Notre-Dame de Paris
La catedral de Notre Dame se encuentra en la Île de la Cité, núcleo del que germinó la París celta y posteriormente la urbe romana y medieval. Se sabe que este templo gótico se construyó sobre el solar de numerosos edificios anteriores, entre ellos un templo romano dedicado a Júpiter, una iglesia altomedieval del siglo VI con el nombre de Saint-Etienne y otra románica.
El actual edificio se edificó a partir de 1163, siendo el más notable de los edificios franceses del Gótico Temprano.
Sin problemas de financiación, las obras avanzaron muy rápidamente, llegando a la fachada occidental alrededor del año 1200, mientras que las torres se terminaron a mitad del siglo XIII. No obstante las tareas constructivas siguieron avanzando hasta bien entrado el siglo XIV.
Uno de los momentos más trágicos para la catedral de París fueron los deterioros perpetrados durante la Revolución Francesa, a las que le sucedieron las radicales restauraciones de mediados del siglo XIX y protagonizadas por Jean-Baptiste Lassus y Viollet-Le-Duc. En ellas, además de reconstruir y restaurar gran parte de la escultura perdida (incluso sus fantasiosas y famosas gárgolas), se modificaron y añadieron diversas partes, entre ellas la célebre aguja del cimborrio.
Por su parte, el barón Haussmann reestructuró La Île de la citésuprimiendo todo el barrio antiguo, aislando la catedral de Notre-Dame en el centro de un gran atrio.
La escultura de la seo parisina es de extraordinaria calidad dada la importancia que tuvo París en el siglo XIII como centro del reino a donde donde acudían los mejores maestros. Aquí estaba la corte, que poseía iniciativa artística, y fueron capaces de atraer a los mejores artistas, ya fueran arquitectos, escultores, vidrieros, miniaturistas, etc.
El estudio de la escultura de la catedral de Notre Dame es de enorme importancia para conocer la iconografía y estilo de la escultura gótica europea, puesto que va a ser referencia y modelo para multitud de obras posteriores, no sólo de Francia. Ello se explica porque París llegó a ser un centro de formación artística de primer orden a donde acudían aprendices de toda Europa. Después estos artistas formados se desplazaban a otros lugares siguiendo allí el modelo de Notre Dame.