y en hora buena! Desde el comienzo de la creación, fuimos creadas para ser LA AYUDA ADECUADA (¿qué mayor halago que ese?). Fuimos creadas para ayudar, y no sólo al hombre (lo que no tendría nada de humillante), ayudar así a chicos y grandes, niños y viejos, hombres y mujeres. Viendo siempre, con nuestra naturaleza sensible, primero por los más vulnerables, necesitados o indefensos.

* La segunda misión: ser católica.

Esta misión es grande, pero no de grandeza, sino de plenitud. Y ha de ser asumida como lo que es: una misión. Estando atentas a la doctrina católica que se nos presenta por boca del papa, sus obispos y sacerdotes.

La catolicidad se asume en libertad, y ciertamente implica compromiso. No se vale pues, aceptar solo la parte que conviene a nuestros intereses personales. La parte con la que nos sentimos a gusto, que no toca nuestros vicios ni se mete con nuestras iniquidades. Aquella, con la que nos sentimos «satisfactoriamente buenas y hasta ahí». La mujer católica ha de distinguirse de las demás. Si no ¿de qué le sirve saber la verdad?

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eguerrer on agosto 18th, 2009
Madre Angélica
Eva: La Primera Mujer

En el principio, después de que Dios creara a Adán, se notó tempranamente que algo faltaba. La magnífica belleza de la Nueva Creación carecía de una dimensión. Adán debió haber mirado a su alrededor y tratado de buscar que cosa faltaba. El mundo entero era literalmente suyo y sin embargo no estaba satisfecho. Necesitaba alguien con quien compartir los frutos de su trabajo, mientras labraba la tierra y hacía crecer frutos de ella. (Gén 2, 5)

Dios vio esto y dijo: “No es bueno que el hombre esté solo, le daré una ayuda adecuada” y entonces formó del suelo todos los animales salvajes y las aves, y los puso ante Adán para que los nombrara.

Adán poseía una de las más bellas cualidades de Dios: La Bondad. El quería compartir su alegría y su felicidad con alguien, con alguien como él. Por ello, Dios hizo que cayera en un profundo sueño y de su costilla formó a Eva. Dios los bendijo diciéndoles: “Sed fecundos y multiplicaos, henchid la tierra y sometedla” (Gén 1, 28). Adán y Eva fueron creados a imagen de Dios, estaban por encima de toda la creación porque eran seres humanos inteligentes. Después de la caída se vieron a sí mismos como realmente eran –nada– nada más que seres humanos finitos, débiles, lentos para entender, víctimas de sus propias pasiones y demasiado pendientes de sí mismos. Ver lo que eran sin los dones de Dios debió haber sido una experiencia devastadora.

Viendo su poquedad, se avergonzaron, y cubriéndose, se escondieron porque de repente entendieron la gran diferencia que existía entre ellos y Dios.

Nació el temor. Reemplazó a la simpleza infantil que poseían cuando eran hijos agradecidos de un Padre amoroso.

Se les había dicho que si comían de aquel fruto prohibidio morirían, y por ello esperaron una muerte física aquí y allá, pero el orgullo constituye antes que nada la muerte espiritual, y trae consigo todas las consecuencias de tal clase de muerte: la concupiscencia, pasiones desenfrenadas, la amargura, el remordimiento de conciencia y la oscuridad.

Dios les anunció las consecuencias de la decisión tomada. Primero, aclaró a la serpiente –Maestra del orgullo– diciéndole que en adelante se arrastraría sobre su vientre y se alimentaría del polvo.

Todos los seres humanos contemplarán a ésta que una vez fue ángel de luz y la verán como polvo, como a un enemigo al que hay que pisotear y que debe ser rechazado por todos, salvo por aquellos que, al igual que ella, decidan que polvo es lo que quieren ser.

Su orgullo fue la causa de su caída del Cielo, su orgullo condujo a Eva a imitarla, pero ahora, todo ser humano lo verá tal cual es, un espíritu de oscuridad. La Guerra que había terminado en el Cielo empezaba ahora en la tierra.

Y luego de aquello la misericordia de Dios se manifestó tan hermosa como infinita, dijo al Padre de la Mentira que enviaría a otra Mujer contra él y que su linaje le aplastaría la cabeza.

Un nuevo Adán y una nueva Eva vendrían y esta vez no lo decepcionarían. Serían enemigos mortales de la serpiente y le pisarían la cabeza –su orgullo– con su santidad y su humildad.

Esta profecía mesiánica declaraba la guerra entre los dos Reinos. Algunos descendientes de Eva escogerían un lado y algunos el otro, pero dos personas habrían de aplastar el orgullo del tentador. El tentador se alegraba de haber arruinado el Plan de Dios a través de una débil mujer, y Dios usaría a una débil Mujer para aplastar su cabeza. A través de Eva y su descendencia, el orgullo puso su morada en el mundo y con él, todos los demás males. A través de otra Mujer y de su descendencia, Dios redimiría al mundo y lo bendeciría con mayores oportunidades, oportunidades tan grandes que aquellos que le correspondan serán llamados hijos de Dios.

María: La Mujer Prometida

Con el correr de los siglos, la humanidad se depravaba más y vivía más en las tinieblas. Dios enviaba a sus profetas para animar e iluminar a sus criaturas y aunque éstas elegían gobernarse a sí mismas, Él no las abandonaba.

A través de Noe, Dios Padre manifestó su misericordia preservando a la raza humana por la santidad de un solo hombre.

En Abraham, nos dio un ejemplo de fe y esperanza: fe en un Dios invisible y esperanza en sus promesas. Probó dicha fe cuando le pidió a Abraham sacrificar a su único hijo, prefigurando el sacrificio que él mismo haría al ofrecer a su Hijo para redimir al mundo.

A través de Jacob, Dios formó las doce tribus de Israel, y de una de éstas tribus nacería su Hijo y la Mujer Elegida.

En José, Dios prefiguró a su Hijo, que sería vendido por unas cuantas piezas de plata. El Padre usaría la envidia del hombre para redimir a su pueblo.

La zarza ardiente que Moisés contempló era figura del Dios hecho hombre, donde el fuego simbolizaba la unión de la Divinidad con la humanidad. También allí se veía el rol de la Mujer que ardería en amor por Dios y sería su Madre sin dejar de ser Virgen.

La Buena Nueva

¿Habría el Ángel de la Oscuridad, la serpiente, intuido que el tiempo que los Profetas anunciaban había llegado? Ciertamente, con su gran inteligencia y memoria, nada se le escapaba ni tampoco dejaba de oír la maldición dada sobre ella en el Jardín.

Debió de haber acechado la tierra en busca de una Virgen que concebiría y daría a luz un niño. Con su mirada orgullosa, debió haber buscado alguien famoso y popular que anunciaría su concepción con relámpagos del cielo. El gran timador estaba a punto de ser timado.

En el sexto mes de embarazo de Isabel, el Ángel Gabriel se apareció a una joven virgen desposada con un hombre llamado José. Su nombre era María, un nombre muy común entre los judíos.

Era el sueño de toda mujer judía ser la madre del Mesías. ¿Por qué entonces se turbó María cuando el Ángel la llamo infinitamente agraciada? “Escucha –le dijo– vas a concebir y dar a luz a un niño, y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado «Hijo del Altísimo»” y María respondió “¿Cómo será esto puesto que soy una virgen?” María era virgen y tenía la intención de seguir siéndolo.

“El Espíritu descenderá sobre ti –respondió el Ángel– y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Así, el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.”

Mientras el cielo entero esperaba ver cuál sería la respuesta de esta mujer, ella juntó sus manos y dijo: “Yo soy la Sierva del Señor, Hágase en mí según tu palabra”

Y así, el mismo poder que había dicho a la nada “se algo”, cubrió a la Mujer como una sombra y la elevó a un estado de unión con Dios del que nadie nunca jamás había escuchado y que nadie nunca sería capaz de comprender.

Así como nuestra unión con Dios debe ser con las Tres Personas, así María fue progresando en dicha unión, pasando de Hija del Padre y Esposa del Espíritu Santo a ser Madre del Hijo. La Nueva Eva renovó lo que la Antigua había perdido, la unión con la Trinidad. Nosotros también somos hijos del Padre, nosotras también podemos ser esposas del Espíritu Santo, nosotras también podemos ser madres del Hijo porque su mismo Hijo habría de decir que todo aquél que cumpliera la voluntad de su Padre sería su hermano, su madre y su hermana.

Preocupación

Hubiera sido natural que después de todo lo ocurrido aquella mujer permaneciera en casa sola, sin que nadie la molestase, pero las Escrituras nos dicen que María salió con prontitud y se fue a visitar su prima Isabel. Su preocupación por su anciana prima cargando un niño, la llevo a dejar casa y novio para ayudar a Isabel en sus necesidades. Debe haber sido asombroso y a la vez atemorizador el caminar a Judea meditando en la omnipotencia que llevaba en su diminuto santuario. En su modestia, ella hubiera guardado el secreto, pero Dios tenía otros planes. Apenas Isabel oyó el saludo de María, se llenó del Espíritu Santo y con fuerte voz proclamó que María era aquella Mujer, “Bendita tú entre todas las mujeres”, dijo, “y bendito el fruto de tu vientre”.

Como todos los padres, Dios no pudo contener tan maravilloso secreto por mucho tiempo. Tenía que decírselo a alguna persona y esa era Isabel llevando al niño que sería en el futuro el precursor de su Hijo.

El gozo de la visita a Isabel pronto daría paso a la angustia del espíritu. Solo alguien que ha estado bajo sospecha entendería los sentimientos de su pobre corazón al regresar a casa y empezar a recibir las inquisitivas miradas de José.

No consta en las Escrituras que haya alzado una sola palabra en su defensa. Había aprendido a confiar cada detalle de su vida a Dios. Llevaba a su Hijo, Él defendería su honor.

Pero día a día se tornaba más evidente para José que ella estaba en cinta. Él la amaba mucho y la entendía demasiado bien para cuestionar su integridad, pero a la vez sabía que el hijo que llevaba no era suyo.

Estaban casados pero la Escritura nos dice que él no la conocía. ¿Había él asumido también un compromiso de virginidad? Habían estado juntos por lo menos seis meses y aún así José estaba confundido.

Él observaba a María, la alegría de su corazón, día a día, y su corazón se llenaba de dolor. No podía dormir ni trabajar y mientras más atenciones ella le prodigaba, más era la angustia que pesaba en su corazón.

¿Y qué hay de María? Su amoroso corazón debe haberse quebrado viendo a alguien tan bueno en medio de tanto sufrimiento. ¿Debía ella contarle lo que había ocurrido? ¿Creería él en tan inmenso misterio? ¿Estaba ella en posición de contarle? Cuántas preguntas debieron haber llenado su mente.

Nadie conocía la forma en que el Mesías vendría y aunque su venida había sido profetizada y anunciada por muchos siglos, la realidad era tan diferente. No, rezaría y esperaría que Dios hiciera llegar el momento. ¡Qué profunda fe fue necesaria! Que honda esperanza necesitó para llevar a cabo sus labores en silencio y con amor.

Ver a José sufrir tanto debió haberle arrancado el corazón muchas veces. Siempre es difícil ver sufrir a aquellos que amamos y haríamos cualquier cosa con tal de aliviar su dolor. Y aún así, María, la indecisa mujer, no diría nada, aunque su silencio significara mayor angustia para José.

Si algo tenían en común ambos, eso era el sufrimiento. Cada uno hubiera querido hablarle al otro, uno para preguntar “por qué” y aquella para responder “como” pero ninguno decía una sola palabra de lo que pesaba tanto en sus corazones.

Ella era tan amorosa, bondadosa y santa para ser cuestionada, pero una cosa sabía José: el no era el padre. Él era solo un hombre que amaba a Dios sobre todas las cosas y nunca se le cruzó por la cabeza que su esposa sería la Mujer Prometida. Sabía que ella era especial y ese era el motivo por el cual era tan difícil hacer lo que el sabía tenía que hacer.

No podía exponerla a la humillación pública pero tampoco podía pretender que el niño fuera suyo, y así decidió repudiarla en secreto.

María debió haber percibido su dilema e implorado al Padre por una solución que pudiera dar paz al corazón de José.

Pero el tiempo de sufrimiento y purificación había pasado y un Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” Que tremenda alegría y consternación debió haber llenado su corazón. Lloró de alegría y se arrodilló en oración ante el Arca Viviente de la Alianza, el Templo en el que se hallaba, físicamente, el Hijo de Dios.

Y ahora, tres personas lo sabían, pero el Traidor aún no.

Madre y Viuda

¡Qué diferente es la sabiduría de Dios a la de los hombres! Si estuviéramos en su lugar, hubiéramos acudido al Templo y deslumbrado a los Doctores de la Ley, sanado a los enfermos, realizado reformas sociales y escrito volúmenes para las futuras generaciones.

En vez de esto, el Señor del Cielo permaneció treinta años solo con su Madre, haciendo las tareas cotidianas en unión con El Padre en oración. Era necesario permanecer tanto tiempo con su Madre debido a su misión. Más adelante, haría lo mismo con Pedro, Santiago y Juan, quienes también tendrían una misión especial.

Desapego

La vida de María fue una perfecta conformación con Jesús. Ella fue humilde, oculta, sufriente y afligida, pero a la vez conoció alegrías que el corazón humano nunca poseyó. Ella es todo para todos los hombres de tal modo que puede comprender sus errores sin haber errado nunca. Es compasiva con nuestras caídas sin haber caído nunca. Anduvo los pasos del Maestro para experimentar todos los sufrimientos a los que la pobre naturaleza humana está sujeta.

Se maravilló con su Sabiduría mientras proclamaba las Bienaventuranzas, y las siguió.

Admiró su celo al echar a los vendedores del Templo, y oró por ellos.

Lo escuchó hablar de su Padre y del Espíritu que había de venir, y glorificó a Dios.

Lo vio sanar a sordos, ciegos, cojos y leprosos, y elevó su acción de gracias.

Lo vio humillado por el orgullo de los fariseos y doctores de la ley, y lloró.

Lo oyó revelar el secreto de la Trinidad en nosotros, y se inclinó en adoración.

Lo oyó decir finalmente un día a la gente “Antes que Abraham fuese, Yo Soy” y lloró mientras recogían piedras para tirárselas.

Lo vio resucitar muertos, y dio gloria a Dios.

Lo vio llorar por Jerusalén porque no había conocido el tiempo de su venida, y lloró con Él.

Ella escuchaba mientras Jesús le enseñaba a sus discípulos los misterios del Reino, y observaba a muchos marcharse cuando se les reveló el misterio de la Eucaristía.

Se estremeció cuando les reveló a sus apóstoles su pasión y su muerte, y se dio cuenta de que no habían entendido.

Se regocijó cuando les dijo a sus discípulos que resucitaría al tercer día, pero sólo para ver que no habían comprendido.

Y luego, se dio cuenta de que todo estaba muy cerca, y se puso en oración.

Ella, que fue llena de gracia, pudo mantenerse al pie de la Cruz, porque había aceptado su carga con el mismo amor que su Hijo. Ella lo hubiera ofrecido como Él se ofreció a sí mismo y Ella se hubiera ofrecido a sí misma como Él la ofreció a todo el mundo.

eguerrer on agosto 18th, 2009

Once personas se aferraban a una misma cuerda que colgaba de un helicóptero, diez hombres y una mujer.

La cuerda no era suficientemente gruesa como para soportar el peso de todos, por lo que decidieron que una persona debía soltarse, de otro modo, todos caerían. No lograban elegir quién sería esa persona, pero entonces la mujer, con voz firme, anunció que se ofrecía voluntariamente para soltarse de la cuerda.

Después de todo, dijo, estaba acostumbrada a relegar sus intereses propios, ya que:

  • Como madre siempre daba prioridad a los hijos.
  • Como esposa, anteponía los intereses de su marido a los propios.
  • Como hija se doblegaba ante su padre.
  • Como profesional permitía que sus jefes obtuvieran el crédito por sus logros.
  • Como mujer, dijo alzando la mirada hacia el infinito y poniéndose una mano sobre el corazón: su misión en la vida era sacrificarse por los demás, sin esperar nada a cambio.

Eufóricos de emoción y orgullo, los hombres como siempre tan atolondrados, rompieron en aplausos… Y todos cayeron.

Moraleja para los hombres:
Nunca se confíen de la abnegación de la mujer, es noble pero no tonta.

Madre Teresa de Calcuta

Madre Teresa de Calcuta

Creo DIOS al ser humano, hombre y mujer los creó. (Gén. 1, 27)

Para hablar sobre este tema, tomaremos un libro por excelencia único, la Santa Biblia, y es muy formal en decir con sus letras: “Si DIOS ha formado del hombre a la mujer, el hombre nace de la mujer, y ambos vienen de DIOS” (Cor 1, 11, 12).

La dignidad que posee la mujer no se la da el hombre, ella recibe esta dignidad directamente de DIOS, cuando EL le concede la vida. Antes de situarse frente al hombre como compañera y ayuda, se relaciona con DIOS, y así no será tentada de idolatrar a hombre alguno, porque sabe que sólo a DIOS se le debe culto de adoración.

Desde un principio, hombre y mujer están unidos no sólo en la esfera privada del matrimonio, sino que en todos los aspectos privados de la vida. A los dos juntos. DIOS les ha encomendado el cuidado de la tierra: “Llenen la tierra y sométanla” (Gén 1, 28).

Si los dos son iguales en dignidad, no dejan de ser muy distintos. DIOS, creando a Adán del polvo de la tierra, nos indica, en forma simbólica, que el hombre esta muy relacionado con las fuerzas brutas de la creación.

En cuanto a Eva, DIOS la sacó de un costado de Adán, para significar que ella es más humana. No ha sido sacada de la cabeza del hombre, para que sea más inteligente, ni de la mano, para que sea más fuerte, sino del costado, donde está el corazón. La mujer ha sido creada para amar.

El hombre necesita de la envoltura de cariño y de ternura que sólo la mujer le puede dar. Se conocen los traumas del que no ha conocido el cariño materno; es necesaria la mano de la mamá que consuela, la palabra de la hija que alienta, la comprensión de la hermana, la ternura fiel de la esposa.

La mujer da a cada ser humano un rostro y un nombre. Un día se le preguntaba a Sor Teresa de Calcuta qué hacía ella con lo pobres, a lo que respondió: “Yo no conozco a los pobres; conozco a Roberto, Antonio, Luisa,…”.

Si para atraer la atención entra en el juego de la seducción, se rebaja a un nivel de mujer-objeto, y traiciona su vocación. La mujer, por naturaleza, y más que el hombre, está sedienta de amor, tanto para darlo como para recibirlo.

De tal manera está impresa en su naturaleza el amar, que cuando San Pablo habla a los esposos en la carta a los Efesios 5, 25 dice: “Esposos amen a sus mujeres”, pero no dice a las mujeres: amen a sus maridos, ya que esto es obvio, es natural; el corazón de la mujer es un abismo que solamente se llena con amor.

Puede dialogar con una mujer sobre la siguiente pregunta: ¿Puede una mujer dejar de amar?

eguerrer on junio 25th, 2009

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La humanidad es como un gran pájaro que necesita de sus dos alas para volar: el ala femenina y el ala masculina; si una de las dos es atrofiada el pájaro se desequilibra. Para bien de la sociedad es esencial que la mujer sea plenamente realizada en su feminidad.

El fenómeno social más relevante del último milenio no es el uso generalizado de los computadores, sino la conquista de parte de la mujer, en los sitiales que le corresponden en todos los sectores de la vida. El Papa Juan Pablo II declaró: “Es muy necesario hablar acerca de la gran deuda que tiene el hombre con respecto a la mujer, en especial, en el campo del progreso cultural”.

Los debates a menudo se han politizado y se ha focalizado en la búsqueda del poder para las mujeres. Se las quería iguales a los hombres, olvidando que los hombres y las mujeres son muy diferentes, y lo más urgente, es que se respete la característica propia de cada sexo.

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