Aburrirse como una ostra/una almeja

Aburrirse como una ostra/una almeja: Aburrirse tremendamente. La verdad es que no es sólo el hecho de que dure tres horas, es que la película es soporífera. Me aburrí como una ostra; creo que, en algún momento, hasta llegué a dormirme. Sobran las explicaciones. Basta sólo pensar en el pobre molusco, en su «frenética» actividad, en todo lo que se desplaza, en el tiempo que tarda, si es que le apetece, en fabricar una perla, en sus relaciones sociales con otros habitantes marinos… En realidad, ésta es la imagen que tenemos de tan curioso ser, pero, a título de curiosidad, hay que decir que las ostras cambian de sexo incluso varias veces al año y que pueden llegar a vivir ni más ni menos que cincuenta años… Eso sí, dicen los gourmets que, a partir de los cinco, pierden bastante sabor… La ironía popular, siempre alerta, ha construido la variante Aburrirse como una almeja, más de andar por casa, más humilde y cercana.

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