• Las nuevas generaciones de cristianos no han oído hablar mucho del altar familiar, un tema que está ausente de muchos púlpitos porque es dado por sabido, pero la cruda realidad muestra que es poco practicado debido a las dificultades inherentes de la vida moderna y otras razones particulares. Quizás, algún despistado, como aquel niño que creía que la Trinidad era una película, piense que se trata de poner una mesa en algún rincón del hogar y colocarle encima una Biblia abierta con algunas velas encendidas. Queremos sacarle de su error inmediatamente. Con esta frase deseamos expresar que es la reunión familiar en torno a la Palabra de Dios y la oración, los dos elementos básicos en la vida de todo cristiano, aunque pueden añadirse otros mecanismos para enriquecerlo, como veremos más adelante. Se conoce también, como culto familiar, una reunión diaria (¿?) en el hogar en donde participa la familia (padres, hijos, abuelos).

    ¿Tiene base bíblica esta reunión? Entre algunos textos que podríamos aportar para apoyar su práctica está, sin duda, Dt. 6:1-10, especialmente el vv.4-7: “Escucha Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.” (NVI). El término traducido por Señor es literalmente Yahweh, el nombre del Dios del pacto que ha rescatado a su pueblo de la esclavitud y los hará entrar en la tierra prometida. Cuando eso suceda, la palabra de Dios enseñada por Moisés a Israel deberá estar en el centro de la vida de la nación y de cada individuo con un énfasis especial en la vida familiar, en donde el responsable deberá asumir el papel de enseñar a sus hijos todos los mandamientos, preceptos y normas dados por Dios. La palabra de Dios debería estar presente cuando la familia se hallara en el hogar o cuando se desplazara de un lugar a otro, formando parte de su conversación. En los actos rutinarios de acostarse y levantarse, se escucharía la voz de Dios. El nuevo pueblo de Dios, la Iglesia, hará bien en tomar estas enseñanzas como principios para implantar en la vida de la célula primigenia de la sociedad, la familia, una institución que está siendo atacada por nuestro mundo de diversas maneras y que hoy más que nunca necesita que sus miembros estén unidos por lazos fuertes y perdurables, un objetivo que se consigue cuando la palabra de Dios, la oración y la comunión forman parte esencial de su vida. El visitante del Museo del Desierto en (Mialet, (Francia) queda impresionado ante un escenario de tamaño natural en que se observa la cocina comedor de una familia de la época sentados alrededor de una mesa enorme. El padre está delante de una gran Biblia abierta leyéndola; la madre y los niños pequeños escuchan atentamente la lectura, mientras la hija mayor atisba entre los visillos de la ventana para dar la voz de alarma en caso de que se presenten los soldados del rey, ya que aquel culto familiar estaba prohibido desde la revocación del edicto de Nantes (1685). La fe de los reformados franceses se mantuvo firme durante 102 años de persecución gracias, entre otras cosas, al altar familiar.

    ¿Cuáles son los propósitos del altar familiar? En primer lugar adorar y alabara Dios. En la alabanza, pueden participar los niños y los miembros de la familia con aptitudes musicales y acompañarla con sus instrumentos. Tener un tiempo de comunióncon Dios por medio de la lectura de su Palabra y nuestra respuesta en oración. Para la lectura podemos seguir la guía de un libro devocional que nos proporcione un plan y si lleva un comentario al texto bíblico mucho mejor. Fortalecerlos lazos familiares. Pediral Señor por las necesidades físicas y espirituales de la familia. Intercederpor las oportunidades y carencias de la Iglesia.

    ¿Cuáles son los resultados del altar familiar? Las bendiciones de esta práctica se reciben en familia al poder compartirse las respuestas de las oraciones que se han dirigido al Señor. Se crea el hábito de la lectura bíblica y la oración en los niños, los cuales recordarán este tiempo como una de las mejores experiencias de su infancia. Facilita la comunicación entre los miembros de la familia porque allí todos pueden abrir su corazón al Señor. Es una escuela en que padres e hijos aprenden a expresarse al dirigirse a Dios, lo que luego repercutirá positivamente en la adoración pública como Iglesia.

    Como conclusión diremos que no se trata de saber cómo tener al altar familiar, sino de ponerlo en práctica de manera inmediata si todavía no lo celebramos.

     

     

     

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