mayo 15, 2009

El estreno de la película Ángeles y demonios, basada en la novela escrita por Dan Brown, ha causado un sensacionalismo comercial sin límite, que pude apreciar en las salas de cine.

En lo personal, considero que es una producción entretenida, cuya trama nos ubica frente a la búsqueda de secretos de una secta llamada Illuminati que ha permanecido oculta durante siglos y de la poderosa arma antimateria más volátil y mortífera de la humanidad, colocada por ellos en el interior del Vaticano durante la elección del Papa.

En el desarrollo se aparentan sorpresas, se buscan elementos gráficos llamados ambigramas, el extraño símbolo de la pirámide, el ojo que todo lo ve y además, se revelan algunos de los más oscuros enigmas de la historia. Verdades o mitos? Eso lo decide el escritor al conducirnos.

Sin profundizar, ni en el afán de crear polémica, pienso que la verdadera fe no se destruye por la imaginación desarrollada por un escritor o por la producción recreada en la filmación de una cinta sobre el mismo.

Creo que esto no da lugar a conflictos que desestabilicen a la iglesia, que está formada por cada una de nosotros los creyentes. Al contrario, bien por el éxito comercial que ellos persiguen; más sin embargo, el prestigio y los valores de la religión católica, para mi, son incólumes.

Discernir lo real de lo ficticio queda en nuestras manos.

In God we trust.