Cuando el mar se lo llevó qué habrá estado pensando. Tal vez todos los pensamientos cruzaron por su mente. Desde el más feliz hasta el más triste, desde el más olvidado hasta el más fresco. Habrá llegado al límite de sus ganas, más grande no pudiera ser el deseo de vivir, de salir de allí, seguramente lo pidió con todas sus fuerzas, aunque no lo gritara, por dentro debió escucharse.

Cuando no la esperas, o cuando sí, igual llega. Te lleva. Al cielo?, al infierno?

Si hubiera sabido que se iba, le hubiera pedido que se despida, no puede irse sin decir adiós.

Aunque siempre hay una forma de evitarlo, ¿como saberlo?

Si te toca irte. ¿Están todos listos? ¿Ya dijiste adiós?

Si le toca irse, ¿estás preparado?, ¿ya se despidió?

Lo «emocionante» es no saberlo.

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