Falleció el profesor Antonio Aróstegui a los 87 años

Era colafot_cult_hist_indianoborador habitual de ‘El Faro’ que pierde una de sus mejores firmas

Ayer falleció en nuestra el profesor Antonio Aróstegui, quien durante muchos años dio clases de Filosofía en el Instituto Siete Colinas. Además era colaborador asiduo de este medio de comunicación, abordando toda serie de temas, demostrando siempre un gran conocimiento de los mismos. ‘El Faro’ pierde así una de sus mejores firmas.

Nacido en Ogíjares (Granada) el 23 de septiembre de 1922. Estudió la enseñanza media en el Instituto «Padre Suárez» de Granada, y la carrera de Filosofía y Letras en las Universidades de Granada y Madrid, obteniendo la licenciatura en 1945.

El 24 de enero de 1959 se incorpora, como Catedrático de Filosofía, al Cuerpo de Catedráticos Numerarios de Institutos Nacionales de Enseñanza Media de España, desempeñando su cometido como funcionario en Ceuta (es miembro numerario del Instituto de Estudios Ceutíes) y más tarde en Madrid, en el Instituto «San Juan Bautista». En octubre de 1979 fue uno de los impulsores principales, junto con José Ángel López Herrerías, de la creación de la Sociedad Española de Profesores de Filosofía de Instituto, SEPFI, de la que fue presidente hasta 1985, siendo más adelante nombrado su Presidente Honorario, aunque sin actividad ni presencia en los quehaceres asociativos desde 1985.

Hombre inquieto desde el punto de vista intelectual, causó una gran influencia entre todos sus alumnos en su época de profesor en el Instituto de nuestra ciudad.

Desde estas líneas queremos expresar nuestro más sincero pésame a sus familiares y de manera especial a Juan Luis Aróstegui, colaborador habitual, al igual que su progenitor, en las páginas de este diario con su siempre ácido y seguido ‘El dardo de los jueves’.

Cuando sus amigos recibíamos el último volumen de sus memorias y nos entreteníamos en comentarlas, Antonio Aróstegui decidía abandonarnos para siempre, sin ruido. Ocurría el pasado sábado, 4 de julio. La vida, que no siempre le trató bien, en esta ocasión optó por llevárselo sin que se diera cuenta, como merecía. Pero bueno, si le hacemos caso, habríamos de reconocer que él siempre llegó a los sitios con ruido, pero supo marcharse de ellos con enorme discreción.

Hombre público, porque pública era su actividad profesional e intelectual, trataba de pasar lo más inadvertido posible en lo personal. Amigo de sus amigos sin importarle las consecuencias, siempre dispuesto a compartir su tiempo con ellos, era enemigo del elogio, de los laureles y honores, de la vanagloria y la mentira.

Como Pemán, podría haber presumido de amigos importantes, pues los tuvo: Andrés Segovia, Manuel Rivera, Antonio Buero Vallejo, Eduardo Maldonado, Martín Recuerda, Antonio Arribas Palau, José Luis López Aranguren, Paco Izquierdo, Antonio Jiménez Blanco… y tantos y tantos más.

Hablar de Antonio Aróstegui es hacerlo de un librepensador, de un hombre ilusionado por la vida, volcado en la educación, enamorado de la cultura en todas sus facetas. Un maestro sin pretenderlo.

En Granada supo escribir páginas y más páginas de una cultura siempre combativa y combatida, con posiciones valientes, que en ocasiones le granjearon no pocos problemas, pero que sin duda le valieron el respeto de los más. La prensa granadina le recompensó dándole carta ejecutoria de crítico literario y artístico, que él supo devolver con obras tan importantes como El arte abstracto (1954), Panorama actual de la pintura granadina (1962), 60 años de arte granadino (1974), La vanguardia cultural granadina 1950-1960 (1996)…

El arte, quizá, fue uno de los ámbitos que le dio mayores satisfacciones y mejores éxitos que aparte de los títulos mencionados se complementa en sus estudios y biografías de artistas como Eduardo Maldonado, Elena Laverón, Killis, Marina Lorente…

En Ceuta y Madrid puso en marcha proyectos educativos y culturales que le dieron fama pero, sobre todo, alumnos, discípulos, apasionados discípulos diría yo. Catedrático de Filosofía, maritainólogo confeso, deja una importante obra en su disciplina, que le han hecho entrar en las enciclopedias por derecho propio. Recordar El espacio en la física tomista y en la física actual (1961), La Persona (1962), Antología del pensamiento filosófico y científico (1963), Doctrina social Católica (1964), La lucha filosófica (1975).

Su marcada preocupación social y política se reflejará en títulos como Pluriempleo y destajismo en la enseñanza media oficial (1967), El marxismo y las tendencias marxistas (1975), La conciencia política del pueblo español (1994) o Función educativa de los institutos: Una experiencia en el «San Juan Bautista de Madrid» (2000).

Sobre su vida intelectual y profesional nos dejó, este mismo año, El libro de las vivencias, de las obras no escritas y del llanto (a modo de «memorias») que siguieron a esas otras memorias de sus luchas por decir lo que quería y cuando quería: El muro democrático y otros muros (2003).

Antonio Aróstegui Megías (Ogíjares, Granada 1922-2009 Ceuta) deja en todos nosotros una huella de bonhomía, de integridad, de saber y de ética imborrable. Una huella que nos exigirá recordarle, leerle y beber a su salud.

2 Responses to “Falleció el profesor Antonio Aróstegui a los 87 años”

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