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Estadísticas de Delitos en Guayaquil: Boletín 7-2010

miércoles, julio 28th, 2010

En la semana del sábado 17 de julio al viernes 23 del año en curso se presentaron un total de 911 denuncias en las distintas facilidades que tiene la Fiscalía General en el cantón Guayaquil. Esto representa un aumento de más de 100 denuncias en la semana si se compara con la previa en la que se produjeron solamente 783 denuncias. 

261 denuncias corresponden a delitos contra las personas y 233 a delitos contra la propiedad destacando entre las primeras 8 homicidios, 14 plagios, 209 robos agravados, 12 secuestros express y 18 denuncias de violaciones; la semana anterior la cantidad de robos agravados fue 133 y en general todos estos tipos de delitos muestran un incremento la presente semana.

Las 233 denuncias de delitos contra la propiedad corresponden a los siguientes tipos de delitos, 96 robos simples, 43 hurtos, 27 robos en domicilio, 56 robos de vehículos (se incluyen motos) y 11 robos en locales comerciales.

Estos datos son el resultado de las investigaciones que realiza el Centro de Estudios e Investigaciones Estadísticas ICM ESPOL.

Gaudencio M. Zurita
Guayaquil, julio 28 de 2010

La falta de completitud de las estadísticas delincuenciales

jueves, junio 24th, 2010

Gaudencio Zurita Herrera
Profesor  ICM ESPOL
Guayaquil – Ecuador

La Estadística es una de las herencias del siglo XX de la que no puede prescindir el homo sapiens; son sus detractores quienes  no la entienden y en determinadas circunstancias quienes  sienten afectados sus objetivos o imagen por algún resultado estadístico, pero no pueden prescindir de ellas. Son estos personajes los que en algún momento  sacan a relucir la expresión generada hace  casi dos siglos que afirma “existen dos tipos de mentiras: las malditas  mentiras y las estadísticas”. Pero no pueden vivir sin ellas, aunque sí aspiran que siempre les favorezcan.

Hacer Estadística es una actividad que requiere profesionalismo, que requiere preparación específica; así como hace cien años el ingeniero antonomástico era el ingeniero civil,  hoy existen ingenieros mecánicos, electrónicos, químicos, etc., para efectuar  trabajos específicos de ingeniería;  los aficionados no pueden hacer Estadística profesional ; si está en el currículo de casi todas las profesiones universitarias es para que puedan interpretar sus resultados profesionales, no para que se conviertan en estadísticos.

El común de los ciudadanos también se ve obligado  a referirse a las estadísticas, particularmente cuando algún hecho  cuantitativamente medible y que lo afecta,  se desborda. Recordamos nuestra  experiencia con la inflación el año 1989 cuando el índice de precio al consumidor bordeaba el 100% de variación anual o el censo de población de 1990 cuando cada quien lanzaba al viento  los millones de habitantes  que este evento estadístico les había “quitado”; hoy nadie habla de eso porque en mucho, la dolarización puso a la inflación en términos manejables y porque los crecimientos poblacionales han llegado a ser entendidos por los interesados en utilizarlos. Censos y medición de fenómenos inflacionarios siempre fueron efectuados  de la mejor forma, dentro de lo  que la masa crítica del país permite y hoy se sabe  vivir con ellos y utilizarlos de buena forma;  pero de la “isla de paz” al Guayaquil del siglo XXI, no hemos aprendido a comprender sus cifras de la delincuencia.

El gran público siempre considerará que las estadísticas reflejan menos de lo que realmente ocurre en cuanto a delitos y los que tienen la responsabilidad de ofrecer seguridad  siempre querrán que éstas cifras aparezcan a niveles inferiores, por lo que al final de finales deciden que es mejor que ellos mismos las manejen. Esa no es una buena estrategia , Dora Nevares  en su  libro “El crimen en Puerto Rico”  refiriéndose a las estadísticas que lleva la policía norteamericana señala:  “Las estadísticas del F.B.I. son criticadas por tener varias fuentes de error y entre las críticas más comunes están:  la víctima no siempre informa el delito;  o, la víctima informa pero la policía no llena el correspondiente informe, o, el informe no se llena correctamente; o,  los datos pueden ser manipulados por los departamentos policiacos para satisfacer objetivos específicos”. Existe abundante literatura al respecto y podemos referir al lector a W. Gove en su trabajo Are Uniform Crime Reports a Valid  Indicator of Index Crime?,  o trabajos de D. Black o G. Báez sobre el mismo tema.

Las estadísticas de un hecho social tan sensible deben ser llevadas a nivel nacional por terceros neutrales cuyo interés no sea la inflación o deflación de las cifras sino los intereses  del país. Cuando hablamos de estadísticas no solo nos referimos a las de impacto público inmediato sino también a las que no se conocen y que  muchos no saben que deben hacerse para remediar de manera efectiva  la cuestión delincuencial  porque son las que permiten que los “Tanques de Pensamiento” diseñen efectivas estrategias de prevención delincuencial. 

Existe un   esfuerzo editorial loable  efectuado por el Municipio de Quito y Flacso en el que a nivel de diagnóstico preparan al país para el siguiente paso; igual el Municipio de Guayaquil hace esfuerzos en favor de  la  seguridad ciudadana a través de una corporación destinada para conseguir tales fines; no debe desconocerse el esfuerzo efectuado en los últimos años  por el gobierno central  al dotar de mejor infraestructura  a la policía en Guayaquil;  pero los esfuerzos  no son coordinados;   falta “el siguiente paso” y ese es el paso que aparentemente no queremos o no sabemos  dar como grupo humano. Todos aceptamos  que debe ser  un esfuerzo conjunto,  separados  no llegaremos muy lejos y que antes de pensar seriamente en llevar la delincuencia a niveles tolerables no debemos olvidar que la prevención es lo que evita que la enfermedad surja y que la represión es la medicina cuando el cáncer ha surgido. No permitamos  la metástasis. 

Esta es la cuarta entrega que consta de cuatro.

Los Observatorios del Delito

miércoles, junio 23rd, 2010

Gaudencio Zurita Herrera
Profesor  ICM ESPOL
Guayaquil – Ecuador

No existe sociedad en la que se haya logrado extinguir el delito, pero sí existen sociedades que han logrado mantener sus tasas dentro de rangos “tolerables”, para darle un calificativo. Las aproximaciones  al delito que cada conglomerado humano efectúa son diferentes, pero  la aproximación que nunca falta es la represiva;  la que todos dicen entender pero no practicar es la preventiva.

Las sociedades que optan solo por la represión no logran éxitos frente la delincuencia, apenas si logran paliarla. La prevención está en el trabajo que se haga con los jóvenes antes y después de que incurran en sus primeros delitos ; está también en procurar plazas de trabajos para los jóvenes al terminar su ciclos de estudios; está en proveer un sistema educativo que posea 100% de cobertura pero que además privilegie la calidad ; está en proveer a las familias los equilibrios que combatan los desequilibrios que la  misma  sociedad les impone; está en evitar la urbanización  no planificada  de las ciudades;  está en estudiar la pirámide poblacional   para saber el porcentaje de población entre 12 y 18 años; está en legislar con oportunidad y propiedad;  está en reconocer que el tráfico de drogas existe  y que así como hay quienes de ese mal lucran, existen también consumidores en el medio que están esperando ser rescatados; está en la comprensión que adquieran los medios de comunicación social en el sentido de que los hechos positivos también son noticia;  está en toda acción social que sociedad civil y  gobiernos seccionales y central  concertadamente emprendan; etc., etc..

El diseño de estos grandes lineamientos es lo que le corresponde efectuar  a los Observatorios del Delito; deben ser verdaderos “Tanques de Pensamiento”, no  al servicio del gobierno central, sino al servicio de la sociedad, pues debe reconocerse que no siempre esos dos tipos de intereses coinciden y en caso de conflicto  deben prevalecer los de esta última.

En estos observatorios deben estar las universidades y politécnicas con sus escuelas de Sociología, Sicología, Criminología, Medicina, Geografía, Estadística, Comunicación, Computación, Jurisprudencia, etc.; también los grupos sociales organizados, los gobiernos seccionales y el gobierno central a través de los ministerios del área   social y de seguridad interna. Allí se debe analizar y sugerir a los distintos actores sociales las estrategias y acciones que es necesario llevar a cabo  para combatir, pero fundamentalmente para prevenir, las desviaciones a lo convenido en el Contrato Social vigente. 

Deberían estos Tanques de Pensamiento manejar estadísticas y hasta encargar estudios específicos como  son las estadísticas  longitudinales a cohortes de jóvenes delincuentes, encuestas de victimización, mapas delincuenciales, etc..  Lo que no debe ocurrir es que estos observatorios sean dependencia gubernamentales encargadas de proveerse sus propios insumos cuantitativos. Todo esto sin perjuicio de que las instancias fiscales tengan su propia estructura dentro del sistema administrativo gubernamental, que sirva a sus objetivos específicos.

Por muchas razones las estadísticas que manejen las dependencias gubernamentales pierden la confianza ciudadana, en particular las estadísticas de la delincuencia. 

Esta es la tercera entrega que consta de cuatro.

 

Como medir el delito

martes, junio 22nd, 2010

Gaudencio Zurita Herrera
Profesor  ICM ESPOL
Guayaquil – Ecuador

En los últimos cinco años hemos estado en el Centro de Estadística ICM ESPOL , midiendo la seguridad en Guayaquil a través de los delitos denunciados en la Fiscalía . Lo que medimos son los delitos contra las personas y contra la propiedad y  que posterior  a su realización involucran a los órganos de represión del estado; aclaramos eso porque delinquir es faltar a las disposiciones legales vigentes, aunque como dice Mario Bunge, “el delito es la más dañina pero la menos comprendida de las conductas torcidas”.   Señala el mismo Bunge, que lo que nos obnubila  es la concepción de  que al delito por sobre prevenirlo hay que castigarlo.

Lo que  en estos  cinco años medimos no son crímenes ambientales o delitos políticos o culturales; medimos homicidios, robo agravado, plagio, secuestro exprés y violación en lo referente a la canasta de delitos contra las personas;  así como robo simple, hurto, robo en domicilio, robo de vehículos, robo en local comercial y robo en bancos en lo que corresponde a delitos contra la propiedad.  Hemos construido  las series temporales – semanales-  de cada una de estas transgresiones a la ley  desde julio de 2005 y hemos estudiado su evolución hasta ver como se estabilizaba  el “robo agravado” en alrededor de cien de estos hechos sociales cada semana ,  hasta cambiar y  tomar un patrón ascendente a partir de enero de 2009, registrándose en la semana del 13 al 19 de marzo de 2010 la más alta cifra  desde que llevamos esta contabilidad: 222 denuncias de robos agravados en una semana. Véase patrón de este delito en el gráfico adjunto, en el que desde el año 2005 hasta el 30 de abril de 2010 , se presenta la serie temporal del delito definido como “robo agravado”. Igual se presenta la serie de “homicidios” para el mismo período. Todo basado en las denuncias presentadas en la Fiscalía de Guayaquil.

La más frecuente pregunta con la que nos enfrentamos cuando conversamos con amigos, allegados o medios de comunicación social es ¿Cómo  van los delito?  ¿suben o bajan?; y con el mejor de los humores intentamos decirles que el delito para que tenga una medida única debe tener primero una “canasta” que permita construir un índice  que exprese cual es el estado de la delincuencia medida de una forma cuantitativa  al mismo tiempo que objetiva, dentro de lo posible; y,  que para  delitos en particular  lo que se construyen son “tasas” por cada cien mil habitantes.  

Dado que se tienen las series temporales que correspondan, un delito se considera que crece, si en un período anual, supera al crecimiento poblacional, de esta manera el crecimiento, en cuanto a valor absoluto,  equipara al de la población, haciendo el mismo efecto sobre cada ciudadano mientras que las tasas se mantienen constantes.

Si por ejemplo en una población de 100.000 habitantes ocurren 100 delitos del algún tipo , la tasa anual es de 100 delitos  por cada 100000 habitantes ; si el crecimiento poblacional  anual es del 2 por ciento,  el año siguiente habrán 102.000 habitantes en la población y si ocurren 102 delitos del tipo analizado, el crecimiento delictivo porcentual es igual al de la población y por tanto no ha crecido el delito; si ocurriesen menos de 102 delitos, la delincuencia disminuiría; y, aumentaría si se producen 103 o más delitos.  La tasa anual de ese delito será al igual que el año anterior, 100 delitos por cada 100.000 personas.

Si se quiere dar un índice  no de un delito sino de la delincuencia en general, en un ámbito geográfico, se debe  construir una canasta de delitos, establecer la  ponderación para cada uno de ellos, valores que pueden reportase con la periodicidad que se estime pertinente. 

Esta es la segunda entrega que consta de cuatro.

El delito como hecho social

lunes, junio 21st, 2010

Gaudencio Zurita Herrera
Profesor  ICM ESPOL
Guayaquil – Ecuador

Por años vivimos la ilusión de que el Ecuador era una “isla de paz” y que aquello iría así por siempre  ya que solo dependía de nosotros.  Mientras Sendero Luminosos marcaba el desangre de Perú, y varios frentes guerrilleros el de Colombia,  creíamos ser inmunes a los vientos de la violencia de génesis político y apenas si de vez en cuando uno que otro hecho de sangre irrumpía en el pacífico quehacer  de nuestra ecuatorial existencia.  

El  “secuestro exprés” no era una  frase conocida en nuestro diccionario, ni que decir del término “sacapintas” o de la “escopolamina”;   hablar de estadísticas delincuenciales no cabía en el portafolio de los medios de comunicación ni del común de los ciudadanos. El “narcotráfico” se generaba  en  todas las naciones en las que alguna vez constituyeron  el Tahuantinsuyo, menos para nosotros. El “sicariato” no podía ser que nos afecte, apenas si se conocían casos “folclóricos” en alguna provincia costeña.

Y  llegó el siglo XXI y se cayeron las torres  y todo lo que es seguridad se reconfigura en el mundo; y, somos parte del mundo, con el agravante que  la sociedad de la información ya había llegado; surge una nueva recesión mundial en la que  tener trabajo es un lujo y no satisfacer necesidades básicas  un bien común, y, así como se globaliza lo bueno se globaliza también lo otro. Con nuestras particularidades, emigración masiva hacia Norte América y Europa,  con su secuela de hogares desgarrados y niños llegando a jóvenes que crecen sin los tradicionales estándares  que nuestra sociedad acostumbraba   darle a sus generaciones.

Se notaba que ya no éramos inmunes a las crisis financieras mundiales y que la seguridad ya no podía tomarse como un “bien”  que  dependía de nosotros y solo de nosotros. Había sido cierto que la globalización se daba en todos los ámbitos.

Hoy en  el Ecuador del siglo XXI no es novedad que los árbitros de un partido de futbol sean atacados y “castigados ” por los dirigentes del equipo perdedor al terminar el cotejo, por que no les favoreció el resultado;  tampoco es novedad que a nombre de una cultura ancestral  se castigue a transgresores de la ley utilizando métodos poco  ortodoxos;  o lo que es peor que un populacho se tome la “justicia por sus propias manos” por que dicen ya estar cansados que la  justicia convencional no actúe; tampoco  nos asombra leer que el “sicariato” florece en calles y plazas aunque todavía nos provoca miedo; y , hasta un jefe policial alguna vez nos dijo en televisión, refiriéndose al tráfico de drogas: “lo que se incauta es apenas el 10%”; rematamos viendo como en una manifestación universitaria,  un agente del orden de convierte en bonzo y luego de discursos incendiarios y polémicas, el policía  incendiado queda.

Hemos pasado de la insensibilidad al temor. De “eso no puede ocurrirme” a “tengo miedo hasta de salir de mi casa”.

La ESPOL misma sufrió bajas entre sus profesores y estudiantes el año 2009, el asesinato de un profesor sigue en el misterio; por el de la estudiante hubo mejor capacidad de reacción entre   sus compañeros y amigos y se montó una presión pública que la autoridad no pudo ignorar, aunque se mantienen incógnitas.

Instrumentos apetecidos por los delincuentes son las laptops de los estudiantes politécnicos; no pueden  transportarlas libremente so pena de perderlas y lo que es más, arriesgar sus vidas. La delincuencia incidiendo también en la calidad de la educación.  Ya ni siquiera comentamos el despojo violento de celulares y calculadoras a nuestros estudiantes, perdimos poco a poco nuestra capacidad de sorprendernos; y eso es negativo, un buen ejemplo de esta inconfesable “resignación” es el sicariato; cuando se  reporta  un caso, quedamos satisfecho al escuchar  “aparentemente ha sido un ajuste de cuentas” o “era un problema de faldas ”, o “el occiso tenía antecedentes penales”. Asunto concluido; próximo caso. 

Esta es la primera entrega que consta de cuatro.