Eres un individuo, un ser diferente a los demás, nadie
ve la vida igual que tú... no pretendas que te comprendan,
ni tampoco esperes comprender todo a los demás.
Acepta que eres el responsable de tu propia vida, eres
libre... libre para elegir, libre para hacer o dejar de
hacer.
No seas indiferente, apático... arriésgate... sólo tienes
una vida, que sea llena de intentos, esfuerzos, luchas,
no de promesas no cumplidas.
Nadie experimenta la vida igual que tú, otros tal vez
puedan intuir lo que te sucede en sus vivencias, pero
esa será su idea acerca de ti.
Tu vivencia personal es única... no trates de negar tu
individualidad asociándote en relaciones sin significado
para escapar de tu soledad, que a través de la meditación
y de la reflexión es la que te permite conocerte
a ti mismo.
Establece relaciones que sean genuinas, auténticas,
entre seres que se aceptan a sí mismos como personas
distintas individuales, sin exigir que hagan y piensen
como ellos, respetando al individuo al ser, y con esto su
soledad, su silencio.
No son las cosas ni las personas las que nos hacen infelices,
eres tú el responsable, porque son tus pensamientos
respecto a ellas los que forman tus sentimientos.
Modifica tu forma de pensar y encontrarás el secreto,
secreto que te guiará a tu libertad personal, esencia
básica de la autenticidad.
No busques la aprobación, tu opinión es lo importante,
porque es producto de tu propia valoración; si eres
auténtico, declara con confianza lo que pienses y sientas,
no lo que otros quieran escuchar o ver; inclusive,
aceptando el riesgo a equivocarte, ya que así irás escribiendo
tu propia historia, historia original.
Todos tenemos un dilema, el ser y el parecer; hay que
ser auténticos y nos acercaremos más y más a nuestra
esencia.
Tu único enemigo es el temor, el miedo; y si entiendes
la naturaleza del miedo, percibirás el amor, que es la
gran misión y que nos retornará a nuestro origen:
“El todo esencial: el ser, la luz y la verdad”.