del mas grande e ignoto mar,
y si al son de su arrullar
en jardin te convertiste;
soberana en sus empeños
nuestro Dios formo un pensil
con tus bellas Guayaquil;
Guayaquil de mis ensueños.
Si a tus rubias y morenas,
que enloquecen de pasion
les palpita el corazon
que mitiga negras penas
con sus ojos verdes mares
o de negro anochecer,
siempre imponen su querer
Guayaquil de mis cantares.
Porque tienes las princesas
que fascinan al mirar
y que embriagan al besar
con sus labios de cerezas,
te reclamo las dulzuras
con que anhelo yo vivir,
para nunca mas sufrir;
Guayaquil de mis ternuras.
Y al mirar sus verdes ojos
donde mi alma anhela estar
prisionero cual el mar
o al hundirme ya, de hinojos,
en las noches con fulgores
que sus ojos negros son,
te dira mi corazon:
Guayaquil de mis amores…