TOSAGUA, Manabí. Campesinos de diversas comunidades rurales llegan hasta el sitio la Y de la vía Tosagua-Bahía desde las 06:00 para aprovisionarse de agua.

TOSAGUA, Manabí. Campesinos de diversas comunidades rurales llegan hasta el sitio la Y de la vía Tosagua-Bahía desde las 06:00 para aprovisionarse de agua.

Las montañas humean ante la incidencia de los incendios forestales que se presentan con mayor frecuencia en las zonas rurales manabitas afectadas por la sequía.

En estos lugares, una capa amarillenta de polvo y tierra con diminutas piedras cubre el bosque y lo que queda de los pastizales y sembríos. La falta de agua se nota por doquier.

Los pozos, albarradas y lechos de ríos que aún cuentan con líquido son como un oasis en medio del desierto para los campesinos que en burros los recorren hasta por tres horas para proveerse de agua.

Mientras que la leche escasea en los potreros, donde ya se registran desde hace cerca de un mes la muerte de ganado por inanición.

Algunos agricultores destinan hasta seis horas al día para proveerse de agua con la que se asean o sirve para darle de beber a sus animales. Aunque en casos extremos se utiliza un líquido amarillento que se extrae de albarradas o pozos contaminados para consumo humano.

En el sitio El Junco del cantón Tosagua se ubica una de las pocas albarradas con agua de la zona. Al punto confluyen campesinos de los sitios aledaños como Vicente Quijije, quien destina seis horas al día a partir de la una de la tarde para llenar sus canecas.

Su hijo José lo ayuda. Ambos se dirigen en burro hasta la albarrada en un periplo que demora una hora. Deben realizar hasta tres viajes al día para garantizar que sus vacas al menos tengan agua para beber. “En la mañana me dedico a los sembríos, pero después me la paso llevando agua hasta las siete de la noche, así estamos desde hace meses”, explica.

Campesinos que sobre burros y mulares avanzan a paso lento aparecen con frecuencia por los caminos del sitio Chifornia de Tosagua, donde las vacas y caballos con sus trompas clavadas en la tierra resaltan en medio de la tierra amarillenta cubierta por hojas resecas.

A este lugar y sus zonas aledañas que se extiende en los costados de la vía que une Tosagua con Bahía de Caráquez se lo conoce en los mapas como África, debido al alto nivel de salinidad que se registra en los pozos del área.

Luis Alcívar, uno de sus habitantes, afirma que la sequía siempre está presente, pero ahora la situación empeoró. “Camino a diario dos horas desde mi casa hasta la Y en la carretera para llenar mis pomas”, advierte.

La esperanza para los campesinos de las zonas altas de Rocafuerte está en una albarrada ubicada en el centro del sitio Tres Charcos.

El espejo de agua se llena mediante tubería por la que fluye el líquido que se bombea desde las zonas bajas. Pero el agua no llega desde hace tres semanas como da cuenta José Párraga, el encargado de dotar el líquido a camionetas y tanqueros que se acumulan en la toma de la instalación como si se tratara de una gasolinera.

“El agua parece mentira, pero es un bien preciado en esta zona casi como el dinero para comprar comida”, refiere, mientras señala como el nivel del reservorio ha disminuido por la sequía.

Habitantes de unas 22 comunidades rurales de Rocafuerte pagan $ 1,50 por un tanque de 200 litros a los encargados del sistema manejado de forma comunitaria.

Costos
Un tanque de 200 litros de agua potable puede llegar a costar hasta $ 3,50 en sitios alejados de las carreteras principales como en Venado, del cantón Tosagua. El líquido se reparte desde la planta de agua en La Estancilla.

Pérdidas
Unas 800 mil hectáreas de pastizales están afectadas por la sequía en el norte de la provincia de Manabí, donde en algunas zonas no llueve desde febrero pasado según cuentan sus pobladores.