¡Ahí/así me las den todas!

¡Ahí/así me las den todas!: Otro cuento popular, recogido en diversas versiones en nuestra literatura, cuenta lo que le sucedió a un alguacil que, por encargo de un alcalde, fue a cobrar una multa. Quien debía pagarla no sólo no lo hizo, sino que, además, le arreó al pobre alguacil un par de bofetadas diciéndole: «Toma, para quien te envía». El pobre alguacil se presentó ante el alcalde, le contó lo sucedido y le dijo: «Estas dos bofetadas que me han dado realmente se las han dado a usted, porque mi cara representa la suya», a lo que el alcalde, con evidente sorna, respondió: «Ahí me las den todas». Usamos, por tanto, esta expresión cuando queremos dar a entender que son bien recibidos todos los inconvenientes o desgracias que, destinados a nosotros, recaigan sobre otro. Por mí, estupendo. Si quieres ir tú a hablar con mis vecinos para que arreglen de una vez la gotera y te monten el numerito, como suelen hacer, yo no te lo voy a impedir… ¡Ahí me las den todas!

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