Cómo solucionar el sobrecalentamiento de una computadora

¿Nunca os ha pasado que un juego, o una aplicación que requiera mucha potencia, se os ralentiza de repente sin motivo aparente? ¿O que una computadora que funcionaba bien cuando estaba nueva, ahora sufre esas ralentizaciones momentáneas a menudo? Pues tiene un motivo y una posible solución muy barata.

Pero empecemos por el principio. Soy gamer. Pero gamer de computadora. Recuerdo que comencé con una vieja laptop heredada de mi padre. Era tremendamente ruidosa y se calentaba una barbaridad. Tanto que, si te la ponías sobre las rodillas, te quemabas las piernas al toque.

Tenía que ejecutar juegos antiguos, configurándolos en baja resolución y desactivando cualquier clase de artificio gráfico. Soñaba con poder jugar juegos de última generación y en calidad máxima, pero estaban completamente fuera de mi alcance.

Y, a pesar de todo esto, a pesar de jugar con las opciones al mínimo y una calidad de imagen pésima, a veces se apagaba sin previo aviso y ya no se encendía hasta que lo dejaba enfriar unos minutos.

Algunos años después, aún durante mi adolescencia, me puse a trabajar un verano para sacar un dinero extra. Por suerte, mis padres me pagaban los estudios. Pero, si quería lujos, me los tenía que ganar yo. Con lo que me remuneraron en esos meses de trabajos temporales, me compré una computadora grande (una desktop). La pantalla era de segunda mano y la máquina no era último modelo, pero el salto de calidad fue enorme. También me compré un buen mouse y valió la pena.

Con el tiempo, aunque esa computadora también quedó desfasada, claro está, yo estaba en mi fase moto, pero esa es otra historia.

El tema que nos ocupa es que, al iniciar en la universidad, decidí comprar una computadora nueva para cuando la necesitara. Y como las desktop son comparativamente mucho más baratas y potentes que las laptop, me gasté una buena suma, pero conseguí una máquina increíble.

Eso me ayudó también a desarrollar la fuerza de voluntad y la capacidad de autocontrolarme, pues no podía permitirme robarle mucho tiempo a los estudios para pasarlo jugando. Me puse un tope diario de cuarenta minutos de juego en épocas tranquilas y cero en épocas de exámenes o cuando lo necesitara. Pero procuraba mantener esos cuarenta minutos que no suponen mucho tiempo y, sin embargo, me reportaban un descanso mental que me ayudaba a ser más productivo el resto del día. A veces con quince tenía más que suficiente.

Llegado el verano, sí que me doy a veces el capricho de jugar más tiempo, aunque también me pongo un tope y no juego a diario. Me siento bien manteniendo cierto orden en mi vida. Cuando, de adolescente, me pasaba horas y horas jugando sin parar, al apagar la PC me sentía algo culpable por haber desperdiciado casi todo el día. Pero manteniendo un control, considero que el tiempo jugando me resulta beneficioso psicológicamente y, además, ya no me asaltan esos remordimientos, ni me siento medio aturdido al retornar al mundo real.

Pero este último verano comenzaron los problemas. Mi máquina sigue siendo muy actual y me extrañaba que de pronto comenzara a sufrir pérdidas de rendimiento a cada rato. No me puedo permitir comprar otra computadora y, además, esta no tiene tanto tiempo.

Entonces es cuando, hablando de ello con un compañero de clase, escuché por primera vez el concepto thermal throttling. Para que se entienda, el thermal throttling es un mecanismo que tienen la mayoría de las computadoras para protegerse del calor extremo. Cuando se calientan demasiado, reducen su rendimiento para que la temperatura baje unos grados. Porque, de lo contrario, podrían averiarse.

Entonces me acordé de mi primer laptop, de cómo se apagaba cuando se calentaba mucho y tardaba unos minutos en permitirme volver a encenderla. Y si a eso le sumamos que estábamos en verano, todo cuadraba.

Mi amigo me recomendó varias soluciones, unas más costosas que otras. Te cuento lo que hice finalmente. Le abrí la tapa a la caja de la computadora y le puse un poco de pasta térmica al procesador y a la GPU de la tarjeta gráfica. Eso ya mejoró bastante la refrigeración. Al parecer, esta pasta la traen ya de serie, pero se va secando con el tiempo. Lo segundo que hice fue no ponerle la tapa a la caja. Al dejarla abierta se mantienen mucho más frescos todos los componentes. Y ya no he vuelto a tener problemas de rendimiento.

Además, el calor mata a nuestras queridas máquinas. Cuanto más cuidemos este aspecto, más durarán.