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No te expongas demasiado a las malas noticias: tu cerebro no puede absorber todo el mal del mundo

Leer o escuchar las malas noticias todos los días aumenta el ciclo de tristeza, fatiga y angustia. Mientras que sucede exactamente lo contrario con las buenas noticias, que estimularían la empatía, la esperanza y la felicidad.

Esto ha sido probado científicamente por un estudio realizado por la Universidad de California, publicado en la revista Science Advices, titulado «La exposición a eventos de violencia masiva en los medios de comunicación puede alimentar un ciclo de ansiedad.

La investigación examinó a 4165 voluntarios estadounidenses y encontró que aquellos expuestos a malas noticias constantes, como el «trauma colectivo», como las tragedias humanas y los desastres naturales, estaban en mayor riesgo de comprometer la salud mental a corto y mediano plazo, e incluso la salud física.

Aunque esto es bien conocido, sería la primera vez que se demostrara empíricamente:
«Nuestro estudio es único porque es el primero en demostrar el patrón[resultante] de exposición repetitiva a eventos de violencia masiva y el estrés que causa con el tiempo en una gran parte de la población que ha sido encuestada durante varios años.

Según la psicóloga Roxane Cohen Silver, «la cobertura mediática de estos acontecimientos, alimentada por el ciclo de noticias de 24 horas y la proliferación de las tecnologías móviles, es a menudo repetitiva y puede contener imágenes gráficas, vídeos e historias sensacionales, extendiendo el impacto sobre las poblaciones más allá de las personas directamente implicadas».

El problema es más que nada la exposición excesiva a las malas noticias que bombardean el cerebro de quienes las siguen directa o indirectamente. Por eso, según los investigadores, los medios de comunicación deben moderar los aspectos más sensacionalistas, para no causar una preocupación y molestias excesivas.

Otras investigaciones de Wendy M. Johnston Graham C. L. Davey, tituladas «The Psychological Impact of Negative TV News: The Catastrophe of Personal Concern» (El impacto psicológico de las noticias televisivas negativas: la catástrofe de la preocupación personal), han demostrado que los estados de ánimo de las personas cambian para peor, lo que las hace más preocupadas.

Esto no significa que las malas noticias deban ser excluidas de la comunicación porque es importante saber lo que está sucediendo en el mundo, sino que deben ser transmitidas con más objetividad y esencialidad, equilibrándolas con las demás.

No es una coincidencia que en el estudio de la Universidad de California, el 88% de los encuestados reportaron que la sensación de tener un «buen día» se prolongó después de leer las buenas noticias. Una demostración del poder transformador de la información positiva!

Por cierto, según varios estudiosos estadounidenses, nuestro sistema nervioso no está diseñado para manejar una carga excesiva de tragedias.

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