Ares. El dios de la guerra por excelencia.
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Iconografía de Ares
Se representa con coraza y casco, y armado de escudo, lanza y espada. Su talla es sobrehumana y profiere gritos terrribles. Generalmente se le representa combatiendo a pie, pero también se ve sobre un carro tirado por cuatro corceles. Los animales consagrados son el perro y el buitre, y suelen estar presentes en las representaciones del dios.
Mitología de Ares
Ares (Marte, en latín), era hijo de Zeus y Hera y, por eso, pertenece a la segunda generación de los Olímpicos, a diferencia de sus hermanas Hebe e Ilitía, que son divinidades secundarias. Desde la época homérica, Ares aparece como el espíritu de la Batalla, que goza en matanza y sangre. En el caso de la Guerra de Troya, combatió casi siempre a favor de los troyanos. Sin embArgo, como que le importa poco la justicia de la causa que defiende, a veces ayuda a los aqueos. Armado de pies a cabezas, generalmente lo acompañan demonios, que le sirven de escuderos, en particular Deimo y Fobo (el Temor y el Terror), que son hijos suyos, y también a Éride (la Discordia) y Enio. Según las fuentes, Ares habitaría en Tracia, un país semisalvaje de clima rudo, rico en caballos y recorrido por poblaciones guerreras. Según cierta tradición, el pueblo de las Amazonas, hijas de Ares, también moran allí.
El culto a Ares
En la propia Grecia, era objeto de un culto particular en Tebas, donde se lo consideraba antepasado de los descendientes de Cadmo. Allí poseía un manantial, guardado por un dragón que era hijo suyo. Cuando Cadmo quiso coger agua, a fin de realizar un sacrificio, el dragón trató de impedírselo. Cadmo lo mató, pero luego hubo de expiar ese delito sirviendo a Ares durante ocho años en calidad de esclavo.
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