Inteligencia Animal

En nuestras sociedades existen animales de compañía, de crianza y animales de labor. Los primeros son amados pero, con frecuencia, cuando estorban, son abandonados en vacaciones. Los segundos son transportados y muertos de modos terroríficos. Los últimos desaparecen cuando dejan de ser útiles, y son sustituidos como muñecas viejas por juguetes nuevos. Desde Descartes, se piensa que los animales carecen de conciencia, siendo autómatas biológicos
sin mente. Esto reduce sus derechos: Ante su dolor no siempre sentimos empatía. Las campañas por los derechos de los animales son consideradas una tontería por muchos mientras haya un ser humano que pase hambre. Este juicio estúpido presupone que hay un orden de solución de los problemas y una incompatibilidad entre «salvar» la humanidad y salvar a los animales. Hoy día la palabra animal sigue siendo un insulto en nuestro lenguaje. Un perro
no es un ser humano, pero igual que existen los derechos humanos aplicables en principio a cualquier miembro de la especie, por indeseable que sea, deberían existir unas normas de conducta respecto a los animales, sin entrar en la discusión sobre si tienen o no deberes y derechos. Normas de conducta humana que ayudaran a su calidad de vida y disminuyeran su sufrimiento gratuito, sobre todo si, como parece, su inteligencia y su capacidad de sentir son tan sorprendentes.

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