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21 mayo, 2016

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«…Así desde los ocho hasta los veintiocho años, y así sería aún si no hubiese sido por usted, amadísima Elizabeth. Se lo debo todo. Me dio una lección que fue, por cierto, muy dura al principio, pero también muy provechosa».

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En contraste con el progreso tecnológico que experimentó la sociedad británica durante el siglo XIX, la época victoriana se caracterizó por un puritanismo exagerado y una tremenda represión sexual. A pesar de los avances científicos en otros campos, en el siglo XIX fue también cuando se postuló que la causa de la degeneración de las razas era la promiscuidad y la perversión, considerada origen de todos los problemas sociales. Se instaura así la famosa moral victoriana, basada en la represión sexual y la infravaloración de la mujer, transformada en responsable de todos los males sociales.

Las relaciones entre ambos sexos y los rituales de cortejo, sobre todo entre las clases altas, estaban rígidamente definidos. El pretendiente debía, antes de iniciar cualquier relación, negociar con los padres de la novia. Si estos aceptaban la petición, el joven podía comenzar entonces a cortejarla, inicialmente siempre en la casa de la novia y en presencia de algún familiar que ejercía como carabina, hasta la fecha estipulada para el matrimonio. Durante el noviazgo, ambas familias se ponían de acuerdo sobre la tasa de las dotes y luego, ante un notario, realizaban la firma del contrato matrimonial. El matrimonio era, en esencia, una forma de establecer acuerdos económicos. Así pues, en la gran mayoría de las ocasiones, y sobre todo entre las clases altas, el matrimonio tenía una mera función práctica y estaba desprovisto de amor.

La sociedad victoriana era profundamente patriarcal, estando la mujer subordinada por completo al hombre en todos los aspectos. La castidad debe presidir las relaciones de la pareja dentro del matrimonio, ya que fuera de él sólo pueden encontrarse “bajas pasiones”. Así pues el hombre, bajo larepresión sexual ejercida por la moral de la época, solía buscar “consuelo” en las prostitutas que poblaban los barrios más desfavorecidos de Londres. Y aunque esta actitud no era ni mucho menos aprobada en público, sí que era aceptada en privado, de modo que si dos personas “respetables” se encontraban en un burdel, fingirían no conocerse y no harían mención al encuentro en ninguna de sus coincidencias futuras en sociedad.

Una de las anécdotas que mejor definen la moral de esta época es la llamada “sexualidad del tobillo”. Para hacernos una idea de la rigidez moral de la época, basta con decir que el largo estipulado de la falda de las mujeres en la sociedad victoriana debía llegar hasta los pies y, de hecho, un acto que hoy nos pueden parecer tan inocente como el de mostrar un tobillo era considerado algo escandaloso. Todo esto, evidentemente, siempre hablando de la clase burguesa y la aristocracia, ya que la clase obrera tenía mayores preocupaciones que el largo de las faldas o el último acontecimiento social en el que había que dejarse ver.

Hipócrita, machista y, en general, inculta (la tasa de analfabetismo rozaba el 18% en los hombres y el 25% de en las mujeres) la sociedad victoriana contaba con muchas facetas criticables. Evidentemente, no todo el mundo comulgaba con los valores victorianos, y fue duramente criticada por alguno de sus contemporáneos, como los escritores Oscar Wilde y Bernard Shaw, que reflejaron en sus obras la mediocridad y la estrechez de miras de la sociedad victoriana.

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El siglo XIX fue, sin duda, el período de mayor bonanza económica del Reino Unido. La política colonial británica había llevado a los ingleses a poseer territorios en todo el mundo, con los importantes beneficios, tanto económicos como de comercio y abastecimiento de materias primas, que esto suponía. Así pues, a finales del siglo XIX, Gran Bretaña era el Imperio más poderoso del mundo, a pesar de haber perdido territorios como los Estados Unidos, gracias a que todavía dominaba el comercio con el continente norteamericano así como otras muchas de sus antiguas colonias.

El Imperio Británico ejercía su supremacía marítima en todo el mundo, algo lógico teniendo en cuenta que estamos hablando, al fin y al cabo, de una isla. La Royal Navy se convertía, a la vez, en el brazo armado más poderoso del mundo y en el símbolo de dicho Imperio. El esplendor de España había llevado a nuestro país a ser la principal potencia europea en el siglo XVII, hasta que las derrotas contra Francia en la Guerra de los Treinta Años y el ascenso del poderío naval holandés acabaron reduciéndola a una potencia más. Por tanto, ahora eran los ingleses los que “partían el bacalao” a nivel europeo.

La época victoriana fue un período de progreso, aventura y descubrimiento. Los viajes deLivingstone y Stanley apasionaban al público inglés, que seguía sus aventuras por el corazón de Africa con entusiasmo. También es la época de algunos de los escritores más famosos en lengua inglesa (con perdón de William Shakespeare), autores como Charles Dickens, Lewis Carroll, Oscar Wilde, Robert Louis Stevenson (máximo exponente de la novela de aventuras) o Sir Arthur Conan Doyle.

Y fue, por último, una época de progreso tecnológico trepidante. En tan solo 100 años Gran Bretaña pasó de ser una sociedad rural a una potencia mundial absolutamente industrializada, debido a una Segunda Gran Revolución Industrial y un sistema de ferrocarril que comunicaba todo el país

También fue la época del surgir del movimiento obrero, al pasar un gran porcentaje de la población de la vida rural al trabajo de las fábricas. Un movimiento que produjo profundos cambios políticos y sociales que transformaron la rígida sociedad de la época.

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