La difícil tarea de lograr que el niño duerma

Decir que los niños tienen mucha imaginación no es nada nuevo. Para ellos, un muñeco de peluche puede ser un fantástico amigo con el que compartan tardes de juego fantásticas o confidencias bajo las mantas. Pero igual que tienen imaginación para lo bueno, también lo tienen para lo malo.

Al apagar la luz, muchos peques ponen a trabajar su imaginación y comienzan a ver toda clase de peligros, desde los típicos monstruos en el armario hasta personajes de cuentos en las sombras. Llegan los miedos y los problemas para irse a la cama.

¿Qué podemos hacer los padres ante esta situación? Podemos seguir una serie de pautas encaminadas a que el niño se sienta más seguro y protegido y duerma tranquilo toda la noche:

-Decora su habitación en tonos relajantes. Los colores pasteles son perfectos para que el niño se sienta tranquilo mientras que colores como el naranja pueden activar su cerebro y hacer que se sientan más excitados.

La ropa de cama también debe de ser suave, con tonos agradables y con personajes que hagan que se sienta a gusto, como algunos protagonistas de sus series infantiles o simpáticos dibujos. Las colchas infantiles de Gauus son un perfecto ejemplo de ropa de cama pensada para que el niño se sienta muy a gusto.

-Evita que se excite antes de dormir. Las rutinas representan seguridad para el niño. Hacer todos los días las mismas cosas antes de acostarse no les aburrirá, sino que les dispondrá para el descanso.

Puedes empezar con una cena en familia o en la que al menos uno de los padres esté en la mesa con ellos charlando y conversando mientras comen, sin televisiones ni consolas. A continuación, cepillado de dientes y un baño relajante para predisponer al sueño. Ya en cama es muy buena idea leer un cuento con una luz tenue para comenzar a dormir.

– Ofrécele seguridad. Se puede dejar la puerta del niño entornada para que este tenga la tranquilidad de que si llama será escuchado. Si el niño acude a la cama de los padres, la decisión de qué hacer debe de ser exclusiva de ellos. No hay en principio nada malo en el hecho de que los niños duerman con los padres, pero es cierto que su presencia no favorece el descanso de los adultos y mucho menos su intimidad.

Lo mejor es llegar a ciertos acuerdos sin presionar al niño, por ejemplo dejar que duerma con una luz suave encendida en su cuarto o acudir a estar con él un rato si tiene pesadillas.

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