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Razones por las cuales no se denuncian los delitos en Guayaquil

lunes, julio 12th, 2010

1.- Introducción

La principal razón por la que no se denuncian todos los delitos que ocurren en Guayaquil (Ecuador) es el Temor a sufrir represalias. Lo revela una encuesta realizada por el Centro de Estudios e Investigaciones Estadísticas ICM ESPOL.

Esta encuesta fue efectuada, en cuanto a su trabajo de campo, los últimos días del mes de junio y de la primera semana de julio de 2010. La encuesta se la ejecutó con un procedimiento de Muestreo Aleatorio Bietápico, en el que la unidad primaria de investigación es el jefe del hogar o la persona mayor de edad que se encuentre en el sitio de la entrevista.

 2.- Diseño Muestral

Se utilizaron en la primera etapa del muestreo  “estratos” basados en los denominados sectores municipales de la ciudad y de sus parroquias urbanas; en la segunda etapa se utilizaron “conglomerados” de igual tamaño definidos en base a la cartografía censal del INEC, determinándose  30 de estos para áreas de la ciudad con peso demográfico de alrededor de 3.3% del total. El “nivel de confianza” del diseño  es  95% y el  “error de diseño” inferior a 4%.

3.- Resultados

Para el caso de la razón por la cual pensaba el informante que “no se denuncian todos los delitos que ocurren en la ciudad”, se le permitió al entrevistado escoger de varias opciones un máximo de tres de las mismas, concluyéndose que la de mayor pesó fue la ya señalada, “temor a represalias”; el 73.5 de los entrevistados dio esa razón, véase Gráfico 1; le sigue a esta opción la “poca confianza que se tiene en el poder judicial” que es seleccionada por el 47.5% de los entrevistados; mientras que la tercera opción  seleccionada fue “lo complicado del trámite” para denunciar que llega al 42.8%. Es de comentar que aquí se puede mejorar mucho de manera inmediata pues en realidad el trámite en la Fiscalía no es complicado, aunque sí es verdad que el estado emocional del denunciante, puede hacer penoso tal evento.

Siguen “falta de tiempo” con 34.2%; “falta de dinero” para realizar el trámite llega 22.8%; mientras que “el valor insignificante” de los objetos perdidos llegan apenas a 14.5%. Es procedente resaltar que  el trámite en la Fiscalía es completamente gratuito. Igual existe buen espacio para progreso.

Recuérdese que la suma de las opciones rebasa el 100%, pues los entrevistados escogían tres opciones, no una.


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4.- Más características de los informantes

Referente al género de los informantes, 47.8% son varones y el resto mujeres.

Sobre el estado civil de los entrevistados: el 47.5%  son  casados, 20.3% viven en unión libre, 22.6% son solteros y los restantes son viudos o divorciados.

En cuanto a su situación laboral, 42.5% están “empleados”, el 32.8% trabajan por “cuenta propia” y el restante 24.7% se consideran  “desempleado”.

El nivel educativo de las personas entrevistadas se resume de la siguiente manera: 17.5% tiene aprobado algún grado de “educación primaria”, 11.8% algún año de “educación secundaria”; 35.8% son “bachilleres” pero no tienen preparación universitaria y 34.8% han aprobado al menos un año de “universidad”.

En cuanto al “ingreso mensual”, 17.2% gana menos de 200; 47.5% entre 200 y 500 dólares; 25% entre 500 y 1000 dólares y un 10.3% ganan más de 1000 dólares.

El promedio de miembros del hogar es 4.648. Véase Gráfico 2.

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Sobre perceptores de ingresos: en el 79% de los hogares visitados habían “uno” (40.2%) o “dos” (38.8%) “perceptores”; en el 13.2% “tres perceptores” y en el 4.3% de los casos  “cuatro perceptores”. Se reportan casos de hogares con más de 4 perceptores pero con escasa ponderación sobre el total.

Solo una cantidad cercana al 3% de las personas entrevistadas viven en barrios “cerrados” esto es con ingreso restringido por guardianía privada.

Finalmente más del 99% de los entrevistados son ecuatorianos. 

Gaudencio M. Zurita
Guayaquil, julio 11 de 2010

El delito como hecho social

lunes, junio 21st, 2010

Gaudencio Zurita Herrera
Profesor  ICM ESPOL
Guayaquil – Ecuador

Por años vivimos la ilusión de que el Ecuador era una “isla de paz” y que aquello iría así por siempre  ya que solo dependía de nosotros.  Mientras Sendero Luminosos marcaba el desangre de Perú, y varios frentes guerrilleros el de Colombia,  creíamos ser inmunes a los vientos de la violencia de génesis político y apenas si de vez en cuando uno que otro hecho de sangre irrumpía en el pacífico quehacer  de nuestra ecuatorial existencia.  

El  “secuestro exprés” no era una  frase conocida en nuestro diccionario, ni que decir del término “sacapintas” o de la “escopolamina”;   hablar de estadísticas delincuenciales no cabía en el portafolio de los medios de comunicación ni del común de los ciudadanos. El “narcotráfico” se generaba  en  todas las naciones en las que alguna vez constituyeron  el Tahuantinsuyo, menos para nosotros. El “sicariato” no podía ser que nos afecte, apenas si se conocían casos “folclóricos” en alguna provincia costeña.

Y  llegó el siglo XXI y se cayeron las torres  y todo lo que es seguridad se reconfigura en el mundo; y, somos parte del mundo, con el agravante que  la sociedad de la información ya había llegado; surge una nueva recesión mundial en la que  tener trabajo es un lujo y no satisfacer necesidades básicas  un bien común, y, así como se globaliza lo bueno se globaliza también lo otro. Con nuestras particularidades, emigración masiva hacia Norte América y Europa,  con su secuela de hogares desgarrados y niños llegando a jóvenes que crecen sin los tradicionales estándares  que nuestra sociedad acostumbraba   darle a sus generaciones.

Se notaba que ya no éramos inmunes a las crisis financieras mundiales y que la seguridad ya no podía tomarse como un “bien”  que  dependía de nosotros y solo de nosotros. Había sido cierto que la globalización se daba en todos los ámbitos.

Hoy en  el Ecuador del siglo XXI no es novedad que los árbitros de un partido de futbol sean atacados y “castigados ” por los dirigentes del equipo perdedor al terminar el cotejo, por que no les favoreció el resultado;  tampoco es novedad que a nombre de una cultura ancestral  se castigue a transgresores de la ley utilizando métodos poco  ortodoxos;  o lo que es peor que un populacho se tome la “justicia por sus propias manos” por que dicen ya estar cansados que la  justicia convencional no actúe; tampoco  nos asombra leer que el “sicariato” florece en calles y plazas aunque todavía nos provoca miedo; y , hasta un jefe policial alguna vez nos dijo en televisión, refiriéndose al tráfico de drogas: “lo que se incauta es apenas el 10%”; rematamos viendo como en una manifestación universitaria,  un agente del orden de convierte en bonzo y luego de discursos incendiarios y polémicas, el policía  incendiado queda.

Hemos pasado de la insensibilidad al temor. De “eso no puede ocurrirme” a “tengo miedo hasta de salir de mi casa”.

La ESPOL misma sufrió bajas entre sus profesores y estudiantes el año 2009, el asesinato de un profesor sigue en el misterio; por el de la estudiante hubo mejor capacidad de reacción entre   sus compañeros y amigos y se montó una presión pública que la autoridad no pudo ignorar, aunque se mantienen incógnitas.

Instrumentos apetecidos por los delincuentes son las laptops de los estudiantes politécnicos; no pueden  transportarlas libremente so pena de perderlas y lo que es más, arriesgar sus vidas. La delincuencia incidiendo también en la calidad de la educación.  Ya ni siquiera comentamos el despojo violento de celulares y calculadoras a nuestros estudiantes, perdimos poco a poco nuestra capacidad de sorprendernos; y eso es negativo, un buen ejemplo de esta inconfesable “resignación” es el sicariato; cuando se  reporta  un caso, quedamos satisfecho al escuchar  “aparentemente ha sido un ajuste de cuentas” o “era un problema de faldas ”, o “el occiso tenía antecedentes penales”. Asunto concluido; próximo caso. 

Esta es la primera entrega que consta de cuatro.