Canto(s) de sirena(s)

Canto(s) de sirena(s): Se llama así a aquello que, aparentando ser interesante o seductor, lleva aparejado algún perjuicio: La subida de sueldo es un canto de sirenas, porque con ella llega un aumento terrible de las retenciones.

También usamos la locución para referirnos a una noticia que, aunque parezca magnífica, es sólo un rumor sin ningún tipo de fundamento: Al parecer, eso que han publicado estos días algunos periódicos de que van a nombrar a Antonio director financiero no es más que un canto de sirenas.

Las sirenas, mitad mujer —hermosísima mujer— y mitad ave, aunque hoy las representemos más con el cuerpo de pez, vivían—quién sabe si aún viven—en el Mediterráneo, concretamente en el estrecho de Mesina. Se pasaban la vida entonando unos hermosísimos cantos que ejercían sobre los navegantes una atracción irresistible y fatal que les obligaba a dirigir sus barcos hacia la costa, lugar que nunca alcanzaban, pues las naves se estrellaban contra los acantilados.

En el canto XI de la Odisea, Homero nos cuenta cómo Ulises consigue librarse del desastre al emplear un curioso y fácil sistema antisirena: tapa sus oídos y los de sus marineros con unas bolitas de cera y se ata al palo mayor del Argos. También hay que decir que el dios Orfeo echó una mano y contrarrestó con su dulce música los embaucadores cantos de las sirenas.

Por cierto, la sirena de las ambulancias, bomberos, coches de policía, barcos…, aunque poco tenga de melodioso, está claramente relacionada con los cantos de estos seres mitológicos, a los que debe su nombre.

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