Con todo lo que está pasando últimamente, pareciera que el mundo se ha convertido en una película de serie B, de esas aburridas que emiten directamente en la televisión, sin pasar por el cine. La cuestión es: ¿qué va pasar después de los títulos de crédito? ¿Qué mundo nos va a quedar?
Tras vivir lo que estamos viviendo, está claro que ya nada va a ser igual. Seguramente habrá cosas buenas, como un impulso al denostado teletrabajo que tantos beneficios puede aportar y, solo tal vez, un mayor apoyo a los hospitales y servicios médicos por parte de los gobiernos, a la vista de lo importantes que son (¡la salud es primero!).
Pero quizá también se avecinen cambios no tan agradables. ¿Y si los gobiernos finalmente no se atreven a abrir la mano del todo para restaurar las cosas a como estaban antes? ¿Y si se destruye ese delicado y complicado equilibrio entre seguridad y libertad? ¿Dónde se debería trazar la línea? ¿Y si es la misma gente la que se carga de miedos y se los lleva consigo cuando todo esto ya haya quedado atrás?
No voy a escribir una larga disertación acerca de las posibilidades que pueden darse en el futuro, porque sinceramente no lo sé. Tampoco voy a defender una manera concreta de cómo deberían ser las cosas, puesto que considero que carezco de una opinión formada lo suficientemente sólida aún, más allá de que me gustaría, como no, que volviéramos a gozar de la libertad y la seguridad que teníamos antes y que no valorábamos en su justa medida (pero desconozco si esto será posible; ¡ojalá que sí!).
Si he escrito esta breve reflexión, que es más una pregunta que una respuesta, es porque estas dudas andan rondándome la cabeza desde hace un tiempo y necesitaba exteriorizarlo. Y porque si tú, querido internauta, lees esto, tal vez te haga reflexionar acerca de un asunto tan vital y, al mismo tiempo, incierto.