Transfuciones de Sangre

Posted by kfajardo on Mar 4, 2009 in Uncategorized |

La transfusión de sangre es la transferencia de sangre o de un componente sanguíneo de una persona (donante) a otra (receptor).
Las transfusiones se realizan para aumentar la capacidad de la sangre para transportar oxígeno, restaurar el volumen de sangre del cuerpo, mejorar la inmunidad y corregir problemas de coagulación.
Dependiendo del motivo de la transfusión, el médico puede requerir sangre completa o sólo un componente sanguíneo, como glóbulos rojos, plaquetas, factores de la coagulación, plasma fresco congelado (la parte líquida de la sangre) o glóbulos blancos. Siempre que sea posible, la transfusión se limita al componente sanguíneo que satisface la necesidad específica del paciente, en vez de sangre completa. Suministrar un componente específico es más seguro y no se desperdician los demás.
En los países más desarrollados se realizan varios millones de transfusiones cada año. Gracias al perfeccionamiento de las técnicas de detección, las transfusiones hoy en día son más seguras que nunca. Pero aún ocasionan riesgos para el receptor, como reacciones alérgicas e infecciones. Aunque la posibilidad de contraer SIDA o hepatitis por las transfusiones es remota, los médicos son muy conscientes de estos riesgos e indican transfusiones cuando no existe otra alternativa.
Recolección y clasificación de la sangre
Existen organismos sanitarios oficiales que regulan la recogida, el almacenamiento y el transporte de la sangre y de sus componentes. Muchas autoridades sanitarias locales y estatales, así como la Cruz Roja y los bancos de sangre, entre otros, tienen sus propias normas adicionales.
Los donantes de sangre se someten a varios exámenes para constatar su estado de salud. Se les toma el pulso, la presión arterial y la temperatura y se analiza una muestra de sangre para comprobar si están anémicos. Se les pregunta si padecen o han padecido alguna enfermedad que les imposibilite donar sangre. Las enfermedades como la hepatitis, las dolencias cardíacas, el cáncer (salvo ciertos tipos, como el cáncer de piel localizado), el asma severo, el paludismo, los trastornos hemorrágicos, el SIDA y la posible exposición al virus del SIDA, pueden inhabilitar de forma permanente a un donante. La exposición a la hepatitis, un embarazo, una cirugía mayor reciente, una presión arterial alta mal controlada, una presión arterial baja, la anemia o el uso de ciertos medicamentos, pueden inhabilitar de forma temporal a un donante. Estas restricciones fueron desarrolladas para proteger tanto al donante como al receptor. Generalmente, no se permite a los donantes dar sangre más de una vez cada dos meses. La costumbre de pagar a los donantes de sangre casi ha desaparecido, ya que incentivaba a los necesitados a presentarse como donantes y negaban tener cualquier enfermedad que los inhabilitara como tales.
Para los donantes seleccionados, dar sangre es muy seguro. Todo el proceso precisa alrededor de una hora; la donación en sí misma no lleva más de 10 minutos. Habitualmente se experimenta una sensación de picazón cuando la aguja se inserta, pero el proceso mismo es indoloro.
La unidad de sangre donada es alrededor de medio litro. La sangre recién obtenida se sella en bolsas de plástico que contienen conservantes y un compuesto anticoagulante. Una muestra pequeña de cada donación se examina para detectar enfermedades infecciosas como SIDA, hepatitis vírica y sífilis. La sangre refrigerada se conserva en buen estado durante 42 días. En circunstancias especiales (por ejemplo, para conservar un tipo de sangre poco común) los glóbulos rojos pueden congelarse y conservarse durante un máximo de 10 años.
Debido a que realizar una transfusión de sangre que no es compatible con el receptor puede ser peligroso, la sangre donada se clasifica habitualmente en grupos A, B, AB o 0 y como Rh positivo o Rh negativo. Por ejemplo, el tipo de sangre de una persona puede pertenecer al grupo O-positivo o al AB-negativo. Como precaución adicional, antes de empezar la transfusión, un técnico mezcla una gota de la sangre del donante con sangre del receptor para asegurarse de que son compatibles; este procedimiento se denomina test de compatibilidad.

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