Los anagramas de Galileo

Leí sobre los anagramas de Galileo en un cuento para niños llamado «El Gran Juego», del escritor Carlo Frabetti y que fue publicado en 1998. El libro trata de Leo, y la forma en la que éste se contacta por Internet con Hal, para «jugar a jugar». A lo largo del libro Hal le plantea a Leo pruebas matemáticas, de lógica, paradojas y cosas similares; para resolverlos Leo pide ayuda a sus maestros, gente seria, amable y muy sabia. Durante el libro también hay ciertas pláticas sobre el metodo científico, por lo que es muy bueno para despertar la curiosidad científica en los lectores jóvenes. Los anagramas de Galileo son una de las pruebas que Hal le pone a Leo, mientras juegan a jugar. Los anagramas están en varias páginas de Internet, y personalmente me parecen algo sorprendente. Aquí les dejo la explicación:

En agosto de 1610 Galileo enviaba al embajador toscano en Praga una carta que contenía el siguiente texto:

SMAISMRMILMEPOETALEUMIBUNENUGTTAUIRAS

El incomprensible texto era un anagrama mediante el que Galileo pretendía establecer la paternidad de un descubrimiento sin hacerlo de forma explícita.

Todavía no estaba preparado para explicar lo que había descubierto.

Galileo pidió al embajador que hiciese llegar una copia del mensaje a su amigo Kepler que vivía en Praga.

Kepler acostumbrado a resolver misterios consiguió encontrar en el texto lo que denominó : «un bárbaro verso latino»:

Salve umbistineum geminatum Martia proles.

[Salve, ardientes gemelos hijos de Marte]

Kepler pensó que Galileo había descubierto que Marte tenía 2 satélites, lo que coincidía con sus ideas geométricas del universo de esa época, en la cual: Venus no tenía lunas, la Tierra tenía una, Júpiter tres, por tanto a Marte le correspondían dos.

El planeta Marte

Tres meses después, el 13 de noviembre, Galileo comunicó la solución al emperador Rodolfo. El texto que ocultaba el mensaje era:

Altissimum planetam tergeminum observavi.

[He observado el planeta más alto en triple forma]

Galileo había descubierto los anillos de Saturno, pero debido a la poca resolución del telescopio que utilizaba había pensado que eran dos lunas, una a cada lado del planeta.

Los anillos de Saturno

Un mes después del primer envío, Galileo enviaba otro anagrama a Julian de Medicis :

Haec immatura a me jam frustra legunturoy

[Lo he intentado en vano demasiado pronto]

Kepler de nuevo intentó la resolución del mismo y creyó haberlo conseguido al encontrar el siguiente texto:

Macula rufa in Jove est gyratur mathem, etc.

[En Júpiter hay una mancha roja que gira matemáticamente]

Al cabo de un mes Galileo revelaba su secreto a Julian de Medicis. El anagrama escondía el texto siguiente :

Cynthiae figuras aemulatur mater amorum

[La madre del amor emula la forma de Cynthia]

Por «La madre del amor» se hace referencia a la diosa Venus, y Cynthia es uno de los muchos nombres que se le dió a la luna en la antiguedad. Lo que Galileo había descubierto con su telescopio era que Venus presentaba fases como la Luna, hecho que era consistente con el giro de Venus alrededor del Sol y que demostrata que la teoría geocéntrica (la Tierra es el centro del Universo) estaba totalmente equivocada.

Ahora lo más sorprendente del asunto es que con los telescopios disponibles en la época de Galileo y Kepler, que ellos hayan realizado estas observiaciones resulta simplemente imposible, es más las lunas de Marte fueron descubiertas «oficialmente» en 1877 por Aseph Hall, los anillos de Saturno fueron descubiertos en 1659 por Chistian Huygens y un dibujo hecho en 1831 por el astrónomo Heinrich Samuel Schwabe es la primera referencia que se tiene de la gran mancha roja de Júpiter.

Entonces: ¿Cómo es posible que estos dos hombres de ciencia hayan hecho descubrimientos imposibles de hacer para su época? ¿Será que ambos tenían supertelescopios que nunca fueron revelados? Además formar dos sentencias coherentes y correctas con anagramas de más de 40 letras también parece imposible, y que estas oraciones sean afirmaciones científicas demostradas siglos más tarde, es aún más sorprendente…

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