Estuario del río Chone, en riesgo

La alarma está activada. El estuario del río Chone está en serio peligro por el deterioro de sus condiciones naturales durante décadas.

El estuario es el sitio donde la desembocadura del río Chone se abre a un ecosistema marino, que está en peligro de desaparecer debido a la sedimentación provocada por distintos efectos. Este espacio es extremadamente valioso desde el punto de vista ecológico y económico. Sirve como medio de subsistencia para miles de familias que se dedican a la pesca de conchas, camarones y peces. Ecosistemas en riesgo En la cuenca hídrica del río Chone se encuentran espacios de bosque húmedo de la costa, bosque seco occidental, humedales y manglar. Aves migratorias y otras especies utilizan al estuario como su hábitat. El manglar es un refugio ideal para crustáceos, peces y moluscos. Pero esta área está en peligro por muchos factores externos, especialmente por la sedimentación. Según un estudio realizado por la empresa Ecobiotec, dirigido por Segundo Coello, el estuario está contaminado con metales tóxicos como plomo, cadmio y mercurio. Esta presencia puede estar asociada a procesos normales. El estudio señala que las condiciones en el estuario interior han cambiado y ahora funciona básicamente como un río. Recibe un flujo controlado de agua dulce durante el verano, por la instalación de una presa en el sitio Simbocal, algo que no ocurría desde hace casi 50 años, cuando se instaló la primera presa de marea. Esto, a su vez, ha ocasionado una sucesión ecológica que se manifiesta con el cambio de especies de manglar que, a su vez, ha aumentado la cobertura. A partir de la década de 1960 se evidencian cambios por el uso del estuario. La instalación de camaroneras conllevó a la deforestación de los manglares. Los aportes de sedimentos aumentaron, con lo que se inició un acelerado proceso sedimentario de la parte interna del estuario. Esto, a su vez, afectó a la navegabilidad. En la parte externa se engrosaron las riberas, que después fueron urbanizadas. El Niño El fenómeno El Niño también influyó en la forma del estuario. Contribuyó a sedimentar la cabecera y erosionar la desembocadura en el mar. El informe de Ecobiotec cita que durante El Niño el nivel del mar se incrementa y las olas rompen más adentro de lo acostumbrado, lo cual provoca erosión durante las marejadas; con aumento de las lluvias se erosionan los acantilados, y se socavan, también, las laderas que bordean el estuario. Los bajos que se forman se llenan de árboles de manglar. El año anterior, según el Plan Integral de Gestión Socio Ambiental (PIGSA), se identificaron 73,76 hectáreas reforestables, la mayoría de ellas (43,56 ha) en bajos y el resto en camaroneras abandonadas. Se reforestaron 39,04 hectáreas con mangle rojo en Punta Verde y Punta Bellaca, y un sitio cerca de la isla Corazón. CANALES REDUCIDOS Pablo Meza Aráuz, capitán de Puerto de Bahía de Caráquez, dijo que las condiciones de sedimentación en las que se encuentra el estuario hacen que se reduzcan los canales de navegación, lo que obliga a que las gabarras recorran un tramo más largo en busca de espacios entre los bajos para no encallar en los bancos de arena. Esto afecta al tiempo de los usuarios y perjudica también a la Capitanía del Puerto, pues las vueltas de la gabarra tardan más. Eso significa que la gabarra, que aproximadamente demora 40 minutos en ir y venir de la otra orilla, con marea baja se toma más de una hora. Meza remarcó que cuando hay aguajes fuertes, se han visto en la obligación de parar la operación de la gabarra en marea baja, pues así como hay un aumento del caudal de agua, también hay un descenso más allá de lo normal, lo cual no permite que haya tránsito de la gabarra en el estuario. La gabarra es el único medio por el que se puede transportar carga grande y vehículos.