¡Ángela María!

¡Ángela María!: Usamos esta exclamación para mostrar asombro o sorpresa. ¿Ciento veinte euros vale ese librito? ¡Ángela María! Ni que las hojas fueran de pan de oro. En realidad deberíamos decir «¡Ángel a María!», pues seguramente el dicho tiene que ver con el asombro de la Virgen María cuando el Ángel (el Arcángel Gabriel) le anunció que iba a concebir al Hijo de Dios (Lucas, I-26 y ss.): «El Ángel del Señor anunció a María», dice el Ángelus. Ha sido un curioso fenómeno de fonética sintáctica (las palabras no se dividen igual cuando hablamos que cuando escribimos) lo que ha generado el aparentemente inexplicable nombre de mujer.

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