¡A Roma (a) por todo!

¡A Roma (a) por todo!: Es ésta una exclamación que se profiere para infundir ánimo y confianza ante una empresa complicada o un problema grave. Venga. No nos podemos venir abajo. Vamos a seguir, que el negocio tiene que ir a más, seguro. Vamos, ¡A Roma por todo! La frase ya la recoge en sus colecciones de refranes Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana (1398-1458). En 1627 Gonzalo Correas en su Vocabulario de refranes explica así la frase: «Dícelo el que hizo algún delito en que hubo excomunión, y se resuelve de hacer más para irse a absolver de todo junto; y aplícase a otras cosas semejantes». En resumen: que todo se arregla yendo a Roma, donde el Papa tiene la potestad de absolver cualquier pecado y de retirar la excomunión. Es decir, siempre, por muy desesperados que estemos, puede encontrarse un alivio o una solución. Relacionado con la expresión existe en nuestra lengua un refrán que nos advierte de la necesidad de solicitar los favores con mesura: A Roma se va por todo, pero por narices no.

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