El baile del mambo revolucionó las pistas de baile durante los aňos 40 y 50. De una manera que no había tenido antecedentes en la historia de la música tropical bailable, este baile feroz conquistó a públicos alrededor del mundo, desde su lugar de origen, Cuba, hasta México y Estados Unidos. Las raíces del mambo son africanas. Esa herencia africana es obvia en su lenguaje dancístico. El mambo auténtico se caracteriza por una expresión libre que responde orgánicamente a los ritmos del tambor. Sus movimientos de caderas y pelvis son ondulantes y fluidos, Sus pasos son sinuosos y los movimientos de hombros marcan ritmos sincopados con precisión.
En Nueva York el mambo se practicaba con un estilo sofisticado que ponía a saltar al Palladium Ballroom, famosa sala de bailes de Broadway, proclamada el «templo del mambo», donde los mejores bailarines de la ciudad llevaban a cabo exhibiciones de mambo y se hacían un nombre con su expresivo uso de brazos, piernas, cabeza y manos. Había una fiera rivalidad entre bandas, las clases y los colores se mezclaban en el ritmo incandescente de la música.