Arrojarle/lanzarle/tirarle a alguien el guante

Arrojarle/lanzarle/tirarle a alguien el guante: Desafiar, retar o provocar a alguien. Yo no me puedo quedar de brazos cruzados. Él me ha arrojado el guante hablando mal de mí y amenazándome delante de otras personas. Y va a saber quién soy yo. A veces, con connotaciones más positivas se usa para indicar que alguien propone a otra persona que supere lo que el primero ha hecho: ¿Y esta carambola eres capaz de superarla? Yo te he lanzado el guante. Ahora vamos a ver qué haces. Los caballeros medievales, para retar a un enemigo le arrojaban un guante a los pies. Si éste lo recogía (v. Recoger el guante), aceptaba el reto —no recogerlo era rasgo de flagrante cobardía—. Si antes de lanzárselo, le abofeteaban con él la cara (v. Cruzarle a alguien la cara) era señal de que el combate sería a muerte. La costumbre se mantuvo hasta el siglo XIX, época en la que se prohibieron los duelos. V. Así se dan los guantes al rey.

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