Este es uno de los problemas a resolver ya que afecta a nuestra Seguridad.
La Justicia perdida
Publicado el 25/Febrero/2011 - Por: Claudio Mena Villamar
Los abogados saben que uno de los fines del derecho es la justicia, pero no existe una comprensión unívoca de la justicia, o sea, la que nos ofrezca un sentido único y completo de esta palabra que empleamos a cada momento. En efecto, los más grandes crímenes de la humanidad se han hecho invocando o en nombre de la justicia.
Si se recuerda la definición clásica de justicia: "dar a cada uno lo que le corresponde", se puede preguntar enseguida: ¿qué es lo que corresponde a cada uno? La palabra justicia, por último, es empleada por los buenos y los malos, lo cual denota que en la sociedad existe lo que se denomina "anomia", palabra que revela una mala formación congénita.
Como es una especie de palabra mágica, buscamos la justicia identificándola con lo bueno, lo necesario, lo que hace bien a toda la comunidad.
No hay Estado ni Gobierno que no tenga como finalidad de su mandato el imperio de la justicia. Esto se produce generalmente en momentos en los que el delito y la maldad se han expandido por todos los pliegues de la sociedad. Delitos que se cometen por las personas de "cuello blanco" (que con frecuencia eluden a la justicia) así como por los más pobres y desamparados de la sociedad.
Buscar la justicia por un gobierno lúcido es, entre otras cosas, tener la sabiduría de delinear una política contra el delito mediante el concurso de expertos, de especialistas, de psicólogos, de sociólogos, de profesores, de abogados, de jueces, etc., y no meter este problema en una consulta popular ni buscar pequeños e ineficaces remedios cuando los males van creciendo en forma constante.
No se debe cortar un dolor de cabeza cortándose la cabeza ni luchar contra el delito aumentando las penas, porque este es un camino errado.
Una política contra el delito implica la consideración de numerosos factores que inciden en la inseguridad de los ciudadanos.
Debe conformarse un cuerpo de administración de la justicia que esté acorde con el tamaño del problema y que decida entre otras cosas, pero de modo fundamental, la atención al delincuente para que pueda reintegrarse a la a la sociedad y que no salga de la cárcel perfeccionado en el delito.
Para ello, tiene que implementarse una política de prisiones, encontrarse soluciones respecto a la capacidad carcelaria, en donde existe un terrible hacinamiento, y hacerlo además con sentido humano, tratando a los presos como a verdaderos enfermos del alma, que son resultado de una vida miserable que la sociedad no ha podido ofrecerles. Como dijo Marena Briones en este Diario, no se puede conferir a la prisión preventiva una verdadera pena adelantada.
En resumen, no se arregla la justicia con plebiscitos ni con consultas a los votantes que, en su mayoría, ignoran el camino que se debe seguir para mejorarla.
Este es un ejemplo: 11 Bebes muetors y ninguna sancion

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