La mamá más mala del mundo
Yo tuve la mamá más mala del mundo.
Siempre estuve seguro de que me había tocado la mamá más mala del mundo. Desde que era muy pequeño, mientras los otros niños no tenían que desayunar, yo tenía que comer cereal, huevos y pan tostado.
Antes de ir a la escuela, por lo menos debía tomar leche, mientras que otras madres ni se ocupaban de eso. Me hacía un sándwich o me daba una fruta, cuando los demás niños podían comprar papitas y comer otras cosas ricas. ¡Cómo me molestaba eso! Y también sus palabras: «Come, ¡anda!, ¡no dejes sin terminar!, ¡acaba!, ¡hazlo bien!, ¡vuelve a hacerlo!», y así siempre…
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