• Hay momentos que sentimos que todo esta mal, que nuestras vidas se hunden en un abismo tan profundo, que no se alcanza a ver
    ni un pequeño resquicio por el que pase la luz.
    En esos momentos debemos de tomar todo nuestro amor, nuestro coraje, nuestros sentimientos, nuestra fuerza y luchar por salir adelante.
    Muchas veces nos hemos preguntado si vale la pena levantarnos de nuevo, y solo puedo contestar una cosa: «Hagamos que nuestra vida valga la pena».


    Vale la pena sufrir, porque he aprendido a amar con todo el corazón.
    Vale la pena estar en la oscuridad y caer hasta lo mas profundo, porque ya no puedo ir más hacia abajo, de ahí en adelante todo va a ser hacia arriba hasta que vea la luz.
    Vale la pena entregar todo, porque cada sonrisa y lágrima son sinceras. Vale la pena agachar la cabeza y bajar las manos, porque al levantarlas seré más fuerte de corazón.
    Vale la pena una lágrima, porque es el filtro de mis sentimientos, a través de ella me reconozco frágil y me muestro tal cual soy.
    Vale la pena cometer errores, porque me da mayor experiencia y objetividad.
    Vale la pena volver a levantar la cabeza, porque una sola mirada puede llenar ese espacio vacío.
    Vale la pena volver a sonreir, porque eso demuestra que he aprendido algo más.
    Vale la pena acordarme de todas las cosas malas que me han pasado, porque ellas forjaron lo que soy el día de hoy.
    Vale la pena voltear hacia atrás, porque así se que he dejado huella en los demás.
    Vale la pena vivir, porque cada minuto que pasa es una oportunidad de volver a empezar.
    Todo esto son solo palabras, letras entrelazadas con el único fin de dar una idea.
    Lo demás, depende de cada uno de nosotros.
    Dejemos que nuestras acciones hablen por nosotros.
    Hagamos que nuestra vida valga la pena.

    SÉ FELIZ

    ¿Verdad que vale la pena?

     

  • Cuando el cielo esté gris: Acuérdate cuando lo viste profundamente azul.
    Cuando sientas frío: Piensa en un sol radiante que ya te ha calentado.
    Cuando sufras una derrota: Acuérdate de tus triunfos y de tus logros.
    Cuando necesites amor: Revive tus experiencias de afecto y ternura.

    Acuérdate de lo que has vivido y de lo que has dado con alegría.
    Recuerda los regalos que te han hecho, los besos que te han dado, los paisajes que has disfrutado y las risas que de ti han emanado.
    Si esto has tenido lo podrás volver a tener y lo que has logrado, lo podrás volver a ganar.
    Alégrate por lo bueno que tienes y por lo de los demás; desecha los recuerdos tristes y dolorosos, no te lastimes más.

    Piensa en lo bueno, en lo amable, en lo bello y en la verdad.
    Recorre tu vida y detente en donde haya bellos recuerdos y emociones sanas y vívelas otra vez. Visualiza aquel atardecer que te emocionó.
    Revive esa caricia espontánea que se te dio.
    Disfruta nuevamente de la paz que ya has conocido, piensa y vive el bien.

    Allá en tu mente están guardadas todas las imágenes.
    Y solo tú decides cuáles has de volver a mirar…
    Y así, un día como cualquier otro, decidí triunfar.

    Decidí no esperar a las oportunidades, sino yo mismo buscarlas.
    Decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar la solución.
    Decidí ver cada desierto, como la oportunidad de encontrar un oasis.
    Decidí ver cada noche, como un misterio a resolver.
    Decidí ver cada día, como una nueva oportunidad de ser feliz.

    Aquel día descubrí que mi único rival, no eran más que mis propias debilidades.

    Y que en ellas, está la única y mejor forma de superarnos.

    Aquel día dejé de temer a perder, y empecé a temer no ganar.
    Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir.
    Aprendí que el mejor triunfo que puedo tener es tener el derecho de llamar a alguien «Amigo».
    Aprendí que de nada sirve ser luz, si no vas a iluminar el camino de los demás.
    Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad.

    Por eso, desde aquel día, ya no duermo para descansar.
    Ahora duermo simplemente para soñar.
    No pierdas la esperanza, sobre todo, en los tiempos difíciles.

  • Sólo por hoy , cambia tú en vez de esperar que cambien los demás,

    Sólo por hoy, expresa gratitud en vez de juicios o críticas,

    Sólo por hoy, escoge disfrutar lo que hay en vez de preocuparte por lo que no hay,

    Sólo por hoy, reconoce y valora lo que has logrado en vez de lamentarte por tu pasado,

    Sólo por hoy, expresa y disfruta tu calidez en vez de irradiar dureza,

    Sólo por hoy, decide alimentar los pensamientos de perdón en vez de envenenarte con rabia,

    Sólo por hoy, haz tus deberes con el entusiasmo y alegría de un ser libre y no con los lamentos y quejas de un esclavo.

    Amigo, sólo por hoy, elige pensar y sentir lo mejor de la vida, notarás la diferencia, ¡y tus cercanos también!

    Carlos Devis

  • Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un amigo suyo, todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que este había alcanzado.

     

    Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese amigo, y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo:

    «Quiero arreglar todo el mal que hice a mi amigo. ¿Cómo puedo hacerlo?»,
    a lo que el hombre respondió: «Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas y suelta una donde vayas».

    El hombre muy contento por aquello tan fácil tomó el saco lleno de plumas y al cabo de un día las había soltado todas. 

    Volvió donde el sabio y le dijo: «Ya he terminado», 

    a lo que el sabio contestó: «Esa es la parte más fácil.
    Ahora debes volver a llenar el saco con las mismas plumas que soltaste.
    Sal a la calle y búscalas». 

    El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso significaba y no pudo juntar casi ninguna.

    Al volver, el hombre sabio le dijo:
    «Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho. Lo único que puedes hacer es pedirle perdón a tu amigo, pues no hay forma de revertir lo que hiciste».

    «Cometer errores es de humanos y de sabios pedir perdón».

  •  

    Una noche en sueños vi
    que con Jesús caminaba
    junto a la orilla del mar
    bajo una luna plateada.

     Soñé que veía en los cielos
    mi vida representada
    en una serie de escenas
    que en silencio contemplaba.

    Dos pares de firmes huellas
    en la arena iban quedando
    mientras con Jesús andaba
    como amigos conversando.

    Miraba atento esas huellas
    reflejadas en el cielo,
    pero algo extraño observé
    y sentí gran desconsuelo.

    Observé que algunas veces
    al reparar en las huellas,
    en vez de ver los dos pares
    veía solo un par de ellas.

     Y observaba también yo
    que aquel solo par de huellas
    se advertían mayormente
    en mis noches sin estrellas,
    en las horas de mi vida
    llenas de angustia y tristeza,.
    cuando el alma necesita
    más consuelo y fortaleza.

    Pregunté triste a Jesús:
    Señor, ¿Tú no has prometido
    que en mis horas de aflicción
    siempre andarías conmigo?
    Pero noto con tristeza
    que en medio de mis querellas
    cuando más siento el sufrir
    veo solo un par de huellas.

     ¿Dónde están las otras dos
    que indican tu compañía,
    cundo la tormenta azota
    sin piedad la vida mía?

    Y Jesús me contestó
    con ternura y comprensión:
    Escucha bien hijo mío,
    comprendo tu confusión
    siempre te amé y te amaré
    y en tus horas de dolor
    siempre a tu lado estaré.
    para mostrarte mi amor.

    Más si ves solo dos huellas
    en la arena al caminar
    y no ves las otras dos
    que se debieran notar,
    es que en tu hora afligida,
    cuando flaquean tus pasos,
    no hay huellas de tus pisadas…
    porque te llevo en mis brazos.

                                                         Anónimo

     

     

  • No culpes a nadie, nunca te quejes de nada ni de nadie, porque fundamentalmente tú has hecho tu vida.

    Acepta la responsabilidad de edificarte a tí mismo, y el valor de acusarte en el fracaso para volver a empezar otra vez, corrigiéndote.

    Nuca te quejes del ambiente ó de quienes te rodean, hay quienes en tu mismo ambiente supieron vencer. Las circunstancias son buenas ó malas según la voluntad ó la fortaleza de tu corazón.

    Aprende a convertir toda situación difícil en una arma para luchar.

    No te quejes de tu pobreza, de tu soledad ó de tu suerte, enfréntate con valor y acepta que de una u otra manera son el resultado de tus actos, y la prueba que has de ganar.

    No te amargues de tu propio fracaso, ni se lo cargues a otro, acéptate ahora ó seguiras justificándote como un niño.

    Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar, y que ninguno es tan terrible para claudicar.

    Deja ya de engañarte, eres la causa de ti mismo, de tu necesidad, de tu dolor, de tu fracaso.

    Si tu has sido el ignorante, el irresponsable, tú, únicamente tú, nadie pudo haber sido tú.

    No olvides nunca, que la causa de tu presencia es tu pasado, como la causa de tu futuro es tu presente.

    Aprende de los fuertes, de los valientes, de los audaces, imita a los enérgicos, a los vencedores, a quienes no aceptan situaciones, a quienes vencieron a pesar de todo.

    Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo, y tus problemas sin alimento morirán.

    Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande, que es el más grande de los obstáculos.

    Mírate en el espejo de ti mismo.

    Comienza a ser sincero contigo mismo, reconociéndote por tu valor, por tu voluntad y por tu debilidad para justificarte.

    Recuerda que dentro de ti hay una fuerza que todo puede hacerlo; reconociéndote a tí mismo más libre y más fuerte, dejarás de ser un títere de las circunstancias, porque tú mismo eres tu destino.

    Levántate y mira por las mañanas, y respira la luz del amanecer.

    Tú eres la parte de la fuerza de la vida.

    Ahora despierta, camina, lucha.

    Decídete de una vez y triunfarás en la vida.

    ¡NUNCA PIENSES EN LA SUERTE, PORQUE LA SUERTE ES EL PRETEXTO DE LOS FRACASADOS!

    Por: Pablo Neruda.
    Autor.

  • El error más grande lo cometes cuando, por temor a equivocarte, te equivocas dejando de arriesgar en el viaje hacia tus objetivos.

     

    No se equivoca el río cuando, al encontrar una montaña en su camino, retrocede para seguir avanzando hacia el mar; se equivoca el agua que por temor a equivocarse, se estanca y se pudre en la laguna.

     

    No se equivoca la semilla cuando muere en el surco para hacerse planta; se equivoca la que por no morir bajo la tierra, renuncia a la vida.

     

    No se equivoca el hombre que ensaya distintos caminos para alcanzar sus metas, se equivoca aquel que por temor a equivocarse no acciona.

     

    No se equivoca el pájaro que ensayando el primer vuelo cae al suelo, se equivoca aquel que por temor a caerse renuncia a volar permaneciendo en el nido.

    Pienso que se equivocan aquellos que no aceptan que ser hombre es buscarse a sí mismo cada día, sin encontrarse nunca plenamente.

    Creo que al final del camino no te premiarán por lo que encuentres, sino por aquello que hayas buscado honestamente.

  • Del Libro «Abriendo las puertas de tu interior

    YO SOY amor. Para conocerme, debes tener amor en tu corazón, porque sin amor  no sabrás de Mí.

     

    Mantén el amor fluyendo libremente y aprende a amar lo que haces, ama el lugar donde estás y ama a todos los que te rodean.

     

    Ama y nunca consideres lo que te cuesta; nunca busques recompensa.

     

    Nunca darás demasiado amor, así que no temas y trates de impedir el fluir del amor, lo que puedes desear hacer cuando eres rechazado y quieres cerrar tu corazón por el temor de ser herido.

    No lo hagas, sólo lograrás ser rígido e inseguro,  y de esa manera nunca podrás ayudar a otro porque nadie es atraído por un corazón duro y sin amor.

     

    Usa la cordura y la comprensión unidas al amor, y de esa forma mantendrás el equilibrio perfecto.

     

    La principal lección en la vida es aprender a amar.

    No pierdas el tiempo y aprende la lección rápidamente.

     

    Eileen Caddy

     

  • Siempre ten presente que la piel se arruga, el pelo se vuelve blanco,
    Los días se convierten en años…
    Pero lo importante no cambia; tu fuerza y tu convicción no tienen edad.
    Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña.
    Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida.
    Detrás de cada logro, hay otro desafío.
    Mientras estés viva, siéntete viva.
    Si extrañas lo que hacías, vuelve a hacerlo.
    No vivas de fotos amarillas…
    Sigue aunque todos esperen que abandones.
    No dejes que se oxide el hierro que hay en ti. 
    Haz que en vez de lástima, te tengan respeto.
    Cuando por los años no puedas correr, trota.
    Cuando no puedas trotar, camina.
    Cuando no puedas caminar, usa el bastón.
    ¡¡¡ Pero nunca te detengas !!!

     

  • Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
    Si me das fortuna, no me quites la razón
    Si me das éxito, no me quites la humildad.
    Si me das humildad, no me quites la dignidad
    Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla, no me dejes inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.
    Enséñame a querer a la gente como a mí mismo y a no juzgarme como a los demás. No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso.
    Más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
    Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza.
    Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso, si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.
    ¡Señor…..si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mí !

     

     

     Mahatma Gandhi.

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