Cuando empiezan a «morir», las galaxias dejan de formar estrellas. A través del telescopio Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), un grupo de astrónomos pudo captar por primera vez el inicio de este proceso hace unos 9 mil millones de años luz.
Según un estudio publicado en la revista científica Nature Astronomy, los científicos observaron que la galaxia ID2299 estaba sometida a un proceso de transformación extremo, expulsando casi la mitad de todo su gas, que se utiliza en la formación de estrellas.
El descubrimiento se hizo por casualidad cuando el equipo de estudio estaba analizando 100 galaxias lejanas a través de ALMA para estudiar las propiedades de sus gases. ID2299 fue observado por el telescopio durante sólo unos minutos, pero fue lo suficientemente largo para que los investigadores detectaran el fenómeno y recogieran datos.
Los científicos detallan que el proceso se produce a un ritmo sorprendente, equivalente a 10 mil soles por año, y que detrás del fenómeno en cuestión puede haber una colisión con otra galaxia.
Una de las «pistas» que alertó a los astrónomos de lo que estaba ocurriendo fue la presencia de una «cola de marea»: una corriente alargada de estrellas y gas que se extiende por el espacio interestelar y que surge cuando hay una fusión entre dos galaxias. Normalmente, las «colas de marea» son demasiado débiles para ser observadas en galaxias tan lejanas, pero los astrónomos pudieron hacerlo en el momento en que fueron lanzadas al espacio.
Se cree que los vientos provocados por la formación de estrellas y la actividad de los agujeros negros en los centros de las galaxias masivas son los responsables de lanzar al espacio el material que se utilizaría en la formación de estrellas, lo que acabaría con la capacidad de las galaxias de formar nuevas estrellas.